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APERTURA MEDIOCRE

Telón piadoso para semejante grotesco

“¡Se juega en el Estadio Ciudad de La Plata una nueva fecha del fútbol argentino, el más competitivo del mundo!”, bramaba el relator de la tele al presentar el Gimnasia-Boca del domingo pasado. Venta, venta y más venta de un torneo que tiene una brutal cantidad de partidos pésimos, alguno que otro bueno y casi ninguno muy bueno.

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“¡Se juega en el Estadio Ciudad de La Plata una nueva fecha del fútbol argentino, el más competitivo del mundo!”, bramaba el relator de la tele al presentar el Gimnasia-Boca del domingo pasado. Venta, venta y más venta de un torneo que tiene una brutal cantidad de partidos pésimos, alguno que otro bueno y casi ninguno muy bueno. Y que, salvo en los casos de Riquelme y Verón, carece de figuras convocantes per se.

Acá surge otra pregunta: ¿Es realmente competitivo o de tan malo termina siendo parejo? San Lorenzo, por citar un caso, parece tener el mejor plantel disponible. Estuvo primero quince fechas. De los primeros diez partidos, ganó ocho, empató uno y perdió otro. Cuando tuvo que dar el salto de calidad, perdió con Racing, empató con Gimnasia de local y volvió a perder, esta vez frente a Boca. Newell’s le empató un partido que iba ganando por dos goles, Lanús lo dejó tieso en su cancha una noche y el respiro llegó contra Huracán e Independiente, dos de los peores equipos de la Argentina.

Tigre está primero con un equipo integrado por jugadores del ascenso, más el Vasco Arruabarrena de vuelta, Bardaro en eterna recuperación y el regreso de Leandro Lázzaro, centrodelantero que sólo hizo un gol en lo que va del torneo. Sólo con esto le alcanza para ser líder.

Boca está en la misma condición con un equipo casi suplente, con Riquelme físicamente diezmado y con Battaglia siendo figura todos los partidos. El plantel de Ischia juega habitualmente de regular para abajo, fue beneficiado groseramente por fallos arbitrales equivocados en dos partidos clave (contra San Martín de Tucumán y Racing) y también está en la pelea. Todavía nos falta mencionar a Lanús, que durmió durante una buena parte del torneo y cuando apareció el pibe Salvio se le abrió el cielo. Pero, al igual que los otros pretendientes, no es ninguna maravilla. Tiene al goleador del torneo (Sand, 15 goles), a un par de chicos de inferiores que le meten para adelante y cierto equilibrio que le permite disimular algunos errores defensivos.

Ya hemos dicho aquí que los torneos cortos son lo que las abuelas llamaban “pan para hoy, hambre para mañana”. El caso de River es el más claro. Fue un flojísimo y olvidable campeón del torneo anterior, un título que ni siquiera sirvió para hacer fuerza a favor cuando Simeone flameaba como una bandera. Mucho menos sirvió para armar un gran equipo. Si bien Carrizo fue importante en el Clausura, es difícil creer que River está último en el Apertura sólo porque cambió el arquero. Y también es poco probable que sea porque Ortega se esté paseando de manera intrascendente por las canchas del ascenso. En el certamen anterior, fue decisivo en el partido con Colón en Santa Fe, con un pase mágico a Villagra para que hiciera el gol, pero su nivel estuvo lejos del Ortega que alguna vez estuvo entre los tres mejores jugadores de un Mundial. Todos sabemos –Aguilar también, y lo esconde– que un hipotético regreso de Ortega a River tiene más que ver con la presión de la gente y el afecto que podemos tener por tan querible tipo que por la ecuación que el Burrito de hoy pueda cambiar.

River está último porque el plantel no es todo lo importante que merece semejante club. Suena doloroso, pero está claro que es así.

Independiente también es un horror. Sus jugadores tienen el dudoso privilegio de ser los de peor estado físico del fútbol argentino. No se puede afrontar un campeonato serio sin pretemporada, con vacaciones más largas de lo aconsejable y, mucho menos, con la falta de compromiso con la historia del club con la que lo hicieron los futbolistas que se pusieron la camiseta roja en este Apertura. Es más, en una comparación con River (el otro grande en situación de colista), Independiente también pierde: River, al menos, mereció mejor suerte en algunos partidos que empató o perdió, como con Newell´s o San Martín. El Rojo siempre mereció las derrotas.

Racing hizo como los gobiernos del país: administró la pobreza. Y Vélez creyó que estaba para pelear el campeonato, pero se enteró –tarde– de que si un equipo no es sólido y ordenado, difícilmente pueda trascender. Lo mismo para Newell’s: cuando tuvo que jugarse en serio para estar en la pelea final, ganó un partido de seis y se cayó. Eso es falta de jerarquía.

Huracán vive en un cambio permanente de jugadores y entrenadores y el resultado, en este contexto, será siempre más cercano al que sufrió ante San Lorenzo que a una victoria. De Gimnasia de Jujuy, el periodismo oficial dice que “juega bárbaro”, pero la realidad es que si “jugara bárbaro” hubiese sacado algo más que un punto de visitante. Godoy Cruz, en cambio, no juega bárbaro: juega mal y está donde merece.

Estudiantes y Argentinos se dedicaron a la Sudamericana y Banfield, Arsenal y Colón navegaron en la intrascendencia. Da la impresión de que, si sigue embromando, un día Rosario Central se va a ir al descenso, y Gimnasia, con sus experimentados jugadores/emblema y el nuevo rumbo que le dio Leo Madelón, puede sacar la cabeza.

A esto sumémosle el bajísimo nivel arbitral y la organización china que hace jugar a un equipo grande un viernes a las siete de la tarde, cuando la mayoría del público sale de trabajar y conseguir un colectivo o un taxi o andar con el auto es una odisea. Los jugadores siguen diciendo que la incentivación está bien “porque es para ir para adelante” y nadie los corrige ni los educa.

Lo que funciona bien es la matemática: a los medios les viene de perillas que cuatro equipos peleen la definición y dos de ellos sean Boca y San Lorenzo. Todo es muy emocionante. Pero el juego no lo fue. Volvimos a ver un torneo malo, sin figuras, mal organizado, mal arbitrado y con publicidad estática en lugares que antes estaban ocupados por hinchas. Un día, la gente se va a cansar y las tribunas van a estar aún más vacías de lo que están hoy.