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Turismo maltés

Puedo agregar que conozco a alguien que vive en Valletta, la capital de Malta. Se trata del cineasta alemán Heinz Emigholz.

1-11-2020-Logo Perfil
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Malta es una república insular ubicada en el Mediterráneo. Solo hay nueve países soberanos más pequeños en superficie pero es el cuarto más densamente poblado. El idioma oficial de Malta es el maltés, único heredero activo del árabe que se habló en Sicilia hasta el siglo XIII. Nunca estuve en Malta, aunque escuché hablar del Corto Maltés, del halcón maltés y hasta de la Orden de Malta, que en algún momento gobernó las islas, así como lo hicieron los fenicios, los cartagineses, los romanos, los griegos, los árabes, los aragoneses, los franceses y, finalmente, los ingleses, hasta que Malta se declaró independiente en 1964. En fin, todos datos de la Wikipedia. A título personal, puedo agregar que conozco a alguien que vive en Valletta, la capital de Malta. Se trata del cineasta alemán Heinz Emigholz (en realidad, ese dato también está en la Wikipedia). 

Pero esta semana me acerqué a Malta de un modo inesperado: leí una novela de un maltés traducida del maltés. Se trata de Troyano, de Alex Vella Gera. Me pregunto cómo fue que a Blatt y Ríos se le ocurrió ese acercamiento hacia la literatura de un país tan ajeno. Aunque la edición cuenta con el apoyo de la Comisión del Libro de Malta, estoy seguro de que el camino que llevó a publicar la novela debe ser digno de conocerse. Lo cierto es que encontré irresistible la idea de leer a un autor maltés y el libro mereció la excursión. En primer lugar, porque ratifica una idea que la literatura contemporánea (que abandonó la tradición de pintar la aldea) tiende a olvidar, y es que los países y los territorios tienen particularidades locales, costumbres, tradiciones, historias y formas de vida que exceden a las que suponemos globales. Por eso es refrescante encontrar un relato que no se pierda en los meandros de un yo igual a todos ni se incline por lo deliberadamente exótico mediante la ficción de género. 

Vella Gera cuenta una historia maltesa, una historia tragicómica y claustrofóbica propia de una isla, que carga el peso del pasado y la carga de su provincianismo. Ġanni Muscat (con un punto arriba de la ge, particularidad del alfabeto maltés), es un escritor que se acerca a los 70. En realidad, publicó solo una primera novela de inspiración surrealista que fue bien recibida, pero no llegó más lejos. En el resto de su vida vegetó en un empleo público, se casó, tuvo un hijo que se hizo drogadicto, se convirtió en un fanático clerical y reaccionario que vive a contramano del mundo y en un tipo insoportable. Pero alguna vez este personaje oscurísimo, que está a la derecha de la derecha, fue simpatizante de los comunistas. En la bruma de su pasado se mezclan un secreto personal, la tristeza de un mundo gris, el pasaje al olvido de una promisoria generación de escritores malteses y una tortuosa historia política que se remonta acaso un siglo atrás, como lo sugiere la unión de las primeras frases de cada capítulo, que conforman el editorial de La Bandera Maltesa del 15 de agosto de 1914. Vella Gera construye una intriga cargada de sorpresas sobre la terrible destrucción de su protagonista y de su mundo, al que dedica una distanciada, secreta simpatía siempre que no implique ser complaciente con la bandera. No estoy muy seguro de querer visitar Malta, pero creo que conocí a un escritor.

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