La segunda visita de Arturo Valenzuela, el subsecretario para América latina del Departamento de Estado de los EE.UU. –la primera fue a fines de 2009–, tiene lugar en un mundo que algo ha cambiado.
Hoy resulta claro que ha encontrado su límite el rol de dicho país como hiperpotencia –denominación acuñada por los politólogos franceses–, es decir única potencia mundial, como ha sido en los últimos veinte años, desde la desaparición de la URSS.
Es posible que cuando se escriba la historia, las retiradas de Irak y Afganistán en lo militar, la crisis hipotecaria que precipitó la volatilidad financiera global en lo económico y las filtraciones de WikiLeaks que mostraron el límite al poder que genera para Washington su indiscutible ventaja en lo científico y tecnológico sean los hechos que hayan marcado el límite.
Pese a ello, EE.UU. seguirá siendo una gran potencia y en particular en América latina. Es que en realidad es el quinto BRIC, al ser el tercer país del mundo por su riqueza en recursos naturales y también en población, pero con ventajas muy importantes respecto a las nuevas potencias emergentes, en temas como la educación y la ciencia.
El cambio, ha tenido consecuencias en la región. La influencia política de Brasil ha crecido y la económica de China también, mientras que, al mismo tiempo, ha disminuido la de Chávez, acosado por su crisis económica interna y el retroceso en la última elección legislativa.
Cuando Valenzuela vino, algo más de un año atrás, esto podía ser discutible, pienso que ahora no.
Pero lo que resulta interesante es que la presidenta Cristina Kirchner recibía cuando visitaba el país al subsecretario para América latina de Bush, Thomas Shannon, aunque la imagen positiva del entonces presidente norteamericano en la Argentina sólo llegaba al seis por ciento y en cambio no recibe a quien ocupa el mismo cargo con Obama, pese a que la imagen del actual presidente norteamericano es, junto con la de Lula, la más alta que registra un presidente extranjero en la Argentina según el último Latinobarómetro difundido en noviembre.
No siempre en la Argentina sucede lo lógico, por eso es más difícil prever su política que en la mayoría de los países latinoamericanos. La lógica sería que Cristina Kirchner hubiera recibido al máximo funcionario de Obama para América latina y que hubiera resistido hacer lo mismo con el de Bush, dada no sólo la diferente imagen en el país de ambos presidentes de EE.UU., sino también las afinidades o simpatías ideológicas.
Además, la Presidenta recibía a Thomas Shannon después del incidente generado por la valija de Antonini, que fue un momento de fuerte tensión bilateral y, en cambio, no lo hace con su sucesor, tras la Cumbre de Presidentes Iberoamericanos realizada en Mar del Plata, en la cual como anfitriona jugó un rol moderador, evitando críticas o condenas hacia los EE.UU., en una actitud diferente a la asumida por su marido años antes, en la Cumbre de Presidentes Americanos realizada en la misma ciudad.
En la primera visita de Valenzuela, su mención pública a que había recibido reclamos de empresarios norteamericanos que trabajan en el país respecto a la seguridad jurídica generó una fuerte reacción del Gobierno argentino. Ahora, el visitante optó por no tomar contacto con la prensa, evitando cualquier roce. Pero mientras la Presidenta argentina decidió no recibirlo, sí lo hizo el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, mostrando una vez más la línea política propia frente a la Casa Rosada, que lo viene caracterizando en los últimos meses. Para evitar suspicacias, Valenzuela también se reunió con otro gobernador de indudable alineamiento kirchnerista, el de Entre Ríos, Sergio Urribarri.
El mismo día que llegaba al país en su segunda visita, lo hacía el canciller de Brasil en su primera. En el primer caso el trascendido argentino fue que se había planteado un fuerte reclamo por las restricciones comerciales, mientras que en el segundo, se hizo lo contrario, evitándose mencionar las diferencias que existen en este terreno.
Pero lo más importante para la Argentina es reconocer que EE.UU. es y seguirá siendo una gran potencia mundial, aunque en el futuro no sea la única y que su gobierno tiene rutinas administrativas que no se violan, por las cuales el subsecretario del Departamento de Estado para América latina sigue siendo la vía más eficaz para tener una buena relación bilateral para cualquier país de la región.
*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.