No sólo a Tinelli, también al presidente de San Lorenzo, Matías Lammens, le ofrecieron ser candidato de diferentes partidos. Lammens cuenta que no hace mucho Macri recibió a varios dirigentes de fútbol y les dijo que “ser presidente de un club es más difícil que ser presidente del país”, refiriéndose a todas las intrigas, intereses y pasiones que genera el fútbol.
Otra de las capacidades que debe desarrollar la experiencia de presidir un club de fútbol es aprender a convivir con la facticidad más descarnada: se puede ganar o perder por lo fortuito de un instante y, como el que gana se lleva toda la gloria y el que pierde, hasta el escarnio, ganar importa más que la fidelidad a cualquier cuestión del mundo de las ideas.
El presidente del Banco Credicoop, Carlos Heller, que fue vicepresidente de Boca de 1985 a 1995 y perdió frente a Macri, recuerda que cuando aconsejó al joven Mauricio de entonces sumarse a la comisión directiva, el actual Presidente le dijo que iba a ser “número uno o nada”. Ya a los treinta y pocos años tenía clara su determinación y la diferencia entre el primero y el segundo lugar.
"Presidir un club de fútbol es más difícil que presidir un país". (Macri)
Proyectando la política hacia 2019 desde la hipótesis de un amplio triunfo de Cambiemos en las elecciones nacionales de este mes, los competidores para la reelección de Macri o de uno de su delfines, algo que nunca hay que descartar porque Macri no estuvo acostumbrado a una vida muy esforzada, existen dos amenazas: que el peronismo logre unirse detrás de un candidato fuerte sin una Cristina Kirchner relevante porque se vaya insignificando en los próximos dos años, o que emerja un nuevo outsider de la política que, gracias al reconocimiento público que ya tenga por otra actividad, en pocos meses pueda armar una alianza competitiva.
Para ser un candidato a presidente competitivo es condición necesaria, aunque no suficiente, ser conocido por la población de todo el país, y pocos políticos del panperonismo cumplen hoy esa condición: Massa, Urtubey y no muchos más. La continuidad de Cristina Kirchner con cierta relevancia sería la vacuna ideal contra esa posible unión del panperonismo pero, ¿cómo harían para cubrirse de un cisne negro político: la emergencia explosiva de un Trump más joven y más progresista que pueda contrastar con el posicionamiento de Cambiemos?
Hay una tendencia mundial a la aparición de candidatos por fuera de la política, que son mucho más convocantes que los surgidos de evolución partidaria. Lo demuestran las dificultades de Randazzo de utilizar las herramientas tradicionales de las internas partidarias para continuar su carrera política o la creciente limitación de los gobernadores del interior del país para hacerse conocidos nacionalmente, a partir de la nacionalización de los medios de Buenos Aires por el cable y los canales de noticias que ponen foco sólo en los protagonistas del Gran Buenos Aires (María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta por Cambiemos hoy, y Scioli y Massa por el panperonismo en la elección anterior).
Un conflicto electoral con alguien fuera de los partidos que tenga mucho reconocimiento público y haya demostrado interés por la política no es una hipótesis para desconsiderar por parte del Gobierno. Internamente, ya hubo demostraciones de interrupción del crecimiento de figuras que pudieran hacerle sombra (a Macri o sus delfines) como Alfonso Prat-Gay y Martín Lousteau. Y de maneras menos explícitas, es probable que hayan hecho lo mismo con el neurólogo Facundo Manes al ofrecerle ir segundo entre los candidatos a diputado pocos días antes del cierre de listas, generando su autoexclusión de estas elecciones. O moviendo sus influencias para que Marcelo Tinelli no fuera presidente de la AFA. Tanto en el caso de Manes como en el de Tinelli, sin que pudieran lograr ser el “número uno”, rememorando la importancia que Macri le asigna a esa posición en la repuesta a Carlos Heller cuando comenzaba su carrera como dirigente de Boca.
Cuando las sociedades quieren cambiar de presidentes, no lo hacen por alguien parecido sino por quien represente otros valores y cree otras esperanzas. Después de un empresario, un médico, como hubiera podido ser Favaloro si hubiera habido democracia, o como Arturo Illia, que lo logró, podría ser alguien deseable para presidente. En el caso de Manes, como en el de Favaloro, la capacidad de comunicar crea otra diferencia. Este martes 3 él recibió el Premio Perfil a la Inteligencia en la categoría que es elegida por la audiencia de Perfil.com que, al tener un total de
10 millones de usuarios únicos, es bastante representativa de toda la sociedad. El discurso de algunos minutos que dio Manes al recibir su premio sobre qué significa la inteligencia y su diferencia con la viveza es un buen ejemplo, y recomiendo verlo en e.perfil.com/premio-manes.
La tendencia mundial es a cisnes negros que, por fuera de los partidos, les ganan a los políticos
El caso de Tinelli es diferente, su cultura es más afín con el peronismo y los valores que representa no están en el aspiracional del progreso sino en la satisfacción del presente, tan funcional al posmodernismo; pero en cualquiera de los casos, ambos representan valores diferentes a los de Macri.
Si la economía despegara de verdad, en 2019 no habría una sociedad que quiera cambiar de ciclo, pero si la situación diera para que la oposición llegase a un ballottage, la situación sería complicada para el oficialismo. Si en 2015 no hubiera habido PASO que hicieran de la elección una especie de segunda vuelta y, al ser una presidencial, hubiera creado la posibilidad de un doble ballottage, Macri no sería presidente porque no hubiera podido apelar al voto útil de quienes votaron por Massa en las PASO 2015.
Volviendo al fútbol: el que gana por penales también es campeón, y quizá por eso Maci prefiera cubrirse haciendo profilaxis electoral preventiva.