COLUMNISTAS
políticos frívolos

Superficialidad irresponsable

Durante meses, terminamos encerrados por una pandemia incomprensible que nos permitió reflexionar sin que nos aturdan las banalidades urgentes. Sentimos que muchas cosas que nos rodean son inútiles, que sobran espacios, que la vorágine de viajes, reuniones y esfuerzos por cambiar el mundo tal vez es desmesurada.

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3D. Carne y casas hechas con una impresora. Temas esenciales para el futuro que nuestra dirigencia ignora y no debate. | cedoc

Cambió nuestra forma de estar en el mundo. Vivo en el mismo departamento desde hace cuarenta años y nunca conocí a mis vecinos. De pronto supe que la señora del quinto piso tenía Covid, me enteré de su nombre, el de sus familiares, llamé a quienes pude para pedir ayuda.  Cuando sanó me puse muy contento. Muchas personas de mi entorno, que habían sido invisibles, cobraron rostro.

Las relaciones con vecinos, parientes y amigos se volvieron más intensas.

El tejido social se hizo más denso. Si mañana alguien pretende atropellar a mis vecinos o a sus ideas, muchos reaccionaremos con solidaridad. La crisis de la democracia representativa se agudizó: no buscaremos una organización que nos proteja. Organizaremos un cacerolazo o nos autoconvocaremos a una demostración que será tanto más grande si no la apoya ningún partido ni organización formal.

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En la política posinternet la gente deja de concurrir cuando supone que la quieren manipular. Si las organizaciones políticas no logran entender la nueva situación, terminarán siendo rebasadas como las de muchos países del mundo.

Confusión. Vivimos confundidos por dogmas, prejuicios, creencias, delirios de grandeza y telarañas mentales que, en algunos casos, se debilitaron con el aislamiento. Incluso quienes experimentamos las pasiones políticas del siglo pasado que congelaron nuestra memoria, pudimos pensar con más libertad. No somos escépticos como la mayoría de quienes no vivieron la Guerra Fría, las guerrillas, las dictaduras militares, la lucha del comunismo con el capitalismo y las locuras del siglo de las ideologías.

Un amigo, intelectual peronista sofisticado, decía que Argentina es un país con una incomprensible crisis economica crónica. Tiene un territorio enorme, poca población, en general educada, con capacidad creativa, una geografía diversa en climas y paisajes, enormes fuentes de productos naturales, agrícolas, forestales, ganaderos, energéticos y mineros. Solo en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe hay más tierra plana con agua, de la que existe en todos los países de Centroamérica. Está en iguales condiciones que otros países prósperos que nacieron con la crisis de 1850, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda.

En medio del caos, nuestras élites defienden sus intereses egoístas

Nos diferenciamos en la falta de estabilidad institucional. En Sudamérica Argentina es uno de los países que sufrió más golpes militares en en siglo XX: 1930, 1943, 1955, 1962, 1966, 1976, el que cambió con más frecuencia sus reglas de juego económico y protagonizó mas default. Es también uno de los países más ideologizados de Occidente, con élites fanatizadas que luchan por fantasmas que no existen.

En los últimos meses lo absurdo se incrementó en América Latina hasta niveles nunca vistos. Ecuador afronta un proceso electoral en el que aparece todos los días otro candidato bufo y pocos siendo coherentes se mantienen en la contienda. Se cierne un conflicto político de proporciones imprevisibles sobre Perú, Chile, Colombia. Los efectos de los autoritarismos que arrasaron con los sistemas de salud provocan una masacre descontrolada en Bolivia, Venezuela, Nicaragua.

En medio del caos, parte de nuestras élites políticas, empresariales, sindicales e intelectuales se dedican a defender sus intereses egoístas. Les importan más los chismes de la farándula que la discusión de los terribles problemas que aparecen.  Mientras el mundo desarrollado avanza a una velocidad exponencial, los latinoamericanos caemos en la mediocridad  al mismo ritmo. Se ha generado en la clase dirigente una cultura coyuntural y especulativa que vive de expectativa en expectativa, maximizando beneficios en el corto plazo, manipulando un estado permanente de crisis y emergencia.

Manos, cabeza y corazón. Thomas Friedman dice que pasamos de la sociedad de las manos (la agrícola feudal y la de las artesanías y pequeñas herramientas), a la sociedad de la cabeza (la de los ordenadores,  los robots y la inteligencia artificial), y que estamos llegando a la del corazón (en la que las manos y las cabezas serán sustituidas tecnológicamente y quedarán sólo los servicios personales y de contención afectiva).

Ya no será suficiente desarrollar habilidades que se pagarán cada vez menos y tendrán espacios acotados. Ni siquiera valdrá el conocimiento acumulado que cada vez envejece más rápido. Tendrá sentido solo  la curiosidad, la experimentación de soluciones nuevas,  la pasión por aprender permanentemente, la creatividad. Estas no son habilidades que se encuentran rápida ni masivamente, deben ser fruto de una nueva educación.

