Del elenco de principales figuras que acompañaron a Perón desde el inicio de su ascenso como líder político en 1943 hasta su caída en 1955, pocos personajes hubo más ubicuos, polifacéticos e influyentes,desde un primerísimo segundo plano, como AlbertoTeisaire. Su papel será clave durante la dictadura instaladatras el golpe de Estado del 4 de junio de 1943,hasta convertirse en aliado y socio político del ascendente coronel del GOU y ministro al frente de varias carteras simultáneas, en aquel año 45 en el que sucedieron tantos acontecimientos trascendentes para el país y para el mundo. Arquitecto del 17 de Octubre, aquella jornada que marcó un punto de inflexión en la Argentina, e ingeniero de la campaña electoral que consagrará al candidato laborista como presidente en febrero de 1946, contribuirá a la modelación del nuevo movimiento político que cambiaría el curso de nuestra historia política. Luego, con Perón en la Presidencia, tres veces será elegido senador nacional (1946, 1949 y 1952), será presidente del Partido Peronista y la espalda institucional del gobierno en el Congreso hasta su llegada a la Vicepresidencia de la Nación, en el segundo mandato de Perón, como resultado de las singulares elecciones que se realizaron para cubrir ese cargo en 1954. Un trayecto que lo transformó en una figura tan necesaria e ineludible como desdibujada en sus contornos personales y sujetada férreamente a las características personalistas del liderazgo al que tributaba.
La biografía de Teisaire se puede reconstruir a partir de su participación en los momentos más relevantes de la historia del peronismo, entre 1945 y 1955, aunque su trayectoria precede y sucede a ese período con aristas inconfundibles. Fue uno de los marinos con más brillante foja de servicios, pero la historia naval lo borró de sus anales cuando saltó a la política. Fue una personalidad de primera línea en la política nacional y, sin embargo, no existen hasta el presente trabajos específicos dedicados a estudiar su figura y su lugar en nuestra historia. Este es el primer interrogante que el autor de este libro se propone dilucidar compartiendo con el lector la reconstrucción de estos fragmentos de nuestro pasado: ¿por qué razón un personaje con semejante papel, en momentos decisivos de la historia del país, permaneció inadvertido y no mereció hasta ahora un interés específico o un estudio biográfico más minucioso? La primera respuesta tentativa nos llevará a la escasa atención que se le dio durante décadas a las llamadas segundas líneas del liderazgo peronista, deuda que comenzó a ser saldada en los últimos años por historiadores que se dedicaron a investigar sobre esta temática. En el caso de Teisaire, el hecho de no haber dejado memorias, escritos personales ni documentación contribuyó a dificultar la investigación sobre su figura. Una segunda respuesta posible, frecuente en quienes tienen presente el lugar que le cupo, es el increíble vuelco que tomaría su destino político cuando Perón fue derrocado. Su actuación pública terminó tan mal, sostendrían algunos estudiosos y memoriosos, que el ostracismo de sus últimos años concluyó sepultando el recordatorio de su paso precedente por las máximas responsabilidades. Podría entenderse que los políticos -peronistas y no peronistashubieran decidido relegarlo a un lugar secundario o marginal, pero ¿cómo se explica que lo mismo ocurriera con los historiadores? (...)
A medida que su participación en la cúspide del poder se fue haciendo más notoria, el jefe naval y ministro militar, el ministro político, el senador, el presidente del partido oficial, el convencional constituyente, el vicepresidente de la Nación, aparecerá junto a Perón en cuanto acto oficial, visita, recepción y reunión importante mereciera la atención pública. Y así quedará retratado en cientos de fotografías, siempre atento, los ojos saltones, el rostro adusto, a veces sonriente, por lo general severo. Pero es posible advertir, revisando esos documentos gráficos un detalle singular: en las imágenes captadas por los reporteros gráficos será difícil encontrar alguna escena en la que Teisaire y Perón se miren a los ojos. Sus rostros y miradas se buscan y se eluden. Perón depositaría en él una extraordinaria confianza y le encargará las misiones más delicadas, pero difícilmente exprese elogio alguno hacia su persona. Más bien al contrario, habrá varios testimonios que dan cuenta de palabras que trasuntan cierto desdén o prevención. Esa actitud sería recíproca: pese a su extremo sentido de la fidelidad, Teisaire mantendría una prudencial distancia de la intimidad del líder y no disimularía su escasa simpatía hacia Evita.
