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HEREDEROS?

Una peronización que desperoniza

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El peronismo está experimentando una curiosa metamorfosis llamada a tener una trascendencia importante: se expande y monopoliza el escenario político-electoral, al tiempo que pierde su carácter de propuesta partidaria (de una parte). Pero no se expande en línea con aquello de “los argentinos somos todos peronistas”, sino como una estrategia política que pone el foco en el hacer, en las cosas, orteguianamente.  
La expansión se da de hecho cuando los tres candidatos que hoy presentan las mejores posibilidades de llegar a la presidencia muestran rasgos propios del peronismo; con los diferentes matices que siempre lo caracterizaron. La identificación de Massa y Scioli con el peronismo no necesita mayor argumentación. En cuanto a Macri, quien suele presentarse como el candidato no peronista (sumando así a una parte del electorado que no comulga con ese movimiento), muestra con actos concretos que en realidad su concepción de la política no está lejos de una de las versiones posibles del peronismo.
Una característica central de Perón y de sus herederos es el pragmatismo; diferenciándose así del radicalismo, cuya mayor preocupación pasaría por los aspectos institucionales. Macri por su parte, sin descuidar el valor de las instituciones y del diálogo político, siempre se presenta, en primer lugar y sobre todo, como un hacedor de cosas. Su discurso se construye poniendo el acento en lo que hizo en la Ciudad, desde el metrobus hasta la urbanización de las villas (secretaria de Hábitat e Inclusión mediante); así como en las mejoras en la educación pública con más salarios a los docentes y más días de clases. A eso se suma la buena relación que mantiene con los sindicalistas más connotados, al mejor estilo peronista de hacer política; y todo reforzado por el pase a sus filas de varios dirigentes importantes de ese movimiento, y por la presencia de otros varios que están a punto de hacerlo o al menos de ser parte del armado de PRO.       
La “peronización” del escenario político se vio facilitada por el accionar de dirigentes radicales que buscando la unidad con Macri o Massa, diluyeron aún más la vigencia de esa fuerza política en el nivel nacional. Esa consecuencia injusta de la búsqueda de unidad comprometió las chances del radicalismo de llegar a la presidencia, con lo que afectó su vigencia como alternativa ideológica, y debió conformarse con acuerdos para lograr apoyos que le permitan gobernar provincias y municipios. Poseedor de una estructura partidaria extendida territorialmente, busca la conducción de programas locales donde tienen cabida las propuestas provinciales de diferentes variantes del peronismo.
Con esto, la forma de hacer política del peronismo se generaliza, pero al precio de poner en entredicho su identidad partidaria. Una forma de encarar la política que no debe excluir los valores republicanos de gobierno, como ocurrió ya en algunas oportunidades (con Menem, por ejemplo) y que ahora sería llevada a la práctica tanto por Macri, como por Massa, y muy probablemente por Scioli, dejando atrás el período cristinista camporista, versión farsesca de los montoneros que Perón expulsó cuando optó por los sindicatos.
Pero esta forma de hacer política sólo puede resultar sustentable si se completa con la creación de las condiciones jurídicas y políticas para un desarrollo capaz de producir la riqueza y los empleos que sirvan para atender las demandas crecientes de los ciudadanos. Porque el problema no lo plantea la atención del bienestar material y cultural de todos,  incluidos los que hoy están fuera del sistema, sino la falta de producción y empleos genuinos que lo sostenga.  
La voluntad de diálogo mostrada por los tres candidatos ayudará a introducir los cambios que hacen falta. Y esa voluntad deberá ponerse al servicio de una gobernabilidad imprescindible, la que por otra parte se verá facilitada por el debilitamiento del antagonismo peronismo antiperonismo.
 
*Sociólogo.