El diccionario de la Real Academia no reconoce el verbo “desgrabar” porque no expresa una reversión del proceso de grabar. Usado para las artes visuales y gráficas, “grabar” proveyó una metáfora eficaz para las técnicas de registrar sonidos. Las hubo gráficas (las escrituras y las notaciones musicales), mecánicas (el cilindro de bronce con pinches de las cajitas musicales, el rollo de cartón perforado de las pianolas, el cilindro de cera de los primeros fonógrafos y el surco estampado de los discos de acetato o vinilo), magnéticas (el alambre donde se grabaron algunos tangos, la cintas magnéticas y los discos y diskettes de las computadoras), electrónicas (memorias y pen-drives de computadoras), y ópticas, desde la vetusta banda de los films sonorizados fotográficamente hasta nuestros CD y DVD que recurren a la tecnología del láser para el registro y la recuperación de datos. Las oficinas de patentes del mundo están abarrotadas de iniciativas dispares de almacenamiento información y registros de sonido, desde biológicos, (cuyos antecedentes serían las memorias del loro y de los humanos, y su evolución serían variantes del código genético de algunas especies), hasta físico-químicos como los contemplados en las computadoras basadas en las propiedades de la materia, cuando a bajísimas temperaturas se libra de su vulgar condición de liquido, sólido o gas para convertirse en plasma. Desgrabar sería limar los pinches del cilindro de bronce de la cajita musical, lijar la superficie de discos y CD, emparchar los agujeritos de los rollos de pianola, desmagnetizar diskettes, cintas y alambres con la voz de Carlitos Gardel, derretir la cera de los cilindros de las fonolas, raspar el borde lateral de cada fotograma o fundir con la llama del encendedor la superficie espejada de los discos compactos. Tal como leer no es des-escribir, transcribir a forma de texto una grabación de voces humanas no es “desgrabar”, aunque nuestra máxima autoridad nacional llame “desgrabaciones” a los textos de discursos y diálogos transcriptos que publica la página web de su Secretaría de Cultura. Elegir “desgrabar”, como decir “vergüenza ajena” –que alude a un sentimiento “propio” que se llama “bochorno”– es efecto del mismo pensamiento analógico y simplificador que lleva a confundir lo que se declara con lo que se hace, a un encuentro de burócratas de secretarías y ministerios de la nación, las provincias y los municipios con un Congreso de Cultura, a un festival de lectura de papers con un debate de los temas pendientes de la cultura nacional, es decir, de todos los temas de la cultura nacional.