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Sociabilidades

Yo voy en tren

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Los pasajes son para viajar entre el 1 y el 31 de julio próximos. | weekend

Si bien todas las canciones de Charly me gustan, “No voy en tren, voy en avión/ no necesito a nadie, a nadie alrededor” siempre me produjo un cierto malestar. Yo prefiero, cada vez que puedo, viajar en tren. 

Serán recuerdos de infancia, no lo sé (hice mil veces el trayecto Córdoba-Buenos Aires en camarote; incluso viví a bordo un descarrilamiento). 

Recibo, pues, con algarabía, cada reapertura de un ramal ferroviario. 

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Cuando voy a Mar del Plata en auto me produce mucha curiosidad el ramal a Pinamar, que nunca usé. Veo pasar los trencitos desde la ruta y sonrío. Me prometo alguna vez intentarlo.

Ahora volvió el trenino de Valle Hermoso a Córdoba-Mitre, lo que permite el viaje hasta Buenos Aires (con combinación en la Docta). Sumado al Tren de las Sierras, y al anuncio de que ahora el tren a Rufino continuará viaje hasta Laboulaye y Vicuña Makenna, en la provincia de Córdoba, y después hasta San Luis, la dicha me transporta.

Después habrá que rezar para que los mantenimientos permitan que esos trayectos puedan realizarse en tiempos más o menos razonables y con la seguridad del caso. 

Buenos Aires-Mar del Plata en seis horas no es, ciertamente, lo que nuestra memoria guarda como ideal (“cuatro horas y un ratito”, decía la antigua publicidad). 

El viaje en tren es más amable no solo ecológicamente sino también socialmente: uno está rodeado, en efecto, de sociabilidades. Y bien se dice que viajando se conoce gente. 

Los aviones están bien para tramos largos y nocturnos, con una pastilla que acompañe el sueño. Pero siempre es preferible ver pasar el mundo desde una ventanilla de tren.