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pacto colectivo

Hagamos un trato

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Diez años se cumplieron en este 2019 de la muerte de Mario Benedetti, el escritor uruguayo, mientras que en el 2020 se conmemorarán cien años de su nacimiento.

Uno de sus poemas más reconocidos es Hagamos un trato. El trato se lo propone a una mujer, a ella le dice “si alguna vez advierte que la miro a los ojos y una veta de amor reconoce en los míos no alerte sus fusiles… usted puede contar conmigo”.

Acaso el primer paso para cualquier acuerdo, pacto o compromiso sea decir “Vos podés contar conmigo” al menos para que, de ese modo, el otro no ponga en tensión sus armas, sus fusiles, sus vallas protectoras.

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Si pudiéramos preguntar al unísono a todos los argentinos y argentinas “¿tenemos que ponernos de acuerdo?”, la respuesta casi unánime sería que sí, pero a este comienzo positivo y mayoritario le seguirían los “peros”. Ponernos de acuerdo, pero ¿cómo? ¿en qué? Y ahí principiarían las discusiones y divisiones.

Por estos días de campaña, y seguramente después de las elecciones, desde los ámbitos empresariales, sindicales y sociales se habla de la necesidad de un pacto colectivo.

Un acuerdo social parece un postulado que circula de boca en boca y al que nadie se opone, pero su cristalización no es tan sencilla. Aparecen las desconfianzas de que los que proponen el pacto pretendan conservar sus prerrogativas y ver cómo a los demás, a los ajenos, se los ajusta.

Varios temas y problemas esperan a quien salga electo. La negociación del pago de la deuda. También un acuerdo de precios y salarios, con las incógnitas de que estos se fijen por encima de la expectativa inflacionaria, por debajo, o una de las variables por arriba y la otra por abajo.

¿Qué puede hacerse con las jubilaciones?, ¿qué política se tendrá con los planes sociales?, ¿cómo se los actualizará y cuán eficiente es su otorgamiento? ¿Habrá más impuestos, menos, a quiénes?

Y, por supuesto, otros temas ineludibles como el trabajo, Justicia, género, ambiente, salud, pobreza, educación, vivienda, seguridad, transparencia, interior, ciencia, tecnología y varios más.

Los acuerdos sociales se hacen a través de representantes, sea de los trabajadores, de los empresarios, de la cultura, de líderes sociales. En América Latina estamos viviendo una reagudización de la crisis de representación. ¿Cómo logramos que los delegados de las instituciones recuperen credibilidad, resulten genuinos a pesar del alto cuestionamiento institucional?

Un modo es que, ante el acuerdo, cada parte involucrada favorezca en algo a la sociedad. Ceder cada uno algo en un país en el que estamos acostumbrados a pedir que el otro ceda. Con un Estado que equilibre sin descuidar a los más vulnerables.

Acuerdo que contemple la coyuntura, pero que piense, a la vez, en el mediano plazo. Aquí es donde juega un rol fundamental el Congreso, que se sienta independiente, porque no se trata solo de una mesa o consejo económico y social, sino también de acuerdos parlamentarios que respeten mayorías y minorías.

Algo que quedó del debate es que la grieta no se ha achicado, a la vez que parecieron aflorar enconos personales acaso más difíciles de cerrar que las rivalidades políticas.

Aquellos que parecen en mejores condiciones de ganar y los que serán la principal oposición llegan a estas elecciones no como partidos, sino como coaliciones que, con puntos en común, no evidencian entendimientos plenos o transparentes. Es posible, por ende, que el futuro de cada bloque tenga desprendimientos y disidencias y nuevos alineamientos asomen.

Tal vez el mejor modo de generar confianza en el acuerdo social, eficaz y productivo, sea que la propia dirigencia política, en su mayoría, diga qué cosas ha de ceder, qué privilegios aportarán para comenzar un camino real de lucidez.

Mario Benedetti tiene una obra dilatada pero, entre tantos títulos, no hay ninguno que se llame La grieta pero sí escribió uno que se denomina La tregua, a partir de ahí hagamos el trato y que cada uno pueda decirle a la Argentina: “Usted puede contar conmigo”.

 

* Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC) y secretario general de la Organización de Trabajadores Radicales (OTR-Capital).