Mucho se declamó estos días acerca del “intervencionismo” norteamericano, para salvar a su sistema financiero. Funcionarios públicos y comentaristas varios argumentaron que “los yankees hacen en su casa lo que desaconsejan para nuestros países”. Y que, al final, emiten dólares y ponen un montón de plata, como aquí para salvar a los especuladores”, etc.
Cuando los norteamericanos y los ciudadanos del resto del mundo huyen del mercado de capitales privado, compran dólares y Bonos del Tesoro Americano. Esto le permite a la Tesorería de los Estados Unidos y a la Reserva Federal financiar los salvatajes al sistema financiero, con los propios fondos de los inversores.
La Reserva Federal, para darle liquidez a los bancos de inversión y evitar que sigan vendiendo activos en masa, bajando los precios y agravando su solvencia, habilitó una “ventanilla de redescuentos”.
A esa ventanilla pueden recurrir los bancos y dejar en garantía sus activos “malos”, recibiendo, a cambio, un préstamo a una tasa de interés bastante cara y con un aforo. (Dejan más en garantía que el equivalente que reciben.) Para financiar esta línea de crédito, la Reserva Federal vende Bonos del Tesoro de su cartera y les entrega los dólares recibidos por la venta a los bancos.
¿Qué hacen los bancos? Les entregan los dólares a sus inversores para devolverles el dinero que piden, sin tener que malvender sus activos.
¿Qué hacen los inversores con el dinero? Como hay incertidumbre y desconfían, ¡compran Bonos del Tesoro Americano!, generando un “círculo virtuoso” al devolverle el dinero a la Reserva Federal. Con ese dinero, el Tesoro, eventualmente, compra deuda en dificultades para estabilizar el sistema. O la Reserva Federal, sigue otorgando redescuentos.
Hasta aquí, los que pierden son los accionistas de los bancos y el resto de los inversores del mercado de capitales, por la caída del valor de sus acciones.
Si el contribuyente norteamericano pierde o no, se sabrá al final de la historia. Cuando se sepa lo que realmente valen los activos dejados en garantía o las deudas que el gobierno compra. Allí se podrá hacer la cuenta.
Por ahora, es tan grande la demanda de Bonos del Tesoro, y subieron tanto de precio, que su rendimiento real es cero o, como en algunos momentos de esta semana, negativo.
El gobierno norteamericano se endeuda a tasa cero o negativa para obtener los fondos con los que rescata deuda u otorga garantías o financia redescuentos.
Se evitó, hasta ahora, una debacle de todo el sistema financiero global coordinado con los bancos centrales del resto del mundo desarrollado y, en todo caso, “se salvó” a los tenedores de deuda corporativa y de bonos de los bancos de inversión que no quebraron.
Cuando se sepa, finalmente, qué deuda queda sin pagar por incobrable, y qué redescuentos no se cubren con las garantías dejadas, se sabrá cuánto les costó a los pagadores de impuestos estadounidenses esta fiesta. Que será, seguramente, muchísimo menos de lo que hoy se dice.
Tomemos la crisis de 2001 en la Argentina. Los bancos empezaron a tener serios problemas porque sus carteras estaban saturadas de deuda del Estado nacional y de las provincias y éstos empezaron a no pagar y “canjear” esa deuda.
Los inversores y ahorristas, temerosos de que no les devolvieran los depósitos, huyeron de los bancos. Pero en la Argentina, dada la reputación del Estado, cuando los inversores huyen, no compran bonos del gobierno argentino, compran dólares. Por lo tanto, cuando el Banco Central abrió la “ventanilla de redescuentos”, no la pudo financiar vendiendo bonos sino que la tuvo que financiar perdiendo reservas y emitiendo pesos.
Los inversores tomaron esos pesos y salieron a comprar dólares. Se generó, entonces, un “círculo vicioso”. Emisión, compra de dólares, aumento del dólar, inflación. El dólar a $ 4.
¿Quiénes financiaron el salvataje? Aquellos estafados con la devaluación, la pesificación asimétrica y la inflación. Mientras que en los Estados Unidos, el Estado sirve de refugio y “recicla” los fondos que recibe para salvar el sistema financiero y evitar una depresión, en la Argentina, el Estado “quebró” el sistema financiero y para rescatarlo, salvó a los deudores con la plata de los pobres que pagaron con desempleo y pobreza generando una depresión.