COLUMNISTAS

Un año, un siglo

Fue hace nueve meses. El 26 de marzo pasado, cuando, en medio del conflicto con el campo, la Plaza de Mayo todavía estaba llena de cacerolas. Yo estaba –sin cacerola– haciendo periodismo en la misma plaza donde estuve en diciembre de 2001, previo a la caída de De la Rúa, o en julio de 1982, tras la derrota de Malvinas. Faltaba una hora para que Luis D’Elía y su grupo echaran del lugar a quienes protestaban contra el Gobierno, pero la avanzada de D’Elía ya estaba haciendo inteligencia.

|

Diputada Donda. Insulta a Fontevecchia en Plaza de Mayo.

Fue hace nueve meses. El 26 de marzo pasado, cuando, en medio del conflicto con el campo, la Plaza de Mayo todavía estaba llena de cacerolas. Yo estaba –sin cacerola– haciendo periodismo en la misma plaza donde estuve en diciembre de 2001, previo a la caída de De la Rúa, o en julio de 1982, tras la derrota de Malvinas. Faltaba una hora para que Luis D’Elía y su grupo echaran del lugar a quienes protestaban contra el Gobierno, pero la avanzada de D’Elía ya estaba haciendo inteligencia. Uno de ellos me pegó una patada en el pecho y, en el piso, varios me rodearon al grito de: “Andate porque te matamos”. Les hice caso y, mientras caminaba medio aturdido por Avenida de Mayo hacia la calle Chacabuco, donde está PERFIL, se me acercó alguien que entonces yo no sabía quién era: la diputada Victoria Donda, alertada quizá por el tumulto que a pocos metros había generado la patota de D’Elía, y me dijo:
—Vos sos Fontevecchia, sos un hijo de puta que apoyó a Videla, mi mamá estuvo desaparecida en la ESMA.
—Estás equivocada –le respondí–, yo también estuve desaparecido como tu madre. Cuando tenía tu edad, me tuvieron chupado en El Olimpo.
—¡Qué vas a haber estado chupado vos! Venís acá porque apoyás a la Sociedad Rural.
—No sólo estuve chupado, sino que también me pusieron a disposición del Poder Ejecutivo.
—Sos un mentiroso hijo de puta.
Conté en la nota que escribí, aún sin saber quién era: “Se fue corriendo, tenía los ojos llorosos y estaba visiblemente emocionada. Me hubiera gustado seguir conversando con ella. Si llega a leer estas líneas, le pido que venga a visitarme para mostrarle los diarios y las revistas de la época y continuar nuestra trunca conversación, para que ella saque sus propias conclusiones”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Es que, hacía pocos meses, una de las varias publicaciones que sostiene el Gobierno para atacar a opositores y al periodismo independiente me había dedicado una serie de tapas y carteles en la vía pública, contando exactamente la versión que –creyéndola– repitió sobre mí Victoria Donda. El episodio con la diputada me demostró la efectividad que tienen, al menos en el corto plazo, mentiras hasta por el opuesto, cuando cuentan con la caja de resonancia del dinero del Gobierno.
Pero las vueltas de la vida hicieron que no terminara el año sin que la diputada Victoria Donda y el sector que ella integra, Movimiento Libres del Sur, se alejaran del mismo kirchnerismo que nueve meses antes habían defendido apasionadamente. A pocas horas del fin de 2008, en un acto junto al Movimiento Libres del Sur y con la presencia de la diputada Donda, también oficializó su alejamiento del kirchnerismo el emblemático secretario de Prensa de Cámpora en 1973, el escritor y diputado Miguel Bonasso, quien allí dijo: “Este es un gobierno de centro derecha y conservador”. Criticó “la permanencia de las estructuras entre negocios y política que hoy se está consolidando”. Lo atribuyó a que “en general, en el poder uno deja de escuchar y cree solamente en su propio juicio”. Y agregó: “Es lastimoso que los intendentes del Conurbano sean la base política del kirchnerismo”.

