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¿Algo nuevo?

Un primero vos de enero

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Otro año. El aire del verano huele a pasto, olé. No te niegues, cuidado con los sentimientos frágiles. | shutterstock

Ponele que te levantás bien, descansado, enérgico, reciclado, nuevo, a estrenar. Que saltás de la cama, te metés en el baño, salís duchado, afeitado, peinado, perfumado, dando saltitos delicados, raquetazos suaves, de volea, con la elegancia de un Federer. Un Roger que se acerca al espejo y consuela a su rival, un Nadal con tu cara, ponele, al que dejó en cero. Vos, un Federer andando por la casa en ojotas negras, toallón blanco doble, suave, ajustado a la cintura, luciendo lomo magro antes de vestir el pantaloncito blanco recién planchado y la chombita azul marino sin una arruga.

Ponele que te sentás al fresco de la mañana a beber el primer café de una poderosa máquina italiana para seis tazas, que te espuma la leche. Ponele que le sonreís al sol como Usain Bolt al público mientras le saca ciento cincuenta metros de ventaja al segundo en los doscientos con vallas. Ponele que levantás la tapa del tiempo como si fuera un piano, con los dedos en el aire, inquietos ante la inminencia del goce. Tenés que elegir, decidir, ¿qué teclas tocar para iniciar la melodía de los días sucesivos? ¿Algo nuevo? ¿Una que ya sabés? Te vas a escuchar. Te van a escuchar.  

Ponele que no. Que todavía tenés un bidón de cerveza en la cabeza. A medio llenar de valor y temor, que el lomo se te hizo mondongo, el gemelo un garrón, pero aun así te sentís bien. No importa cómo puede ser eso. Poné en pausa las preguntas boludas que te hacés. Es un supón, gil. Suponé entonces que amanecés con la sensación clarísima de que el boludo, es decir vos, fue. No tengas en cuenta la mirada ajena. Para quien te conozca no se va a notar mucho el cambio.

Tocá la tecla del día. Escribí tu canción. El esperado año, el famoso año que viene, aquí está. Todo tuyo

Visto desde afuera, sos el mismo que desayuna ese laxante destilado de relato, versos y mentiras. Ellos no saben que al fin te recibiste. Que te doctoraste en boludo argentino. Un diploma valorado en todo el mundo. Un boludo saltarín, capa de Superman, tatoo del Diego, aspirante al título mundial de los moscas que golpea los guantes entre sí, se quita el protector bucal y chamuya: vení año, vení que te lastimo. Un boludo que liga mucho pero vuelve por más. Un boludo que alguna devuelve. Sabe sacar un directo de izquierda. Pega donde duele a los que se protegen los ojos con la derecha.

Ponele que el faso no tuvo nada que ver. Que no es tampoco la consecuencia química del blend de pastillas verdes, rosas, azules, que tragás con las copas de vino tinto. Ni el resultado de ruegos, oraciones, meditación, mantras, imanes de heladera, tips de autoayuda, la guita invertida en terapia, el retiro espiritual, la dieta de la luna, algo físico, salir a correr, yoga, zumba, spinning, pesas, flexiones de brazos. Se dio así, boludo. Y ahí lo tenés, listo para usar.

Ponele milagro si necesitás etiquetarlo. ¿Qué edad tenías cuando te conmovieron con citas, consignas, frases en la pared, mientras te choreaban años de vida? La cuestión es que durante la larga, interminable, noche que comenzó cuando te dormiste, o te durmieron, soñaste muchas veces esto que te pasa. Que al amanecer, después de vomitar durante la madrugada todas las puteadas en la fiesta de despedida del boludo que eras, te sentías increíblemente vacío de esa ponzoña que te remordía el intestino. Y ahí estás ahora, inaugurando doble apellido. Sos un primero vos de enero.

Aturdido por el silencio, disfrutando de sentir cómo se alivian los pesados malestares, flamante, sólido, potente, con destellos de estrellitas, esperás en el centro del cuadrilátero que los fantasmas del pasado salgan de sus rincones para darles pelea, convencido de que todo es aún posible. Amagá, dales un susto, olé. El aire del verano huele a pasto, olé. No te niegues, no cierres la puerta tan fuerte, cuidado con los sentimientos frágiles, no me manches la esperanza con tus consignas, tus dogmas, tus veinte verdades, tus jodidos comentarios de fanático, no me rayes el deseo.

Tocá la tecla del día. Escribí tu canción. Una siempre sale. Nunca alcanzan a decir todo lo que de verdad sentís, pero valen, consuelan. ¿Hay algo que te haga más feliz ahora que escuchar tu voz cantar a los gritos? El año, el esperado año, el famoso año que viene, aquí está. Todo tuyo.

 

*Periodista.