A modo de parte diario, el de ayer fue un sábado de distensión para Los Pumas. Tanto como lo será este domingo. Distendido no solamente por el encuentro con familiares y amigos o por alguna excursión a Londres, a más de dos horas de tren de la concentración en Gloucester, que por estas horas ya será parte de la historia. Para el equipo argentino, la próxima escala será la concentración del seleccionado inglés de fútbol, en Leicester, sede de los partidos ante Tonga y Namibia. En realidad, nada de lo que pudieron disfrutar ayer y disfrutarán hoy –los entrenamientos se reanudarán mañana– hubiera tenido el mismo tono de no haber mediado la gran victoria ante Georgia.
Volvamos al concepto: el calificativo no obedece a la envergadura de un rival al cual siempre se derrotó, sino a las formas que se emplearon. Los Pumas sostuvieron permanentemente un plan de juego agresivo que se dividió en dos partes bien claras –el primer tiempo y el segundo– exclusivamente por la falta de soltura que hubo durante un tramo inicial tan ajustado y tenso que no permitió imaginar ni por asomo
el festival del segundo. Para evitar la reiteración de palabras que ya habrán escuchado y leído hasta el hartazgo desde el atardecer de anteayer en Kingsholm, les sugiero repasar las imágenes de los tries argentinos. Ni siquiera hace falta prender la tele. YouTube o la mismísima aplicación del Mundial de Rugby –una auténtica maravilla disponible para todos los dispositivos, sean tabletas, teléfonos o computadoras– les permite volver a disfrutar del cómo se logró mucho más que del qué se logró. Es más. Los desafío a que si ya vieron esas jugadas, las repitan comenzando de un poco más atrás. Así disfrutarán a pleno de varios de los mejores momentos de rugby que se vieron en el torneo.
Sin embargo, Georgia ya es historia. Y así como después de Nueva Zelanda, la Argentina necesitó dar vuelta la página, rescatar lo bueno y no olvidarse de lo malo –sólo algo de lo primero se logró en los primeros 40 minutos ante los ásperos georgianos–, ya mismo es el momento de olvidarse de aquel idílico final de fiesta y concentrarse en Tonga, un rival tan peligroso como distinto de Georgia. Cuestión de números: el contundente triunfo del viernes le permitió al equipo de Hourcade sumar cinco puntos –cuatro por la victoria y uno más por apoyar cuatro o más tries–; previendo un triunfo holgado ante Namibia, tal vez el equipo más modesto del torneo, la Argentina podría avanzar a los cuartos de final aun perdiendo por escaso margen el próximo partido del 4 de octubre. Tal el valor de la goleada a Georgia. Desde ya que no sólo nadie especula con esa idea, sino que es fácil imaginar que el entrenador ponga ante Tonga el mejor equipo a mano. A propósito, sólo mañana se sabrá el nivel de gravedad de la lesión de Juan Martín Hernández. A riesgo de ser atrevido, entiendo que si los estudios no se hicieron antes será porque no hay ninguna urgencia ni riesgo al respecto.
Luego, el Mundial en sí ya sin tanta obsesión Puma. Con la menesterosidad previsible de italianos y canadienses; con la tremenda recuperación de Sudáfrica –Samoa pagó carísimo la fiesta japonesa– y ese clásico más que centenario entre ingleses y galeses que vistió a Twickenham con la misma emoción de aquella primera vez, hace 105 años; con la vibración eterna de un clásico que comenzó a jugarse en 1881. Un Mundial que se vive en Inglaterra como difícilmente se viviría en otro lugar del planeta. Tal vez por cuestiones ancestrales: a una hora y media de Londres queda el Colegio de Rugby, allí donde William Webb Ellis decidió recoger la pelota con la mano en medio de un partido de fútbol y nadie supo qué cobrar. Tanta fue la confusión que provocó que pasó poco tiempo antes de que, en el denominado Gentlemen’s Agreement (Acuerdo de Caballeros) el juego se dividiera entre Fútbol Asociación y Rugby Fútbol. Desde ya que no será por culpa de Ellis que uno encuentra hinchas de rugby por cada lugar de referencia de Londres. Tampoco que casi no se consigan entradas para la mayoría de
los partidos.
A propósito. Líneas atrás mencioné las bondades de la aplicación oficial del torneo. Si entrasen en este mismo momento y se registraran, podrían comprar on line tickets para cualquiera de los mismísimos tres partidos de hoy, empezando por Australia-Uruguay. Entonces, si ahora mismo uno podría comprar entradas, ¿dónde está ese famoso suceso de asistencia del torneo? El éxito de concurrencia está en que, a la hora de los partidos, esas entradas están agotadas. Parte del éxito es que exista un sistema que permita poner a disposición del hincha cualquier tipo de cancelación de reserva o de devolución de último momento. Y eso es lo que se consigue con la aplicación. Ah. Las entradas se retiran en la ventanilla principal del estadio donde se juega el partido, contra presentación de documento y tarjeta de crédito. Y si te toca una asistente medio chúcara, hasta te preguntará la primera línea de la dirección de tu casa. Doy fe de ello. Cualquier similitud con AFA Plus o la cámara oculta a Segura entregando entradas en el hotel del seleccionado durante Brasil 2014 es consecuencia de un riesgoso consumo de alucinógenos. La fiesta continúa. No debo arruinarla con pensamientos de mal llevado.