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FUTBOL TESTIMONIAL! EN LA BOLETA DICE BOCA Y RIVER; PERO DESPUES...

Sarasa nacional

Tiene razón Heidegger, viejo: la culpa de todo la tiene el tecnocapitalismo. Resulta que en la semana, aún fresco el aterrador recuerdo del duelo criollo entre los taitas Central y Racing, no tuve mejor idea que ver en vivo Chelsea-Liverpool, apasionante 4-4 por la Champions. No hay derecho. Se trata de otro deporte. Por cierto: también lo llaman fútbol.

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“¡Qué bien suenan la mala música y los malos argumentos cuando marchamos al encuentro de un enemigo!”

Friedrich Nietzsche (1844-1900)

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Tiene razón Heidegger, viejo: la culpa de todo la tiene el tecnocapitalismo. Resulta que en la semana, aún fresco el aterrador recuerdo del duelo criollo entre los taitas Central y Racing, no tuve mejor idea que ver en vivo Chelsea-Liverpool, apasionante 4-4 por la Champions. No hay derecho. Se trata de otro deporte. Extraña danza vertical a toda velocidad, pases exactos, campo impecable, insólito respeto por el rival. Parecía una película de Spielberg; un espectáculo fantástico donde los protagonistas lo entregaron todo por ganar, no para salvar el pellejo, el puesto o el auto; en ese orden. Por cierto: también lo llaman fútbol.

Esa gente pudiente en crisis nada sabe sobre nuestra vida de sobrevivientes. Nada sobre el primereo como dogma para dormir a la gilada, sobre la encantadora picardía criolla que tan buena prensa nos dio en el mundo todo. Les falta calle, es evidente. Fatalmente opacados por su vida de “país normal”; sin plagas marginales, con candidatos que asumen para hacerse cargo y delincuentes que cumplen su condena aunque sean ricos, esos fifís exhiben su orden y sus virtudes sin el encanto de los que nos sabemos amigos del caos. Un asco, son.

Difícil semana para los medios. Elecciones en posición adelantada y con jugadores mal anotados, mosquitos asesinos, mal humor, Vélez, Colón y Lanús peleando arriba y un superclásico sin gracia; con Boca en otra cosa y River en casi nada. Uno planea su proyección internacional, el otro vendería su alma para salvarse. Los esfuerzos de la prensa para agregarle sal y pimienta fueron conmovedores. Sus técnicos son periodísticamente invendibles; Palermo está grande; Forlín, chico; Riquelme, callado; Buonanotte, cruzado, y Falcao, pudoroso y reflexivo.

En estos días fue más fácil escuchar a De Narváez repitiendo hasta el infinito su discurso de empleado del mes que al bueno de Fabbiani con sus desopilantes boutades. Además de mudo, el Ogro parece magro a simple vista, medio débil, alejado de la pasión nocturna que desparramaba defensores como en una pista de pachanga. ¿Cómo van a entretenernos los muchachos? ¿Jugando a la pelota? Mmm... veremos.

Quizá la tradición y el prestigio for export del derby de las pampas impida que el partido salga cerrado y amarrete al estilo del autoinmolado muhaidín Mostaza Merlo. El marco espectacular, con tanta gente como cámaras, garantizará un derroche de tensas emociones, al menos en lo previo. La táctica del muro defensivo que tantas satisfacciones les ha dado a Caruso o a Falcioni y tanto papelón a Gustavo Posse es, en este caso, impracticable. Al menos eso espero.

En los papeles, Boca arranca con ventaja. Tiene en su plantel a cuatro convocados por Maradona, uno recién renunciado y varios que juegan en selecciones extranjeras. El plantel está dividido pero en la cancha se tratan como novios, su técnico está consolidado, Bianchi maneja el fútbol sin oposición visible y ni siquiera necesitan de un presidente con mano dura para que la cosa funcione.

River es todo lo contrario. Sufre una interna política con un millón de candidatos peleados a muerte. Su estrella es un colombiano al que se le vence el contrato en junio; su vedette, un 9 de 100 kilos; su conductor, un veterano con 15 años de Primera; su promesa top, un enganche de 1,60 y su arco... un departamento en alquiler temporal. Encima en la Bombonera, exclusivo estadio macrista donde nacieron los partidos casi sin hinchada visitante. Difícil.

Boca es tan favorito que –disculpen– intuyo que River puede dar la sorpresa. Hace años que en este país nunca pasa lo que todos creen que debe pasar, no vayan a creer que es un invento del INDEC. ¿Y si en lugar de Riquelme haciendo el Topo Gigio, Palermo besuqueando tatuajes o Palacio agitando su trencita entra el gordo y la emboca, o lo hace mojar a San Radamel? ¿Y si después de tanta sarasa y destrato, igual gana Kirchner? ¿Será posible? Lo sabremos más temprano que tarde.

Quizá este guión no sea una obra maestra, pero tiene lo mínimo que exigía Hitchcock para que el suspense funcione. Conflicto, un poderoso con todo a favor, un gigante dormido, antihéroes, la añorada victoria que la va de muchachita esquiva... Eso sí: si después van y transan un empate plomo y miserable chau, ¡me arruinaron la columna, viejo!

El mundo –juran los vendedores de ilusiones que elevaron nuestro derby nativo por encima de otro– nos observará hoy. Ni dengue, ni candidatos truchos, ni proyectos que no se cumplen, ni trampas, ni discursos políticos para maestras de preescolar. Nada de eso. Es el más puro producto nacional que nos envidian afuera. Boca-River; la carne, las minas, Maradona, Gardel, Evita, el Che y otros pósters.

Otro clásico argentino, para que aprendan.