No fue, la que pasó, una buena semana para el ministro de Economía. Haber tenido que anunciar el pedido de asesoramiento al Fondo Monetario Internacional a fin de dotar de credibilidad al Indec ha marcado una de las contradicciones más fuertes del Gobierno. El lo sabe. Ya no es un secreto que ese fue el motivo del fugaz viaje a Washington que hicieron hace unos días tanto Amado Boudou como el canciller, Héctor Timerman. Los apuraba la necesidad de frenar un informe crítico acerca de la nula confiabilidad de las cifras de inflación de la Argentina y de las posibles sanciones que ello le acarrearía al país junto con las dificultades enormes que ello supondría para llevar adelante la anunciada apertura de las negociaciones tendientes a cancelar la deuda remanente con el Club de París.
La contradicción quedó plasmada en la caricatura de Hermenegildo Sábat en la que se lo vio al ministro con los pantalones bajos. Esto molestó profundamente a Boudou, quien salió a desmentirlo en una conferencia en la que abundó la destemplanza de la que fue víctima la colega Mariel Di Lenarda.
“Boudou nos genera muchas dudas”, confiesa un operador clave del Gobierno. Su enfrentamiento con Mercedes Marcó del Pont es fuerte. La presidenta del Banco Central no deja de marcar las falencias técnicas del ministro, a quien la Dra. Cristina Fernández de Kirchner defiende cerrilmente.
Boudou, quien responde a las críticas con descalificaciones –“hablar de inflación es una burrada”, fue su frase “célebre” de la semana–, tuvo un momento ciertamente complicado en la reunión en la que el Consejo Académico de Evaluación y Seguimiento, integrado por profesores de las universidades nacionales de Buenos Aires, Tucumán, Rosario, Tres de Febrero y Mar del Plata, le entregó su informe sobre el funcionamiento del Indec. Las conclusiones del citado documento sobre la calidad de los índices y las condiciones de trabajo en el Instituto son lapidarias, y quedan muy bien expuestas en el siguiente párrafo:
“El examen realizado en el capítulo IV fundamenta la menguada confianza pública en el IPC-GBA (Indice de Precios del Gran Buenos Aires). En este sentido, no es posible considerar al IPC elaborado por el Indec como una medida fiable del nivel agregado de los precios del consumo, ni como un indicador adecuado para emplear como deflactor a efectos de estimar variables como el tipo real de cambio o el salario real o los niveles de pobreza. Los argumentos presentados por el Indec no levantan la duda sobe la calidad del índice, ni modifican la percepción acerca de la existencia de problemas en la estimación de la serie del IPC.”
La trama de la reunión indica que Boudou, quien trató de mostrase en todo momento optimista, se disculpó frente a los profesores por la demora en recibirlos, se mostró preocupado por la situación actual, lo que fue un reconocimiento de las anomalías existentes y que en público niega, y prometió una reunión futura para seguir analizando el tema.
La percepción de los profesores universitarios fue otra, ya que para ellos quedó expuesta una disociación entre la realidad deseada y la dada. Todos ellos se ilusionaron con la posibilidad de mejorar al Indec. En, cambio, se encontraron con una situación en la que las perspectivas de cambio son poco auspiciosas.
“Pedir asistencia al FMI para corregir los errores del Indec ha sido un grueso error. En la Argentina hay gente mucho más capacitada que la que hay en el FMI para tratar esto”, confiesa con amargura uno de los integrantes del consejo de profesores. Los estudiosos del tema explican que para pedir asesoramiento externo hubiera sido mejor recurrir al Consejo Económico y Social de los Estados Unidos o a los sistemas estadísticos empleados por Canadá.
La realidad de lo del FMI pasa por otro lado. “El Gobierno está desnudo y si cree que a los gritos y sin un aval del Fondo va a recuperar el acceso a los mercados de capitales, se equivoca de medio a medio”, explica un economista con buen conocimiento de lo que está pasando a estas horas en la economía del mundo. El Gobierno sabe esto y por eso el anuncio del FMI es algo que tuvo que aceptar a manera de gesto orientado a buscar la reconciliación del país con los mercados internacionales. En el Club de París ya han hecho saber que allí se negocia con quienes tienen buena sintonía con el Fondo. Hablando de negociación, la realidad es que todavía no hay nada. En el Club están esperando la propuesta de la Argentina. En principio, habrá que ver cómo se resuelve la controversia sobre la cifra adeudada ya que el Gobierno habla de seis mil quinientos millones de dólares y el Club, de siete mil millones.
La semana que pasó marcó el fin de las sesiones ordinarias del Congreso en donde el hecho más significativo fue el fracaso de la oposición. En ese ámbito, lo que está ocurriendo en la Unión Cívica Radical es, por momentos, patético. “Se habla de que a Gerardo Morales se lo confirmó como jefe del bloque tras una votación que, en verdad, nunca existió”, cuenta una voz de la bancada radical en el Senado, graficando así lo mal que están ahí las cosas a causa de las luchas de poder interno en las que abunda el egoísmo y la intrascendencia.
En el medio de todo esto, se han producido novedades que han dejado a Ricardo Jaime al garete. La situación del otrora poderoso y glamoroso secretario de Transporte de la Nación se ha visto seriamente comprometida frente a la divulgación de los mails obrantes en los expedientes judiciales, en los que ha quedado expuesto el modus operandi de una de las fuentes de corrupción más sonadas durante el gobierno kirchnerista. “Jaime ha demostrado ser un desaforado. Ha quedado librado a su suerte y acá nadie lo ve como alguien merecedor de ninguna protección. Siempre se tuvieron sospechas sobre lo que hacía. La verdad es que su situación es muy complicada”, señala una voz de peso dentro del oficialismo.
Jaime ha optado hasta aquí por el silencio o por acusaciones de una supuesta campaña en su contra, denuncia que la realidad ha venido demoliendo sin demasiadas dificultades. La pregunta que muchos se hacen es qué pasará cuando el peso de los hechos lo obligue a reconocer la verdad. En el Ministerio de Planificación hay quienes ya han comenzado a inquietarse. Las revelaciones públicas que se han hecho de unos pocos de los más de esos veinte mil mails descorren el velo sobre una metodología que compromete a empresas, dejan mal parado al gobierno de España y arrojan más sospechas al origen de los fondos de la campaña electoral que llevó a la presidencia a Cristina Fernández de Kirchner, ya manchada por el caso de los medicamentos truchos y la valija de Guido Alejandro Antonini Wilson. ¿Dónde quedó la promesa del kirchnerismo de combatir la corrupción?
Producción periodística:
Santiago Serra con la contribución de Laura Bartolomé.