Al igual que Victoria Donda, Bonasso había sido uno de los más entusiastas defensores del Gobierno durante la crisis del campo.
Los argumentos que los ex aliados del kirchnerismo esgrimen para justificar su alejamiento son los mismos que este diario viene publicando hace más de tres años, cuando hasta los dirigentes rebeldes del campo apoyaban al Gobierno. Que a los periodistas nos vengan a contar como novedad lo que publicábamos hace años, cuando no nos querían escuchar, no es algo novedoso. Luego, todos fueron antimenemistas de la primera hora, antidictadura o antikichneristas, como los que saben de fútbol cuentan que sucedió con el gol del Chango Cárdenas que hizo a Racing campeón del mundo en 1967: todos estaban allí.

Noche de Reyes. Al revés de lo que sucede con la popularidad del matrimonio presidencial, cuando lo que sucedió en un año parece de hace un siglo, por estos días tengo la sensación inversa con un tema personal, aunque indirectamente relacionado con la primera parte de esta contratapa. Hace treinta años, que a mí me parecen muchos menos, en la madrugada del 6 de enero de 1979, fui detenido por un grupo de tareas del Primer Cuerpo de Ejército, que me llevó a El Olimpo.
Siempre recuerdo la fecha, porque es difícil olvidar aquella noche de Reyes Magos, pero no llevo la cuenta de los años exactos que van pasando. Recordé, esta vez, que se cumplían treinta años, por la celebración del 50º aniversario de la Revolución Cubana. Es que me detuvieron el mismo día que había estado reunido con el embajador de Cuba en la Argentina, en la embajada de su país, solicitándole un reportaje a Fidel Castro, porque se cumplían los veinte años de su Revolución. Con la ingenuidad de los 23 años, creía que una nota equilibrada se podía publicar aun en la Argentina de la dictadura.
Todas las mañanas vengo a la editorial en el auto oyendo a Víctor Hugo por radio Continental, pero está última semana me interesó aún más escucharlo, porque transmitió desde Cuba, por los festejos de estos cincuenta años. Ese contacto diario me transportó al vigésimo aniversario de la Revolución Cubana, y a lo que había sucedido en mi vida cuando quise hacer algo parecido a lo que ahora hizo Víctor Hugo, pero treinta años atrás. Lamenté que mi negación me impidiera haber programado con tiempo imitar a Víctor Hugo, pero por lo menos despertó mi memoria y sí pude combinar una visita a El Olimpo pasado mañana, 6 de enero, donde volveré a recorrer mis recuerdos.

Cuando descubrí que se cumplían treinta años de mi detención, pedí hablar con Victoria Donda, quien días antes había estado en PERFIL haciendo el largo reportaje que se publica en esta edición (ver página 32). Como ella es la primera diputada hija de desaparecidos, pensé que podría resultarte un acto de solidaridad acompañarme el 6 de enero a El Olimpo, pero desde su oficina de prensa informaron que la diputada, después del reportaje, salió de vacaciones. Sí me acompañarán a recorrer lo que quedó de aquel campo de concentración el subsecretario de Derechos Humanos del Gobierno de la Ciudad, el ex kirchnerista, legislador y ex candidato de Telerman a legislador Helio Rebot, el jefe de prensa de la Subsecretaría, Edgardo Berón, e Isabel Ferrutti, quien también estuvo detenida en El Olimpo durante la dictadura.
Algunos lectores de PERFIL podrán recordar que estuve en El Olimpo, por primera vez desde la dictadura, hace dos años, cuando la primera condena a quienes estuvieron amparados por las leyes de Obediencia Debida y Punto Final cayó sobre el Turco Julián, jefe de interrogadores de El Olimpo. Al Turco, detenido en la cárcel de Marcos Paz, se le pidió un reportaje hace dos años y se volvió a insistir a partir de cumplirse estos treinta años. Sigo esperando su respuesta.