Rolihlahla (Nelson) Mandela hace ya unos años que se ha alejado de la vida política. Dejó la presidencia en 1999 (a los 81 años) y se retiró de la vida pública en el 2003. Pero sigue siendo el referente de la transición hacia la democracia (preelecciones del 94) y de la construcción del estado democrático post-apartheid (1948-1994). Mandela es el símbolo de la democracia sudafricana. A su vez, el impacto internacional de su legado ha sido (y promovido como modelo de sistema democrático por los países que lo apoyaron como el líder de la lucha contra el apartheid) el “cómo” se llega a construirla y a desarrollarla.
El mejor ejemplo de la construcción de esta democracia ha sido la Constitución de Sudáfrica, negociada y adoptada (1996) bajo su presidencia. Esta Constitución no solo figura entre las más avanzadas del mundo, sino que además es citada en los dictámenes de casos y por muchas otras Cortes Supremas en el resto del mundo.
Aun lejos de la política cotidiana, Mandela ha conseguido unir al país, se han dejado de lado las batallas políticas entre las distintas tendencias dentro del partido de gobierno y desde la oposición. Sudáfrica y el mundo lo quiere y lo respeta. Su legado principal, el de la construcción de un sistema democrático y el de haber liderado un proceso de liberación y negociación que, duró décadas y pasó por diferentes fases uniendo al pueblo sudafricano por encima de sus colores alrededor de la Carta Democrática del 55, durará para siempre.
Los procesos históricos deben entenderse en su propio contexto nacional e internacional. En el caso sudafricano, la figura de Mandela fue la cara visible de un partido político (el ANC donde confluían además del ANC fundado en 1912, el Partido Comunista Sudafricano y el Cosatu –asociación de sindicatos) aliado a otros partidos, movimientos y frentes democráticos que se enfrentaban al estado terrorista del apartheid y salían a la calle y al mundo por una Sudáfrica democrática. Supo combinar la lucha armada con la negociación y, sus camaradas, desde el exilio, incluyeron la presión internacional. Fue así que el ANC en el exilio, obtuvo que la mayoría de los países del mundo y las Naciones Unidas sancionaran y aislaran al régimen de terror del gobierno sudafricano ya desde los años 60 hasta principios de los 90.
La manera correcta de despedirlo es haciendo un justo balance de su legado que parta de respetar las diferencias de Sudáfrica con otros casos que pudiese compararse; considerando sus pautas estructurales; teniendo en cuenta sus características y sus culturas que permitieron que Sudáfrica, aun con los desafíos en materia económica y social, sea un referente en lo global.
*Embajador argentino en Sudáfrica.