En esta circunstancia, la opción vital de los pobres es el desempleo formal subsidiado o el ingreso a corporaciones del crimen que organizan y a veces gobiernan barrios y municipios. En esos submundos se asciende a fuerza de vender droga o del ejercicio de la violencia física y la muerte.

Esas corporaciones, a las que algunos políticos creen que pueden usar, elaboran sus manuales de funcionamiento, su tecnificación operativa y su sistema financiero. En poco tiempo ocurrirá lo que en algunos estados mexicanos: el narcotráfico desplazará a los políticos y los convertirá en sus empleados.

Nuestro desafío es diseñar una modernidad que incluya a todos, proponer reformas que abran espacios de participación, apoyar proyectos que den sentido a la vida. Los ciudadanos no se van a movilizar para defender a la revolución cubana, o para conseguir el ideal de déficit fiscal cero. Sus ambiciones son mucho más profundas y por tanto más sencillas, tienen que ver con sus insomnios y sus sueños cotidianos.

Es absurdo que algunos países crean que pueden encerrarse en sí mismos, como pretenden los nacionalistas del White Power norteamericano. La globalización y el avance de la ciencia son imparables. En estos meses la revolución de la inteligencia ha seguido avanzando, integrando a científicos con Ceos, los dos pilares del nuevo mundo.

Hay novedades porque actualmente en un mes, se producen más conocimiento científicos y tecnológicos que los que aparecieron hasta el siglo XX.

Es absurdo que algunos países crean que hoy pueden encerrarse en sí mismos

Carne. Mencionemos un tema que nos afecta, pero podemos mencionar decenas más de igual importancia que no merecen la atención de algunos dirigentes frívolos entregados a sus venganzas y juegos personales.

Desde hace algunos años se ha tratado de producir carne semejante a la vacuna, sin necesidad de criar y matar animales. En 1971 Russell Ross inició el cultivo in vitro de fibras musculares, que popularizó Jason Matheny cuando creó en 2004 New Harvest, un instituto sin fines de lucro dedicado a investigar la agricultura celular. La fundación se propuso desarrollar una bioeconomía en la que los productos vengan de cultivos celulares para alimentar a la población mundial de manera sostenible y económica.

Treinta laboratorios anunciaron en 2012 que investigaban cómo producir carne artificial. En agosto de 2013 el doctor Mark Post de la Universidad de Maastricht presentó por primera vez pasta de carne de vacuno cultivada en laboratorio. La primera tardó dos años en fabricarse y costó alrededor de 330 mil dólares aportados por Sergey Brin, cofundador de Google.

La carne impresa en 3D tiene muchas ventajas: disminuye el impacto ambiental en un 95%, no tiene colesterol ni bacterias propias  de la carne cultivada y será más barata. Se conoce como carne limpia porque su producción genera hasta un 96% menos de emisiones de gases de efecto invernadero.

Durante la pandemia algunas empresas avanzaron en su tarea. En Barcelona, Nova Meat imprime en 3D filetes de carne de origen vegetal. Su CEO, Giuseppe Scionti, trabajó diez años en la bioimpresión de tejidos en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), en donde participó de la impresión de un oído humano. Pensó que si esas impresoras 3D imitaban casi perfectamente la textura del oído, más fácilmente podían generar un sustituto de carne que tuviera la misma textura que el tejido animal. Fue cuando dejó la Universidad para crear Nova Meat.

Otra empresa que trabaja con carne impresa en 3D es Redefine Meat, con sede en Israel. En los últimos meses, trabajó con chefs y carniceros, sirvió platos hechos con sus productos a personas que no pudieron distinguirlos de los que tenían origen animal. Este 1° de julio anunció que sus experimentos habían culminado y que en 2021 lanzará al mercado impresoras para restaurantes que podrán imprimir 20 kg de carne por hora, a un costo menor al de la carne real.

Han ingresado al mercado otras empresas como Beyond Meat, con Beyond Burger, “la primera hamburguesa creada a partir de plantas que se ve, cocina y satisface como si fuese carne de res”. También  está la Impossible Burger de la empresa californiana Impossible Foods, hamburguesa de origen vegetal que “ofrece todo el sabor y aroma de la carne”.

Podríamos mencionar decenas de otros inventos, en la impresión de casas, en el transporte,  que impactarán en nuestra economía de manera radical.

Insistimos en un dato que hemos publicado antes: más del 60% de los trabajadores argentinos pueden perder su empleo en los próximos años. ¿No es un tema más importante que la infinita levedad de la discusión a la que se dedican algunos miembros de nuestra elite?

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.