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Sinceridad

Nadie sabe si la crisis europea de esta temporada arrastrará a Estados Unidos obligándolo a nuevos ajustes. En su inglés ellos los llaman salvatajes, porque la receta es redistribuir los excedentes que estén al alcance del Estado para que el orden de privilegios sectoriales se conserve tan intacto como sea posible.

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Nadie sabe si la crisis europea de esta temporada arrastrará a Estados Unidos obligándolo a nuevos ajustes. En su inglés ellos los llaman salvatajes, porque la receta es redistribuir los excedentes que estén al alcance del Estado para que el orden de privilegios sectoriales se conserve tan intacto como sea posible. Se vio en la Argentina de 2001: el arte de los sucesores de De la Rúa –Duhalde, Puerta, Rodríguez Saá, Kirchner, que cumplieron el rol histéricamente vacante de Chacho Alvarez–, fue poner a Lanata a relatar el fin del mundo por la tele y a la gente a hacer colas en los bancos, romper algunas vidrieras, marchar por el Centro, practicar oratoria en las plazas y generar ideas tan geniales como el mercado del trueque del periodista Caparrós y la emisión de la Moneda Venus ensayada por el artista pop Roberto Jacoby. Y mientras todo trascurría como en una fiesta, –con muertos, pero fiesta–, los reemplazantes del Chacho buscaban una manera de salvar a los bancos y a los acreedores. Los bancos se salvaron, en un par de años volvieron a lucir sus pingües balances y después los acreedores empezaron a cobrar, resignando apenas poco más que las comisiones debidas. Mientras escribo esto corre el sábado 15 de mayo y no puedo encontrar en la Web precisiones sobre la comisión que –como celebrando la victoria de las Falkland– está percibiendo el banco inglés Barclays por la dilapidación del Fondo Bicentenario. Lástima, porque ayer, viernes, los negociadores concretaron el pago a la banca mayorista que representa, como se dice, la frutilla de la torta…

… Ahora ya es el domingo 16 y sigo sin encontrar nueva información sobre el canje: apuesto a que todos, según lo esperado por el secretario de Comercio, están ocupados mascando el anzuelo de la veda a importaciones de Brasil y China. No hay que preocuparse: son medidas reversibles y se revertirán a bajo costo: bastará con cambiar el fusible –Moreno– cuyas torpezas, que enojaron durante años al diario La Nación y al kirchnerista crítico Verbitskty, consiguieron irritar a un emergente del proletariado tan sereno como Luiz Ignacio da Silva.
A propósito de emergentes del proletariado, el documento económico “La etapa final de los Kirchner” publicado el verano pasado en la Web del Partido Obrero sigue vigente, y gana verosimilitud a medida que avanzan el otoño argentino y la primavera perpleja de la Europa Mediterránea. Sus análisis justifican el sacrificio de armarse de paciencia para digerir sus referencias a la clase obrera como protagonista decisivo y al proyecto de Dictadura del Proletariado que auspician para pilotear lo que nos espera no bien la economía tenga otro ataque de sinceridad, como el de 2001.

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