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UN PAIS EN SERIO

Traición,traición, qué grande sos

De tanto peronista dando vuelta en las alianzas presentadas, en las elecciones se estaría incumpliendo el cupo gorila.

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“Si todo el mundo toma la garrocha y dice lo contrario de lo que decía, lo hace en nombre de fines superiores.” | cedoc perfil

—Bueno, listo –dice Carla, mi asesora de imagen, sentada sobre mi escritorio, cruzada de piernas, mientras le manda un mensaje en Telegram a un importante operador peronista del Gobierno–. Ya están las fórmulas. Alberto-Cristina es la de Les Fernández. Cambiemos lleva a Macri-Pichetto. Y la avenida del medio a Lavagna-Urtubey.
—¿Avenida del medio? –pregunto, sorprendido.
—Bueno, vamos a ver si es avenida o pasaje peatonal –responde Carla–. Aunque en principio no parece haber mucho margen para ese espacio. Ojo, en principio.
—¿Vos decís que se impone el voto-grieta?
—Te diría que sí, pero esto es la Argentina y nunca se sabe. Si Alberto Fernández es el candidato a presidente de Cristina, y si Pichetto es el vice de Macri, puede pasar cualquier cosa.
—Hay que reconocer que la cosa se puso divertida con tantas sorpresas –digo.
—Sin dudas –admite Carla–. Y eso es un buen consuelo cuando no se escuchan propuestas por ningún lado.
—¿Cómo que no? Hay propuestas de todo tipo por los lugares en las listas de diputados y senadores.
—Es cierto –afirma Carla–. Estas elecciones están marcando la consolidación de un modelo.
—¿Un modelo económico, de república, de distribución del ingreso, de producción?
—No, un modelo de rosca. Un modelo en el que quien más se beneficia es la gente.
—¿Vos decís? –pregunto, sorprendido.
—Por supuesto –responde Carla–. Con este modelo se beneficia la gente. La gente que se dedica a hacer encuestas, asesoría de imagen, focus groups, trabajo de vestuario, coaching, manejo de redes, peluquería…
—¡Pero vos sos mi asesora de imagen! ¿Estás criticando tu propio laburo?
—¡Por favor! ¡Ni se te ocurra! La asesoría de imagen es uno de los trabajos más nobles que existen, junto con el de maestro rural.
—Me parece que estás exagerando –digo–. Además, te veo un poco escéptica respecto de nuestra democracia en general y de estas elecciones en particular.
—Para nada –responde Carla–. Lo bueno de estas elecciones es que permiten limar algunas asperezas históricas en la política argentina. Y desterrar algunos males.
—¿Como cuáles?
—El de los traidores.
—¿Vos decís que no existen traiciones? –pregunto.
—Al contrario. Hay tanta traición que no tiene sentido seguir usando esa palabra. La garrocha viene siendo el deporte olímpico preferido de la dirigencia política. En ese contexto, Pichetto, más que Frank Underwood, parece un monje tibetano.
—Otra vez estás exagerando…
—Es como cuando Barrionuevo habló de corrupción –dice Carla–. En su momento fue un escándalo. Hoy es un juego de niños. Y niñas. Y niñes.
—¿Vos decís que nadie resiste un archivo? –pregunto.
—“Archivo”: otra de las palabras que habría que desterrar para siempre de la política argentina. Tampoco tiene sentido andar revisando nada.
—Pero hay cosas que sí habría que revisar, porque se están cometiendo grandes injusticias.
—¿Como cuáles? –pregunta Carla, mientras cruza las piernas para otro lado y toma una taza de té.
—En principio, de seis candidatos hay una sola mujer y es candidata a vice. Creo que no se estaría cumpliendo el cupo femenino. Y mucho menos la paridad.
—Es una forma de ver las cosas. Podríamos decir también que de seis candidatos, cinco son peronistas. Y en ese caso lo que no se estaría cumpliendo es el cupo gorila.
—¡Es como decía el General! –exclamo–. ¡Todos son peronistas!
—Veo que vas entendiendo cómo funciona la política argentina.
—O sea que todos son peronistas y todos son traidores –comento.
—Mmm… ahora te estás postulando para el cupo gorila –dice Carla–. Ya dijimos que tenemos que dejar de usar el término “traición” porque ya no tiene sentido. Además, quien avisa no es traidor.
—¿Y quien no avisa? –pregunto.
—Tampoco. En todo caso será una persona con capacidades de aviso diferentes.
—Al menos hay que reconocer que si todo el mundo toma la garrocha y dice lo contrario de lo que decía unos meses atrás, lo hace en nombre de fines superiores: la salvación de la república, del modelo productivo, de la democracia, de la patria, de la gente…
—Exageración mata traición –afirma Carla.
—¿Y quién creés que podrá solucionar los problemas de la gente? –pregunto.
—Quien gane.
—No entiendo.
—Claro, quien gane podrá solucionar los problemas de su gente. Y quien pierda, deberá esperar algunos años.
—Pero yo hablo de la gente en general.
—Eso no importa –concluye Carla–. ¿Vos no escribís una columna política? Bueno, entonces hablá de la rosca, que es lo único que importa. Si te interesa la gente que está fuera de eso, dedicate a otra cosa. n