Desde hace un tiempo están de moda las series. Algunas de ellas, atravesadas por el éxito, tienen numerosas temporadas. Hay liquidaciones de temporada. En turismo están las temporadas bajas y altas. Podemos pasar una temporada en casa de los abuelos.
En definitiva, temporada es el espacio de algunos días o meses que, considerados aparte, forman un conjunto. Termina por estos días la presidencia de Macri. Un balance debe hacerse a la luz de la derrota electoral. Eso demuestra que algo, más mucho que poco, se ha hecho mal. Pero también, el resultado estrecho señala que un considerable número de votantes valora mejor que peor la gestión macrista.
La crítica, ya repetida, fue que desde el mismo inicio de su mandato se fue cerrando políticamente sin escuchar y sin ampliarse a los que lo apoyaron hasta estos días. Haciendo hincapié en la gestión del Estado. En Argentina estamos acostumbrados a que la administración pública deambule de un lado a otro y siempre sin una idea clara del Estado como herramienta de transformación y equilibrio social. Oscilamos de uno que dificulta e impone en exceso, incluso estatizando demagógicamente, a otro que privatiza sin medir consecuencias o facilita el accionar de amigos para beneficiarse sin esfuerzo. En los últimos 30 años distorsionamos de modo sistemático las instituciones, haciendo que no actúen como puentes entre los gobiernos y la ciudadanía y tampoco entre los gobiernos y sus sucesores.
El Defensor del Pueblo es una prueba acabada: está vacante desde hace más de 10 años. Este organismo, cuya misión es la defensa y protección de los derechos humanos y otros derechos y garantías, está acéfalo por falta de acuerdos políticos.
Los políticos en gestión se apropiaron de las instituciones con estructuras deformadas a la medida del reparto oportunista. Debajo de los ministros le siguen los secretarios, subsecretarios, directores nacionales, directores generales y hasta jefes de área, que son ocupados en su totalidad por dirigentes políticos. Los funcionarios partidarios suelen no rendir cuentas o lo hacen de manera tardía. El desteñido accionar convierte los hechos en irremediables. No se recompensa a los funcionarios de carrera que son los que sostienen, sin premios y como pueden, los organismos.
El kirchnerismo de otrora hizo del Estado un lugar para la militancia, un refugio o una paga de adhesiones. Macri ya al inicio de su gestión fue criticado por nombrar ministros en superposición de funciones (sobre todo en economía). Fueron varios funcionarios resolviendo sobre los mismos temas -mas, ante la duda, tomaba partido por los amigos.
Una extraña novedad se ha dado en la administración saliente del Estado. Un conjunto de dirigentes del sector privado, acercados al poder por la osadía de uno de los suyos (el Presidente), ingresó a los organismos públicos como una aventura exótica, como quien concurre a fotografiar culturas que no vieron nunca de cerca y que les son ajenas y pintorescas. Creían ser descubridores del nuevo continente “Estado”, al que le iban a llevar la salvación. Tal vez hayamos aprendido que no se puede pasar sin costo de gerente o director de una empresa privada a encargarse de lo público. Tampoco es título habilitante haber sido compañero de colegio para ocuparse de lo estatal. El rol del Estado no puede discutirse en un viaje de egresados.
Es verdad que hubo avances en el acceso a la información pública, en la veracidad de los números y en la incorporación de tecnología, pero dotar al Estado de herramientas no implica saber qué hacer con ellas.
En la Ciudad de Buenos Aires, en Mendoza, Jujuy, Corrientes y en otros territorios, parece que escaparon a esa cultura, generando bases amplias de gobierno. Estos distritos cometerían un error si dieran refugio indiscriminado a tanto ex funcionario suelto. Al decir de un amigo, muchos funcionarios, casi aburridos, decidieron pasar una temporada por el Estado como quien hace la experiencia en un monasterio de clausura, un kibutz o una favela. Para esos turistas tiene que haber llegado el fin de temporada, la temporada baja. Mientras tanto, la realidad sigue pidiéndole a la política una redefinición del Estado para hacerse presente por mucho tiempo.
*Secretario General de APOC y Secretario General de OTR Capital.