Como es hoy día de elecciones y no deseo que sea malinterpretado alguno de mis conceptos, con lo que podría violar sin desearlo el necesario silencio para la reflexión de los ciudadanos y las ciudadanas, citaré en principio –como lo hice el domingo 20 con Javier Darío Restrepo– a otro de los grandes maestros del periodismo, a quien ya he recurrido muchas veces. Los lectores sabrán comprender, asumo, que lo que digo hoy pretende ser un sencillo aporte al mejor conocimiento de las políticas comunicacionales en este y otros medios, y también en las redes sociales, que son, hoy, los instrumentos más efectivos (y a la vez, menos confiables) para llegar antes y sin tamices a sus destinatarios, la gente común.
Decía el periodista Ryszard Kapuscinski –polaco, corresponsal de guerra, referente imprescindible para quienes ejercemos este oficio– que su larga experiencia le había enseñado que “informar es explicar lo que pasó y la importancia que eso tiene para el país, la región o el mundo”. Y agregaba, como advertencia y afirmación: “Pero resulta que nos encontramos con la cabeza llena de cientos de pequeñas informaciones superficiales, a través del peligroso desarrollo de la información electrónica e instantánea por la que tanta gente se emociona y agita, y al final te encuentras con que tienes mucha información que no te dice nada, y entre más información recibes, menos entiendes. En ese sentido informar es desinformar, y para mí, informar es acercar al lector al entendimiento del mundo”.
En los últimos tiempos, la influencia grande de redes como Facebook, Twitter e Instagram ha ofrecido un cúmulo de imágenes y textos breves que pretenden interpretar lo que constituye un complejo entramado político y social en distintas partes del mundo, particularmente América Latina. Nuestros vecinos o países cercanos están hoy en medio de situaciones convulsivas, cargadas del enojo de buena parte o la mayoría de sus habitantes por políticas llevadas adelante por sus gobiernos. Cada quien tiene el derecho de tomar partido en estos conflictos (en casos, crecientes) que ponen en jaque la estabilidad de la región.
El Manual de Etica Periodística del International Center for Journalists señala que “entender lo que pasa, después de un proceso pausado, como el que ocurre en todas las tareas del entendimiento, contribuye a la convivencia; para convivir es necesario comprender y entender a las otras personas. El apresuramiento, por el contrario, está más cerca de lo emocional e impulsivo que de lo inteligente”. En esa línea, puntualiza el manual, es bueno tener en claro para qué y por qué los medios difunden noticias:
- Porque “es el negocio de la empresa (noticiero, periódico, canal de TV, estación de radio, etc.). A más noticias, más gente que sintoniza o lee, y a más gente más publicidad y, por tanto, más dinero”.
- Para que la gente “entienda mejor lo que sucede y pueda influir en los hechos. En este caso, lo importante es que entiendan y actúen. El tiempo necesario para procesar estas noticias puede ser largo o corto, pero su duración no es lo que importa y el tiempo está subordinado a la intención principal: que se entiendan bien los hechos.
- Para “entretener a las audiencias y para mantenerlas cautivas. Una noticia rápida, breve y que se comprenda sin mucho esfuerzo es una buena respuesta a la curiosidad de la gente”.
En un día como hoy, lo mejor será no entretener sino profundizar, no ser superficiales, no someterse a la dictadura de los mensajes cruzados de unos y otros lados, estar atentos, y –lo más importante– votar con convicciones firmes.