Esta semana que pasó en Washington fue inspiradora. El presidente Obama, en nombre del pueblo estadounidense, le dio al papa Francisco una bienvenida increíblemente cálida en la Casa Blanca el primer día de su histórica visita a los Estados Unidos. Tuve el honor de asistir a este recibimiento, que reflejó el enorme respeto que sienten el presidente Obama y el pueblo estadounidense por Francisco y su liderazgo personal.
Al siguiente día, el Papa cautivó al Congreso de los Estados Unidos con un discurso sumamente inspirador y emotivo antes de viajar a la sede de las Naciones Unidas para dialogar e invitar a la comunidad mundial a tomar acción ante los desafíos más acuciantes de nuestros tiempos.
En su relativamente corto mandato como papa, Francisco se ha convertido en un modelo para muchísima gente; a través de la simpleza de sus acciones y gestos, él derriba las barreras y nos enseña cómo demostrar que los demás nos importan.
Francisco no sólo habla de justicia social: la busca. Como dijo el presidente Obama recientemente: “Raramente un líder nos hace querer ser mejores personas. El papa Francisco es esa clase de líder”.
Al llegar a Washington DC, me emocionó ver la ciudad decorada maravillosamente para la ocasión: banderas del Vaticano y de la Argentina, nuevos murales pintados en las paredes de toda la ciudad, miles de personas de todos los credos y procedencias esperando reunidos en los alrededores de la Embajada del Vaticano. Había un entusiasmo especial en el aire, inspirado en la presencia del líder espiritual de la Iglesia Católica, quien ha buscado traspasar los límites de su propia comunidad para reunir a todas las personas en torno a temas comunes como la inclusión, la compasión y la acción.
Esta no sólo fue la primera visita de Francisco como papa a los Estados Unidos sino también el primer viaje de su vida a nuestro país.
Sin ninguna duda, había un sentimiento de “papamanía” en las personas congregadas en las calles para saludarlo a medida que pasaba, en las decenas de miles de personas reunidas en las escalinatas del Congreso de los Estados Unidos para verlo después de su histórico discurso.
La admiración que siente el pueblo estadounidense por el Papa, su humildad y compromiso con la justicia social son palpables. Su mensaje de amor, tolerancia y servicio está teniendo un profundo impacto en católicos y miembros de otras religiones por igual. Recientemente, tuve la oportunidad de recorrer parte de la historia de Francisco junto a algunos de sus colegas jesuitas durante una visita a la comunidad de San Miguel y al Colegio Máximo, que lo albergó tantos años. Aprendí mucho sobre su trabajo en la Argentina y sobre la gran cantidad de proyectos positivos que continúan su curso hasta el día de hoy.
Tan sólo hace tres meses, Francisco nos llamó a luchar contra el cambio climático.
Durante su discurso en la Casa Blanca, el Papa nos recordó a todos que “el cambio climático constituye un problema que no puede ser relegado a la próxima generación. Cuando se trata del cuidado de la casa que compartimos, estamos en un momento crítico en la historia”.
El presidente Obama y yo compartimos esta creencia con millones de otros conciudadanos y estamos agradecidos al Papa por su liderazgo mundial en esta materia. De hecho, la lucha contra el cambio climático constituye uno de los pilares de nuestro trabajo en la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires.
Haber tenido la oportunidad de estar cerca del papa Francisco durante esta semana reafirmó mis esperanzas de una relación aún más fuerte entre Argentina y Estados Unidos. Su incansable trabajo en aquellas cosas que son esenciales, junto a su firme dedicación al servicio, demuestran que cada uno de nosotros individualmente puede hacer una diferencia y ser artífice de un cambio positivo, tanto a nivel local como mundial.
El breve tiempo que tuve el privilegio de pasar con el papa Francisco en los Estados Unidos ha redoblado mi compromiso personal para encontrar todas las formas en que nuestras dos naciones pueden trabajar juntas para reflejar la gran cantidad de valores que compartimos.
El tiempo para actuar es ahora. ¡Viva el papa Francisco!
*Embajador de Estados Unidos en la Argentina.