COLUMNISTAS
Asistencialismo

Un "ejército electoral de reserva"

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Aumento. Son casi veinte millones de personas. | cedoc

Cuando el afán de poder se torna obsesivo están dadas las condiciones para romper toda barrera ética e institucional; al punto de recurrir a estrategias de dominación utilizadas por grupos sociales que están en sus antípodas ideológicas. Es lo que ocurre en nuestro país con una fuerza política identificada con el socialismo bolivariano del siglo XXI, la que en su construcción de poder incluye estrategias que fueran utilizadas por la burguesía en los inicios del capitalismo, cuando se valió de un “ejército industrial de reserva” para favorecer su capacidad de dominación. Fenómeno denunciado por Marx como: “una superpoblación obrera producto necesario de la acumulación o desarrollo de la riqueza sobre base capitalista… un ‘ejército industrial de reserva’, un contingente disponible, que pertenece al capital de un modo tan absoluto como si se criase y se mantuviese a sus expensas”.

Ahora y en nuestro país esa fuerza política recurre a un “ejército electoral de reserva” creado en un proceso económico opuesto al anterior: el de un retroceso y subdesarrollo planificado. Estrategia que reconoce como antecedente la que varios gobernadores provinciales vienen poniendo en práctica para perpetuarse en el poder: desalentar el desarrollo económico creador de un empleo privado que permite al trabajador mantener su libertad de pensamiento y elegir libremente a sus gobernantes. Como resultado de esa política de los gobernadores semifeudales, un porcentaje de la población emigra, quedando en la provincia un contingente que depende para su subsistencia de la ayuda del Estado, la que es presentada por los gobernantes, y visto así por la mayoría de ese contingente, como un “favor” del gobernador al que hay que responder al momento del voto.

Esta herramienta de dominación que mantiene la figura de la democracia para conservar el poder es más complicada a nivel nacional, dada una población mucho mayor y con un pasado industrial que pese a sus deficiencias y limitaciones había creado un movimiento obrero con notable capacidad de lucha. Sus conquistas lo habían convencido de ser parte del poder, al que pertenecía por derecho propio, y por lo que todo lo que recibía era considerado fruto de esa pertenencia, de sus funciones productivas y de los derechos conquistados. Nunca como un favor o una “ayuda” dada por la generosidad del gobernante.

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Hasta que el persistente deterioro del proceso económico (que tuvo su primer estallido a comienzos de este siglo) fue agravándose y modificando el escenario sociopolítico; al punto que el movimiento obrero se ve acorralado por movimientos sociales que limitan sus demandas a planes, ayudas y otras formas de asistencialismo a cargo del Estado. Lo que modifica a su vez el universo electoral que se integra ahora con una buena proporción de desocupados, sumidos en una pobreza que se atenúa apenas con una ayuda del Estado que se presenta, una vez más, como la respuesta generosa de un gobierno al que hay que “reconocer” al momento del voto. Un ejército electoral de reserva que según un estudio de 2019 tiene una base poblacional de casi veinte millones que dependen del Estado, total o parcialmente, para subsistir. Un 221% mayor que en 2001, alcanzando ahora a un 44,5% de la población total.

Números que revelan la magnitud del problema y la importancia de ese ejército electoral de reserva al momento de elegir a los gobernantes de turno. Es en esos momentos cuando una buena proporción de ciudadanos piensa en los riesgos de perder el sustento básico para ellos y su familia, lo que influye inexorablemente en el resultado electoral. Y ese resultado es el que alienta a esos gobiernos para persistir con la misma política de estancamiento económico, desempleo y pobreza, generando un círculo vicioso que retroalimenta ese perverso proceso económico social que les da tan buenos resultados electorales.

*Sociólogo. Club Político Argentino.