COLUMNISTAS

Silencio en la noche

Confesión de columnista: con muchas tentaciones y recursos escasos, tiendo a abordar un solo tema. Esta contratapa ha sido, consecuentemente, consagrada a atender no más de una o dos cuestiones por vez. En frecuencia semanal, es algo frugal, pero privilegia la concentración temática. Hoy es diferente: diversas cuestiones me estimulan a reseñarlas y comentarlas.

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Confesión de columnista: con muchas tentaciones y recursos escasos, tiendo a abordar un solo tema. Esta contratapa ha sido, consecuentemente, consagrada a atender no más de una o dos cuestiones por vez. En frecuencia semanal, es algo frugal, pero privilegia la concentración temática. Hoy es diferente: diversas cuestiones me estimulan a reseñarlas y comentarlas.
Guerra. Hebe de Bonafini anuncia, con esa beligerante prepotencia que es ya marca registrada, que el 31 de enero “desembarca” en las instalaciones de lo que fuera la Escuela de Guerra Naval, junto al edificio ocupado hasta hace cuatro años por la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). El lenguaje castrense es proverbial en el discurso de Bonafini. Ocupar un espacio previamente consagrado a la guerra la debe haber fascinado. Así, su grupo no se hace cargo, ni inaugura, ni abre un ciclo. No, sencillamente, “desembarca”.
¿Pero quién supervisará lo que allí se haga, se construya, se destruya, se invente y se diga? ¿Dónde quedaron los proyectos de planes culturales, antropológicos y sociales que deberían configurar las funciones de esos enormes predios quitados a la Armada? Nada se dice sobre eventuales autoridades de aplicación, auditorías, esquemas institucionales, costos y precios. Como sucedió con la calesita de la Plaza del Congreso explotada por Bonafini, ahora “desembarca” en la ex EGN. Sin esqueleto normativo, sin consultar, atrapando lo que se puede, ante un Estado bobo que deja hacer y deja pasar.
Periodismo. ¿Está preparado el periodismo para estos y otros relatos? Esta semana, la empresa editora del Los Angeles Times echó al director de ese gran diario californiano por resistirse a reducir el presupuesto de la redacción. Es la cuarta vez en menos de tres años que son echados el editor jefe o el publisher del diario, propiedad de Tribune Co., dueña del célebre matutino Chicago Tribune. El periodista no aceptaba recortes de cuatro millones de dólares en el presupuesto de la redacción.
El Los Angeles Times tenía más de 1.100 periodistas en 2001, pero ahora se redujo a menos de 900. De lunes a sábado vende 800.000 ejemplares, pero hace pocos años vendía un 1,1 millón. Fue comprado en 2000, por 8.000 (sí, ocho mil millones) de dólares. La casa matriz, en Chicago, ordenó recortes, aunque sigue siendo muy rentable, pero en Los Angeles piensan que los nuevos dueños lo están matando lentamente, porque no lo valoran ni entienden.
Ejercer el periodismo, editar diarios, operar estaciones de radio y manejar licencias de TV es cada vez más costoso, menos rentable y arduo. La actividad requiere de nervios de acero, fuerte conciencia cívica y un espíritu emprendedor anclado en sólidos criterios éticos. Un manejo alocado de los recursos puede quebrarlos, pero tampoco se puede ejercer el periodismo sin invertir generosamente en el carozo de la actividad: buen material, preparado por excelentes y bien remunerados profesionales.
Relatos. Los “relatos” del periodismo a menudo caminan por andariveles diferentes de los del poder. Por ejemplo, a veinticinco años de la muerte de Arturo Illia, no hubo ni un solo guiño o señal del gobierno Kirchner. Los llamados radicales K tampoco se animaron a sacar los pies del plato. Podrían haberlo hecho, ¿acaso no se reivindican como los verdaderos radicales? ¿O Illia no lo fue?
Silencio en la noche, la memoria duerme, la billetera no descansa. Sin embargo, ahora sí, hay coincidencia unánime: fue un buen gobierno, el país creció, su política exterior fue orgullosamente independiente y –además– reintegró al peronismo a la legalidad, conculcada por los militares. Peronistas y militares, en cambio, se pusieron de acuerdo para echarlo a Illia de la Casa Rosada, de la manera más ignominiosa posible, en 1966.
Negocios. Impresiona, en este contexto, el silencio concesivo con que no sólo el Gobierno, sino también una sociedad civil empachada de electrodomésticos y celulares se notificaron de que el empresario Cristóbal López recibió del Gobierno una ampliación de su contrato hasta 2032, para seguir explotando el juego en Palermo, tradicional hipódromo convertido en catedral de las tragamonedas.
Nadie se ocupa siquiera de desmentir que López es socio o empleado del matrimonio presidencial. Concepto éste nunca más pertinente: la señora de Kirchner acaba de presentar a su marido en un acto oficial como “el compañero Presidente”.
Pero si la denuncia sobre la insólita extensión de la concesión a López provocó apenas un poco de asombro, tampoco movió las aguas el reporte fiscal de las ganancias de los Kirchner en 2007, declaración jurada que exhibe las fornidas y saludables ganancias (o, al menos, la parte pública que allí revelan) de la familia gubernativa.
Rigor. Pasmosa naturalidad, ésa es la sensación perceptible en una sociedad que devora sapos con burocrático gesto de rutina. Pero, volviendo a lo que más le gusta, zamarrear al periodismo, la señora de Kirchner abrió un nuevo y deslumbrante camino de hallazgos. Esta semana pidió “rigor y precisión” a los medios de comunicación, sin duda el asunto que más la seduce, intriga e irrita. Sacudió de modo desmesurado al diario El Cronista por una nota sobre el precio del tomate, pero sentó un precedente que podría ser muy valioso, a pesar incluso del Gobierno.
Sin duda, informar con rigor y precisión sobre el manejo del dinero en el área de la familia Kirchner sería un colosal aporte profiláctico a la Argentina. Así, los 45 minutos del “reportaje” que le dio a la “periodista” Naomi Campbell para la revista británica Gentleman Quarterly, especialmente gestionado por su amigo Hugo Chávez, podría prologar un tiempo nuevo. ¿Quién sabe? En una de ésas, tras la excepción con la celebérrima modelo negra, se reanuda la sana y democrática costumbre de retomar el vínculo con el periodismo.
Pragmatismo. Por lo demás, como se reveló en estos días, la Casa Rosada entregó a fin de año 48 millones de pesos a un grupo de sindicalistas en problemas y luego recibió a la cúpula del aparato sindical, cita rebosante de bonhomía y plenitud. Felices y más que satisfechos del encuentro, horas después aumentaron los aportes a las obras sociales. Claro y sencillo, como enseñó Cabaret: “Money-makes-the-world-go-round”. En castellano: la guita mueve al mundo.
Aparato. El “compañero Presidente” entreteje, mientras tanto, su operativo ¿clamor? Quiere que las bases clamen por su unción como nuevo comandante del vetusto PJ. Va por la presidencia del peronismo y para hacerlo armará el puzzle del aparato, en hibernación hace añares. Transversales y concertados, abstenerse: los peronistas se valen de sí mismos.
Un país para querer.