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Un ejemplo

La fortuna quiso que el miércoles pasado estuviera en el acto donde la Universidad de Nueva York le concedió el título de doctora honoris causa en Letras a la mayor leyenda actual del periodismo norteamericano: Helen Thomas (en esa misma ceremonia, junto a miles de alumnos, uno de mis hijos se graduaba en Filosofía y Economía).

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Critica de Bush. Helen Thomas, periodista decana.

La fortuna quiso que el miércoles pasado estuviera en el acto donde la Universidad de Nueva York le concedió el título de doctora honoris causa en Letras a la mayor leyenda actual del periodismo norteamericano: Helen Thomas (en esa misma ceremonia, junto a miles de alumnos, uno de mis hijos se graduaba en Filosofía y Economía). Además de Helen Thomas, el profesor de la Universidad de París y Premio Nobel de Física 2007, Albert Fert, recibió el título honoris causa de doctor en Física, y la oradora principal del evento, la canciller norteamericana, Hillary Clinton, recibió un doctorado honoris causa en Leyes.

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El discurso de Hillary no superó al del decano de la propia universidad, quien les recordó a los recién egresados varios de los mandamientos de Abraham Lincoln: “No se puede crear prosperidad desalentando la iniciativa individual. No se puede fortalecer al débil debilitando al fuerte. No se puede promover la fraternidad de los hombres admitiendo e incitando el odio de clases. No se puede progresar –un individuo o un Estado– cuando se vive del dinero prestado. No se puede formar el carácter y el valor cuando se despoja al hombre de su independencia e iniciativa. No se puede amparar a los hombres realizando por ellos lo que ellos puedan hacer por sí mismos”.

Argentina utópica. Pero el momento más vibrante de la ceremonia fue cuando la octogenaria Helen Thomas recibió su doctorado y los aplausos se prolongaron durante minutos. Helen lleva 65 años de periodista (comenzó en 1942 en el desaparecido diario Washington Daily News) y 48 años de acreditada en la Casa Blanca. Como decana de los acreditados, es la encargada de cerrar todas las conferencias de prensa presidenciales: comenzó con Kennedy, pasó por Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton, Bush hijo y ahora Obama.

Ya en 1959, Helen presidió el Club Nacional de Periodistas Mujeres, en 1961 fue la primera mujer en integrar la Asociación de Corresponsales Acreditados en la Casa Blanca, la que luego presidió en 1975, también la primera mujer en ser aceptada en el tradicional Club Nacional de Periodistas en sus noventa años de existencia, la primera mujer periodista que integró una comitiva presidencial durante el histórico viaje de Nixon a China en 1972, y ya en los 70 fue elegida “mujer del año” y una de las “20 mujeres más poderosas de Estados Unidos”. También recibió varios doctorados honoris causa, entre ellos el de la Universidad de Columbia.
Helen escribió varios libros: Memorias de la Casa Blanca, Primera fila en la Casa Blanca (ella ocupa el primer asiento en las conferencias de prensa), Gracias, señor presidente (así concluyen todas las conferencias de prensa y es Helen la encargada de decirlo), ¿Perros guardianes de la democracia?, y, el último, Escúcheme usted, señor presidente.

Este extenso currículum, sumado a que Helen cumple 90 años en 2010, podría hacer suponer al lector que se trata de una venerable anciana cuya figura dentro del periodismo es protocolar. Pero está muy lejos de ser así: George W. Bush, cansado de las preguntas de Helen, ordenó que ella perdiera su asiento en la primera fila y la obligó a sentarse en la última. Esto sucedió en 2006, cuando Helen le preguntó: “Su decisión de invadir Irak ha causado la muerte de miles de norteamericanos e iraquíes. Cada una de las razones que usted argumentó públicamente se terminaron comprobando falsas o no verdaderas. Entonces, ¿por qué realmente usted inició esta guerra?”.

Al asumir, Obama le restituyó su asiento en la primera fila de la sala de conferencias de la Casa Blanca, porque “sin un pueblo informado no hay democracia”.
Durante los ocho años del gobierno de Bush, Helen se radicalizó. Dijo que frente a muchos presidentes, por cortesía, había practicado diferentes formas de autocensura, pero que ya no aguantaba más porque estaba cubriendo “al peor presidente de la historia de Estados Unidos”.

Otra conferencia de prensa recordada de la era Bush fue cuando Dana Perino, secretaria de Prensa del gobierno, informaba sobre avances en la Guerra de Irak y Helen la interrumpió preguntado: “¿Usted quiere decir que estamos matando a mucha más gente?”.

La Guerra de Irak motivó a Helen a criticar a sus colegas por “falta de coraje” y por “la declinación de la calidad y la ética del periodismo político”. Ella espera que la lección que dejan los errores del gobierno de Bush haga renacer el “periodismo duro” en EE.UU. porque “a partir de las Torres Gemelas nadie se animó más a hacer preguntas penetrantes por miedo a ser acusado de no patriota”.

En lo personal, Helen también ha dado muestras de disciplina con sus convicciones. Ella ingresó a la Casa Blanca como corresponsal de la agencia de noticias United Press International (UPI) y en el año 2000, cuando la secta Moon compró UPI, Helen renunció a la empresa en la que había trabajado ininterrumpidamente nada menos que 57 años. Desde entonces, es acreditada en la Casa Blanca por la cadena de diarios Hearst.

De Frondizi a Kirchner. Para comprender qué representa Helen Thomas en la vida de los norteamericanos con nuestra perspectiva argentina habría que imaginar que, a partir del gobierno de Frondizi, se realizaran regularmente conferencias de prensa donde todos los presidentes sin excepción debieran responder las preguntas libremente formuladas de los acreditados en la Casa Rosada (a los que luego no se mata o despide, ni se toman represalias con los medios que representan), que esas conferencias de prensa fueran transmitidas por todos los canales de TV y que siempre tuviera la última palabra una periodista con la inteligencia e independencia de Magdalena Ruiz Guiñazú.

Periodismo = democracia. Nos cuesta imaginarlo porque nuestra propia historia como país hubiera sido otra si simplemente todos los gobiernos se hubiesen tenido que ajustar a la rutina de las conferencias de prensa, comenzando por que hubieran sido inviables las dictaduras. Una prensa libre con un papel destacado dentro de la sociedad es la mejor garantía de preservación de un verdadero sistema democrático. Conquistas así no se logran de la noche a la mañana, el periodismo y toda la sociedad tienen que pelear por ellas. Helen Thomas supo dar su pelea y legarles a las futuras generaciones el ejemplo de espíritu crítico que debe guiar a todo periodista y a todo intelectual.


Los lectores interesados en comprender más sobre cómo funciona el sistema de conferencias de prensa presidenciales en Estados Unidos pueden tipear Helen Thomas en YouTube. Allí encontrarán centenas de videos de Helen frente a Bush e incluso uno muy divertido en la cena anual de Free Press donde entrevista a un imitador de Bush (http://fon.gs/3ef460/).
Helen dijo a los futuros periodistas: “No duden, tendrán el mejor trabajo del mundo, pero tengan coraje para decir la verdad y hacer su contribución a ella”.