¿Qué tipo de mastodonte es el que puja bajo la ministra Acuña? Ya ha ido apareciendo todo lo que flota: su desprecio por los docentes (el área sobre la que gobierna), su llamado a denunciar a quienes eduquen haciendo política (como si fuera posible formar hombres y mujeres sin hacerlo), su desamor por las clases trabajadoras (a quienes todo Estado debería buscar proteger y compensar), su pasado casual en una escuela en Bariloche dirigida por el nazi Erich Priebke.
Pero la doctrina neoliberal es mucho más que esta puntita. Ya supimos de los pesares de “caer en la escuela pública” y que “a la universidad los pobres no llegan”, pero ahora hay que lidiar con que el cuerpo docente sea un combo de “viejos, fracasados y con poco capital cultural”. Acuña no habla en vano, se dirige a los votantes (los padres) y no a los docentes que debería añorar poder guiar hacia un mundo mejor. Llama a delatar a los profesores que bajan línea y esto se explica no sólo en la bajada de línea que han hecho sobre ella (su padre era policía y la llevaba a pegar carteles de sus candidatos) sino sobre todo en la ilusión propagandística del neoliberalismo, según la cual la política es el origen de todo mal. Hay en esta gente algo de pava secta demoníaca, con medallones y modales, y me parece que del miedo abstracto y la sorna en modo meme que provocan habrá que pasar a la acción urgente. Si no la remueven, sabemos a qué modelo de educación nos atendremos.
Todo aquello que denuncia es lo que ellos mismos han logrado arrasar. A mis hijos les arrebataron las computadoras, pero les encanta alabar a Finlandia, donde casi todo es del Estado. Acuña es el liquidador, el subastador de una bancarrota; quien viene a acabar con la empresa educativa no necesita entender cómo funciona.
Pero hurguemos más abajo: ¿es esta insensatez lo que la ciudad gusta votar? Pues no parece haber en sus declaraciones otro propósito que el de subir la vara. Más allá de que estén buscando candidatearla para algo (algo real, porque se ve que el Ministerio de Educación es sólo un trampolín empresarial) lo preocupante es que se estén testeando gratis para desembozar a boca de jarro los discursos más fascistas y ahorrarse tiempo. No faltará quien adhiera (ya está primera Patricia Bullrich) porque estos pregones no buscan organizar el mundo sino simplemente afiliar a los monstruos todos bien juntos por el cambio. Yo digo que es proselitismo. No es sólo pelotudez.