Las escaleras por las que descienden los periodistas de las cabinas estaban vacía varios minutos después del partido. Los hinchas de San Lorenzo continuaban en las tribunas revoleando sus trapos y cantando a la noche de victoria. El fútbol de domingo ofrecido en la tarde noche del sábado justificaba esa alegría, el liderazgo del campeonato y los elogios que el equipo de Russo se ha ganado en las últimas semanas.
El público de San Lorenzo tuvo tiempo en algunos intersticios de las emociones que deparó el partido para protestar con sus habituales y ocurrentes versos a los mandamases de la televisión.
Como la estafa no alcanza en sí misma, la tele ordena la grilla de sus conveniencias y desaira la historia, y en estas semanas la categoría del fútbol de los Santos. Aquello que sus dirigentes, como los de Independiente y Racing, aceptan sumisamente, es protestado ya por los seguidores de una institución que sólo celebra el fútbol del domingo cuando debe jugar con River o Boca. Viernes y sábados son sus días y, a veces, la limosnita de los domingos a las dos de la tarde.
Y cuando el hincha asiste a la buena demostración de sus jugadores, toma conciencia de la marginación que se le impone por intereses frente a los cuales sabe que poco puede hacer.
Entonces cantan. Se divierten con su protesta, acaso sin esperanzas pero exhibiendo que están lucidos frente a la injustica. Mucho más evidente ahora. Cuando San Lorenzo juega a lo grande y llena su estadio, irrumpe en la tarde con sus colores y termina de noche revoleando trapos, ungiendo un fútbol de estética infrecuente.
Mérito de San Lorenzo es jugar bien cuando la gente va a eso, a ver que su equipo no sólo es el líder, sino que alcanza esa estatura con un despliegue que reúne varios de los viejos apodos que supo ganarse. Hay camboyanos como el Chaco Torres y Rivero, hay carasucias cuando la juega Barrientos, y son matadores Silvera y Bergessio.
El fútbol que ha elevado a San Lorenzo también pone un peldaño más arriba la propia jerarquía del torneo. El público asistió convencido de que vería algo más que un triunfo. Siente que su cuadro puede también deleitarlo y acude al estadio como el gurmet que se coloca la servilleta frente a una mesa bien puesta. Y San Lorenzo le responde desde el primer minuto. Es cierto que Arsenal no pasa por su mejor momento, pero es un rival de cuya sabiduría no se duda. Y sin embargo, bastó que movieran para ver al equipo de Russo, manejando la pelota con seguridad, haciendo de la posesión un culto y de la profundidad un asunto decisivo.
Un cuarto de hora bastó para que con el último sol de la tarde, San Lorenzo hiciera la diferencia definitiva.
Cuando se mencionó a los representante de los motes que el hincha impuso a etapas inolvidables del club, no fue mencionado Ledesma. El Lobo es inclasificable, porque resume las características de esa historia tan rica. El colega Matías Canillán lo señaló como un licenciado en administración de fútbol.De la empresa que es este San Lorenzo. Y juega con esa sabiduría. Administra, distribuye, sabe cuándo hay que comprar títulos saliendo a buscar en el terreno rival, sorprende a los poseedores de bonos, y luego sabe cuándo vender, en qué momento hay que sacarse de encima los valores acumulados.
Ahí es cuando, después de un trabajo paciente con sus laterales y los otros volantes, decide poner a Silvera y Bergessio a que hagan la diferencia.
Ledesma es quien decide que el equipo vaya por la derecha con Rivero y Adrián González o por el otro lado con Barrientos y los Torres, Aureliano y el Chaco. El primer cuarto de hora de anoche optó por ir de zurda y así llegaron los dos primeros goles de los muchos que se podían esperar después.Se sació con rapidez, ése fue su defecto o el margen que dejó para que se colase una pequeña crítica.
No todos los rivales tendrán la anemia de este Arsenal cuando le den la pelota como la ofreció San Lorenzo, con la vieja idea de que ganando ellos se van a venir al humo y ahí los liquidamos.
Nunca escaseó la decisión de jugar bien y en eso hasta Arsernal le hizo pata, pero San Lorenzo aflojó el ritmo, perdió vivacidad y la mayor parte del segundo tiempo la jugó como cualquier hijo de vecino.
Recién hacia el final y por mandato de la hinchada hubo un reflujo de aquella etapa jugada cuando el sol se debilitaba y la luz artificial vino a sustituirlo.
De noche, sólo los últimos minutos, con Solari en la cancha como para que quede bien claro el actual poderío de su plantel, San Lorenzo decidió que quería el postre. Y rejuveneció el espectáculo de la primera parte, aunque no haya alcanzado para mayores festejos.
La gente debió quedarse con el concepto general, hacer el balance, derramar sobre los tramos más sobrios la brillantez de aquel cuarto de hora cuando Silvera de cabeza y Barrientos de latigazo desde afuera del área sacudieron a todo el barrio con su accionar impactante.
Hay líder de los buenos para el campeonato. No hay Albrecht en la defensa pero son muy rerspetables Méndez y Aguirre. El Chaco no es Telch, pero qué bueno tenerlo en el equipo. Y así con todos, que el fútbol ya no da Fisheres ni Dovales, ni Nanos, ni todo eso que tan bien conoce el hincha veterano de San Lorenzo.
Como los pibes no vieron al Sapo Villar, Adrián González está muy bien. Lesdesma hubiese jugado en los equipos de la historia, es figurita de ese tiempo en el que los chocolatines venían con premio. Y si algo sucede camino del foro donde podrían proclamarlo campeón, sépase disfrutar de este San Lorenzo. Que el buen fútbol no es un plato de todos los días. Y cuando lo ponen delante del hincha, hay que saciarse.Mañana, ya veremos.