Como la agenda de los actores es absurda, no es inhabitual encontrarse trabajando cuando todo el mundo ha entrado en modo vacaciones. Hace 47 grados y grabo la segunda temporada de un programa sobre arquitectura vestido como para fingir elegancia. En nuestro programa seguimos, sudorosos, el rumbo de ocho arquitectas argentinas notables que han sabido hacer historia. Algunas de ellas están vivas y nos reciben con agasajos, nos muestran planos y encienden el aire acondicionado. A otras históricas (Itala Fulvia Villa, Odilia Suárez, Carmen Córdova) hay que ir a descubrirlas en locaciones puestas al rayo del sol. Hemos filmado mucho en el centro, hemos presenciado cómo se quemaba sin explicación la sucursal de un banco, hemos intentado en vano llegar a Plaza de Mayo (tomada por obras), hemos hecho varias veces la ruta de La Plata, esa ciudad dibujada antes de ser construida. Pero de pronto, el calor de diciembre es el calor de enero y la ciudad entra en ese modo vacación que no calza en la cabeza de ningún urbanista. Este modo incluye diversos estados de ánimo, modificaciones en la mendicidad y novedades en la circulación, pero tal vez el más significativo sea el de la pausa inmediata de la protesta social. Pese a que nada ha mejorado desde la última semana de diciembre (más bien todo lo contrario), la gente decide no manifestarse, como si en enero las calles se poblaran de otras personas que no eran las de la semana anterior.
El cambio de agenda es ridículo, como el cambio de año o los signos del zodíaco, pero así como hay diarios que publican horóscopos entre las noticias, también hay tapas irrisorias que serán motivo de mofa por las décadas venideras. Y sin embargo, esta dejadez, esta broma de calor, afectará sin compasión a los detenidos durante las manifestaciones de diciembre, que siguen a la espera de una justicia que empieza a vestirse de malla y antiparras. El caso más emblemático es el de Esteban Rossano. Tiene sólo 19 años. Se detuvo a ayudar a una mujer que defendía a los jubilados y a la que la policía había rociado con gases lacrimógenos, pero ahora está preso en Marcos Paz y el juez Bonadio –que parece ocuparse personalmente de estas cosas– pidió prisión preventiva. Los abogados de Esteban han demostrado la falta de pruebas en la causa, sólo instigada por un par de piedras que la policía plantó en su mochila. Este verano habrá cambiado para siempre la vida de este muchacho. Una periodista entrevista a los padres y les pregunta si el personal del penal lo ha golpeado mucho. Con toda naturalidad, la tortura se instala nuevamente como un tema más, diluido en el calor de las anécdotas del verano.
Es un desgano constitutivo: es enero. Lo que está mal seguirá estando mal y cuando empiece el año ya veremos. Es el abandono. Es la ciudad recorrida por zombis y turistas que eligieron el mes equivocado para estar acá.