Hay muchos otros ingredientes que hacen de él un personaje misterioso, tan cerca de los acontecimientos políticos más destacados como desdibujado en las crónicas e inscripto en los terrenos de la leyenda y la fábula. Alberto Teisaire no fue solamente el único vicepresidente de la historia argentina surgido de una elección específica para ocupar ese cargo, y el único que pasó algunos años de su juventud bajo el agua, en un submarino norteamericano y en plena guerra. Fue también el único militar argentino que tuvo la oportunidad de reunirse mano a mano, y en el mismo año, con el presidente Franklin Delano Roosevelt, el príncipe de Gales, el dictador Adolfo Hitler y el ex rey de España Alfonso XIII. Y quien protagonizará una misión reservada ante el Foreign Office británico para comprar las islas Malvinas.
Todo eso fue cierto; es verídico y está documentado. Pero otros tramos de su vida fueron objeto de imaginerías e inventos; los que, sin embargo, encontraron asidero y fueron tomados como reales. ¿cuál era su verdadero apellido?, ¿cuáles sus auténticas convicciones políticas?, ¿quiénes eran sus amigos y quiénes sus enemigos?, ¿en qué circunstancias muere? Datos biográficos tan básicos como los que se enumeran serán fruto de versiones contradictorias sin pruebas fehacientes, aunque verosímiles, para quienes estuvieron cerca de él o tomaron nota de su paso por los momentos más decisivos de la política nacional durante los veinte años claves que van de 1943 a 1963. Una de las hipótesis centrales de este libro es que a través de Teisaire uno puede recorrer la historia política argentina del siglo xx desde una colectora secundaria o pasillo subterráneo, y encontrarse con aspectos menos visibles de sus distintos nudos de entrecruzamiento problemático. En primer lugar, entre la política nacional y la política del interior del país que se fue conformando en torno a las realidades provinciales. Dentro de estas últimas, en la relación entre la política mendocina, con sus propias peculiaridades, y la de la capital del país, epicentro de las grandes decisiones. En segundo lugar, en las relaciones entre civiles y militares, las que signaron la política argentina del siglo xx con su marca de inestabilidad institucional, golpes de Estado y luchas facciosas entre las élites dirigentes. Dentro de la política de partidos, en las disputas entre conservadores y radicales; y dentro de la política militar, en las relaciones entre la Marina y el Ejército. En tercer lugar, dentro de las grandes corrientes de pensamiento, en las confluencias, divergencias y antagonismos entre nacionalistas y liberales, y luego, en el trazado de la partición de aguas entre peronistas y antiperonistas. Además, en las consonancias y disonancias entre la política interna y la política exterior, y entre políticos, militares y periodistas, ese intrincado campo de gravitación en el que se decidía la suerte y desgracia de unos y otros en las luchas de poder; y también, entre la política visible, la que se despliega en el escenario de los partidos políticos, gobiernos y medios de comunicación, y la política subterránea de las intrigas palaciegas, operaciones encubiertas y actuaciones de grupos secretos y logias. Teisaire fue el personaje que eslabonó en distintos momentos todas estas facetas y engranajes, de manera sucesiva o simultánea (...)
Su paso por la historia se irá borrando y él se llevará a la tumba impresiones, datos, motivaciones, documentos. Seguramente no imaginó nunca que alguien lo rescataría del olvido cincuenta años después de su muerte, como un galeón hundido que es rescatado del fondo de los mares de nuestra historia. O tal vez sí, y esa fue su secreta astucia. Eso parece estar diciendo en esas fotos que quedaron como registro indeleble: A este tipo (Perón), lo inventé yo... O al menos, no estaría allí si no me hubiera tenido a mí aquí, a su lado.
*Politólogo y periodista.