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Sin plafón

Los Kirchner y su gente siguen haciendo lo posible para eludir el régimen de voto electrónico, que, aunque no lo mande la ley ni la Constitución, es un mandato de la racionalidad y de la prolijidad electoral.

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Tal como Ibarra, Telerman y Macri se resistieron a aplicar la ley de comunas, que exigía elegir autoridades para los hoy atestados y enquilombados CGP y “bicicletearon” el dispositivo y tal vez sigan haciéndolo ahora, que los ha conminado la Justicia con fecha límite para la próxima semana, los Kirchner y su gente siguen haciendo lo posible para eludir el régimen de voto electrónico, que, aunque no lo mande la ley ni la Constitución, es un mandato de la racionalidad y de la prolijidad electoral. La semana pasada escribí sobre la necesidad de abrir las internas y formalizar los sistemas de elegir candidatos. Yo, que mucho no creo en la democracia, imagino que este “mal menor” podría ser un poquito menos malo si la ley y la Constitución contemplasen la paradoja de que las autoridades democráticas surgen, en la mayoría, de candidatos salidos de procesos tan oscuros como la dedocracia, la autocracia, la compra de votos, el casting público de figuritas mediáticas, el culatazo, la sumisión y las traiciones o del mandato de algún sponsor a la espera de prebendas. ¿Qué lugar ocuparían en sus listas Néstor K, De Narváez, el infracarismático Prat-Gay, el desconcertado banquero Heller y otros tantos primos, cuñadas, esposas, amiguitas y ex compañeros del cole que se enciman y hacinan en las boletas, si los partidarios de sus programas pudiesen vetarlos…? Y: ¿qué lugar ocuparían si todos los ciudadanos pudiesen vetar a las corrientes, patotas y bandas internas y hasta los nombres que consideran no merecedores de la chance de gobernarlos? El mejor complemento de las internas abiertas sería la habilitación de lemas electorales. Se sabe por dictamen de Perón que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista, pero, pero, para un peronista no hay nada peor que otro peronista que lo ha traicionado mil veces, excepto los peronistas estigmatizados por las últimas ediciones de Clarín. Por eso, le comenté a un candidato emergente del peronismo, no hay más remedio que implementar internas abiertas y votar por lemas, y cuando me respondió que ni en el peronismo ni entre los radicales ni dentro del montón de frentes y alianzas que se arman, no “hay plafón” para semejante “dar vuelta todo patas p’arriba”, sentí ganas de decirle que ojalá la gente los deje a todos culo p’arriba, pero me contuve porque me está ayudando a conseguir un crédito y no quería pelear, y salí del banco evocando que “plafón” viene de la jerga de la aviación, de tiempos previos al radar, en los que no se autorizaba el despegue cuando las nubes bajas impedían verificar la presencia de frentes de tormenta o de otras máquinas que, sobrevolando la zona, pudiesen provocar una tragedia.