El jueves pasado se conoció la loca inflación de enero de 2019. Los precios al consumidor subieron 2,9% respecto de diciembre y 49,3% interanual, con paritarias promedio que, en ese mismo lapso, crecieron 35%. Esta combinación delirante supone 15 P.P. de caída en el salario real formal y es inédita desde la recuperación democrática. Adicionalmente, las comparaciones con el gobierno kirchnerista son dramáticas para Cambiemos.
Si se analiza la inflación en sus últimos 12 meses, el gobierno de Cristina Kirchner acumuló 23,9% (según el IPC-CABA) mientras los últimos 12 meses de Mauricio Macri anualizan 49,3% (según el IPC-Indec).
En materia de pobreza tampoco Cambiemos se muestra con chances. Con los últimos datos de inflación conocidos, un hogar de cuatro personas (dos adultos y dos menores) del GBA para no ser pobre debe superar los $ 27 mil mensuales. Macri se encamina sin prisa ni pausa rumbo al 40% de pobreza a fines de 2019, cuando en diciembre de 2015 la pobreza rozaba el 25%. Así las cosas, al concluir su desangelado gobierno habrá al menos 6,2 millones de nuevos pobres, solo en cuatro años.
En materia de desempleo también Macri pierde por goleada en la competencia contra el populismo feroz: elevó la tasa que dejó el kirchnerismo de 5,9% al 9%, un 50% más de desempleo en solo tres años.
La industria solo en 2018 cayó 20,4% interanual y utiliza poco más del 56% de la capacidad instalada, el menor nivel ya no solo respecto del kirchnerismo sino desde el año 2002. ¿Para qué seguir? El gobierno de Macri en general es un desastre por donde se lo mire y en particular un verdadero cachivache respecto de todos los indicadores económicos y sociales heredados del kirchnerismo.
Sin embargo, la Patria Consultora oficialista ha logrado instalar a propios y extraños que “pase lo que pase, no pasa nada”.
¡Si llueve, si llueve, Macri no se mueve!, se desgañitan los analistas y opinators oficialistas y para rubricar sus delirios, como es un clásico, exhiben encuestas “a la carta”, donde Mauricio Macri permanece hoy tan competitivo como en sus inicios a pesar de la debacle.
Nos advierten los finos analistas que el fenómeno no es nuevo. Ya en el año 1995, con 25% de pobreza y 17% de desocupación abierta, Carlitos Menem ganó en primera vuelta con 49,9% de los votos. Olvidan señalar que el riojano y peronista recibió 45% de pobreza tras la hiperinflación de Alfonsín y el desempleo se disparó muy sobre las elecciones del año 1995, por el impacto del efecto tequila.
Rematan sus análisis los consultores militantes con una extravagante fórmula, digna del inefable corresponsal de la CNNL Randall López: “Lo que pasa es que Cristina tiene techo bajo y Macri piso alto”, advierten a sus aturdidos escuchas, contertulios, lectores, espectadores y/o visitantes. Sin embargo (¡ay!), como es habitual nada es lo que parece, y más allá de las gambetas que ensayan los medios oficialistas (casi todos), Cambiemos se encamina hacia un desfiladero electoral cada día más estrecho. Al respecto, la Consultora de Imagen y Gestión Política (CIGP) presentó recientemente las cifras de su último informe de opinión pública de alcance nacional sobre 1.044 casos, realizado entre el 26 de enero y el 2 de febrero (ver completo en Encuesta de opinión – Febrero 2019)
Según este reciente estudio, Cristina Kirchner ya supera a Mauricio Macri en primera vuelta por casi seis puntos de distancia y sin otros rivales competitivos a la vista.
La polarización sigue dominando la escena y se dirime en octubre del año 2019 entre los dos liderazgos surgidos y desplegados tras la crisis neoliberal del año 2001: Cristina Kirchner y Mauricio Macri.¿El resto de los candidatos? Todo indica que en este turno no tienen chance y deberán esperar que se reestructure el actual escenario polarizado tan sólido y persistente, reestructuración que seguramente sucederá al calor de una nueva crisis, nada sorpresiva a la luz de la desastrosa herencia que dejará el presidente Macri, cuando le toque partir.
*Director de Consultora Equis.