COLUMNISTAS
Resignificación del ciudadano

Señores, con ustedes, el contribuyente

Dictadura militar 1976
Su fin no implicó el fin de prácticas no democráticas en nuestro territorio | Cedoc

La importancia del voto es realmente muy relativa, tirando a poca, en nuestra organización política. En una amplia superficie de nuestro país y aún antes de ser uno que engrosara la categoría de los de tipo pobre, se constituye, el voto, en apenas una formalidad producto de una transacción de cortísimo plazo a través de prácticas feudales que incluyen colchones, camas, heladeras, bicicletas, y otras cosas que irán variando de acuerdo con la época, y al tipo de proveedor con el que se tenga anudado algún negocio. Parte del folklore.  La levedad de su peso radica en que no solo es el voto lo que legitima a un político. En Argentina son varias las acciones que contribuyen a lograrlo, entre ellas y una más, el domingo de elecciones cuya participación como elemento legitimante data de solo 1983. Los gritos, tuits, las caras, los gestos, los micros escolares, los bloqueos, las marchas, las plazas, los paros, los piquetes, las tomas; constituyen también dentro de nuestra sociedad, acciones que edifican metros, kilómetros de poder y lo hacen valer entre muchos otros actores que no necesariamente son la opinión pública. Por eso, las elecciones intermedias pasadas, está a la vista de todos, no necesariamente constituyen una nueva distribución de poder. Se intensificarán todos los otros dispositivos. Porque pueden ser subestimadas definitivamente, como subestimado es el acto electoral pasado presente y futuro. Acá se pronuncian otras voces sagradas, no solo las del pueblo.

Recordemos que el voto no tiene peso histórico y la finalización de dictaduras militares no implicó el fin de prácticas no democráticas o autoritarias en nuestro territorio. En realidad, cada uno de los gobiernos que condujeron esta nueva etapa, se valió de muchos de los modos ya enraizados en cada uno de nosotros y que facilitan enormemente las decisiones. ¿Para qué cambiarlas? Si total, todavía, no miramos para arriba.

Si bien es verdad que las redes han permitido visibilizar demandas que los diferentes gobiernos que gestionan con altas dosis de poderes corporativos no dejan fluir, también es verdad que es absolutamente insuficiente. Una grajea. Aquí hay instalada una cultura que, por algún motivo, percibe beneficios en la ausencia de la gravitación de la opinión pública. Las demandas sociales motorizadas en las redes surgen como pequeñas burbujas en el océano, hechos aislados con capacidad de modificar eventos puntuales para, una vez conseguido el objetivo, desaparecer. No todas tienen organización o construyen estructura para sostenerse en el tiempo y, lo más importante, su sentido no está estructurado sobre una cultura consistente con su lógica, sino sobre una especie de escalera mecánica con una meta especifica de cortísimo plazo que dará nombre al grupo del whatsapp o el hashtag en Twitter. En Argentina, todavía no se llegó a la etapa donde empieza a emanar de la gente el poder.  

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Sí, aparece un dato interesante que puede contener algo de la llama del elector durante sus dos años de ausencia: el contribuyente. Se trata de una resignificación del ciudadano que pone en valor gran parte del soporte de la estructura política que radica sencilla y exclusivamente en su esfuerzo. Una denominación que no aparece, sino que irrumpe a partir del crecimiento de espacios partidarios liberales por fuera de las coaliciones.

Hace unos días, en un programa de televisión una conductora le preguntaba a un economista por qué “el contribuyente está tan menospreciado”. El economista le respondió que esa actitud se originaba en que éste representa la contracara de los beneficiarios de subsidios. Unos son los malos que tienen plata para aportar a otros que son las víctimas y, a su vez, son los dueños de los votos. Creo que no pensó la respuesta, porque los beneficiarios de los subsidios también son contribuyentes. El tiempo es tirano y la pregunta interesante.

De todas maneras, creo, es la primera vez que el contribuyente cobra una entidad de tal magnitud que se convierte en eje de discurso político. Por primera vez, escuché a un diputado decir “estoy acá representando a los contribuyentes”. Quizás, a partir de este resignificado podamos demandar más información sobre los gastos en todos los distritos que son la fuente de la arbitrariedad con que se hacen, entre otras cosas, de colchones, camas, heladeras, bicicletas, etc. Creo que hacer efectivo este concepto es una excelente manera de sumarle vida al ciudadano después del voto y que deje el coma inducido al que se lo somete entre una y otra elección.

 *Politóloga.