COLUMNISTAS
opinión

Una entrevista

El copete de la nota define a Balibar como “pensador marxista francés”. De esas tres palabras, la primera y la tercera son ciertas.

Etienne Balibar
Etienne Balibar | Twitter

Me contaron que Hernán Iglesias Illia está escribiendo un libro, que será firmado por Macri, llamado París y cacerolas, la lucha es una sola. Pero no lo creo, me parece que son rumores infundados de los que no hay que hacerse eco. Una pena, porque los libros de los presidentes sirven para revitalizar el alicaído mercado editorial. Sinceramente. Entre tanto, van pasando cosas raras en medio de la cuarentena. Por ejemplo, yo salgo de casa solo una vez por semana para ir al supermercado, a dos cuadras, en un barrio de Capital Federal muy cercano al que alguna vez Néstor Sánchez bautizó como La Siberia. Nunca hay nada. Nunca pasa nada. Creo que hasta en el campo hay más vida urbana que en mi barrio. Sin embargo, ayer apareció un inmenso grafiti que decía: “Clarín es el enemigo de la democracia”. De inmediato le di la razón, pero rápidamente recordé que no tenía que desviarme de mi objetivo –aprovisionarme por siete días– y que la calle es hoy un lugar por el que solo hay que circular raudamente, así que no me detuve demasiado. Hablando de esas cosas –o de otras, ya no recuerdo qué venía diciendo– en Ñ (revista cuya dignidad siempre valoro, teniendo en cuenta quién es la patronal), leí una entrevista sumamente interesante a Étienne Balibar. De Balibar siempre recuerdo La Crainte des Masses –El temor a las masas (Galilée, París, 1997)–, gran libro sobre la tradición que va de Spinoza hasta más allá de Marx, lamentablemente aún inédito en castellano. Pero la entrevista no versaba sobre esos asuntos sino sobre el paisaje político contemporáneo en la situación de pandemia o de una eventual pospandemia. En el copete de la nota se lo define como “pensador marxista francés”. De esas tres palabras, la primera y la tercera son indudablemente ciertas. La del medio –marxista– amerita toda una serie de cuestiones. Cercano a Althusser en su juventud, y cercano siempre a Rancière, Marx es por supuesto una referencia central. Pero al mismo tiempo, y sobre todo, Balibar es un pensador de lo político, lo que presupone la apertura de discusiones precisamente en torno a la autonomía de lo político, asunto ausente en las lecturas marxistas ortodoxas, donde lo político es resumido a mera reproducción del orden económico-ideológico. Balibar no comete esta reducción, pero tampoco el olvido (nunca casual, siempre interesado) de cierta ciencia política actual que, al pensar exclusivamente en términos de autonomía de lo político se saltea las determinaciones económicas e ideológicas que rigen eso que, de manera cada vez más caricatural, seguimos llamando “Estado de derecho”. Interrogado sobre el rol del Estado en la nueva coyuntura actual, Balibar responde en Ñ con una precisión absoluta: “Hay algo paranoico en las descripciones que las grandes mentes nos ofrecen en este momento de una evolución irresistible del estado de excepción que es el confinamiento, hacia una sociedad totalitaria. Pero esta dificultad no se resuelve con el ‘retorno a los principios’ del Estado de derecho, ya que tiene su origen en esos mismos principios. Más bien apuntaría a obligar a un Estado que se había dedicado por completo a los intereses de la clase dominante a ponerse al servicio público, incluso retirando los recursos necesarios de la economía de mercado y movilizándolos de manera racional bajo un control democrático”.