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ARGENTINA, SU FUTBOL Y UN AO DESBORDANTE EN RIDiCULOS Y PAPELONES!

Zulma Lobato y el calefón

Técnicamente hablando, 2009 fue un año muy rico en situaciones ridículas. Se ve que, año a año, nos vamos superando. Qué capos.

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“Más le vale a un hombre tener la boca cerrada y que los demás lo crean tonto, que abrirla y que todos se convenzan de que lo es”
Pitágoras de Samos (582 aC-507 aC).

Técnicamente hablando, 2009 fue un año muy rico en situaciones ridículas. Se ve que, año a año, nos vamos superando. Qué capos.
Hubo de todo. Fernando Peña, por ejemplo, concretó el milagro de hacerlo quedar bárbaro a D’Elía en un debate televisivo memorable por lo banal. De Narváez bailó La vecinita con su doble en lo de Tinelli, mientras en sus avisos los extras esquivaban sopapos y él ya se imaginaba como el Gran Sodomizador de Pingüinos de la Patria. Kirchner puchereó, pobre: “Perdimos por poquito...”. El infalible Macri, nombró y echó funcionarios como una ametralladora y ahora jura que el problema del PRO es un “exceso de idealismo”. El siempre humilde Marcos Aguinis se peleó con Horacio Verbitsky y, circular, salió de pobre con ¡Pobre patria mía!”. Duhalde, el eterno, volvió con duhaldemóvil y todo. La simpática jueza Parrilli se negó a pagar multas, como todos, y se indignó porque “acá no hay ni una rubia”. ¡Heil! Zulma Lobato, en un involuntario homenaje a Oscar Wilde, se convirtió en nuestro retrato de Dorian Gray. Los Pomar instalaron un misterio insondable: ¿cuál será el límite de la ineptitud en la función pública? Ricardo Fort usó la ropa más cara y más fea del mundo y hasta hizo, oh no, de Che Guevara en “El musical de tus sueños”. Y la pensadora del Barrio Parque, Susana Giménez, nos reveló: “El que mata, tiene que morir”. Ya es suficiente, muchachos. Creo que voy a vomitar otra vez.

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El aporte de Racing a la causa del gran papelón futbolero fue fundacional. Primero el desopilante Caruso Lombardi –consagrado más por su brillante actuación en un sketch de ShowMatch que por salvar al equipo del descenso–, con sus canjes motivacionales, su incontinencia verbal, el rejuntado marginal que armó para pelear el campeonato y su histórica frase: “Conmigo, Messi va al banco”. Más tarde, el apoteótico anuncio de la contratación de Lothar Matthäus. “El conoce perfectamente nuestro plantel. Llega y dirige. Es una personalidad mundial que sin duda prestigiará a nuestra institución”, pronosticó el vice Podestá. Sí, sí, justo. ¡Good show!
River, el club que insiste en ser Racing, también hizo lo suyo y contrató al boom del año, Cristian Fabbiani, un enorme futbolista, literalmente hablando. Para el técnico, Pipo Gorosito, ya era “un referente del club, aún sin haber debutado”. Su parábola instaló una multitud de caretas verdes en otoño y un coro griego de insultos en primavera. No le fue bien, pobre. Se fue de pretemporada y volvió más gordo, se casó en medio de campeonato, no metió goles y, horror, hasta Ricky Fort lo desbancó en Esperanto. Eso sí fue una tragedia.

Para colmo, el equipo se cansó de perder, ya mira de reojo la tabla del descenso y sus mejores jugadores eran titulares cuando Menem y Cavallo se peleaban para ver quién de los dos era el verdadero padre de la convertibilidad. No son los años, es el kilometraje... Hubo más, claro. Caselli y Avila se insultaron por la tele, Francescoli se comprometió con una lista ma non troppo y, para cerrar, la cereza del postre: el consagratorio acting de la gente de D’Onofrio, celebrando por anticipado el triunfo sobre Passarella, como Pinky en La Matanza en 1999. No les faltó nada.
En Boca cuidan las formas, pero todos se odian. El enganche melancólico jugó y habló poco, justo en su año sabático. Mala pata. Bianchi que gambetea, el Coco que no habla y Palermo, que entró en receso, como el Parlamento. Mmm... veremos cómo sigue el guión.
Independiente al menos tiene cancha nueva, pero en San Lorenzo, Tinelli levantó los decorados. Una pena. Eso sí: los directores de marketing de las empresas de medios están todos medicados, después de un año con Lanús, Huracán, Vélez, Newell’s, Banfield y Colón peleando los torneos locales y con Estudiantes campeón de América. No sale, man.

Por suerte, los referís nos alegraron la vida. El mimo italiano Pablo Lunati parecía un funcionario de Macri, con su coche importado, nombrado y bajado de un sopapo de una fecha definitoria. Collado sorprendió al mundo y reveló la existencia de un curioso virus depresivo que ataca súbitamente tanto a asistentes como a futbolistas. ¡Wow! Brazenas sufrió la lesión más larga de la historia después del foul no cobrado en el gol de Vélez contra Huracán, y Aníbal Hay se fue de la AFA por una simple reestructuración y lo acusaron ¡de ser santo! Hombres de poca fe...
Maradona, con su “que la sigan chupando” superó a otras frases célebres como “alika alikate” y “¿qué te pasa Clarín, estás nervioso?”. Gloria y loor. La Armada Brancaleone, el doctor balbuceante y el papa Julio I están fuera de concurso: ya escribí demasiado sobre ellos. Sólo quisiera agregar un último hallazgo, la frase de Mancuso destinada al ofendido Bilardo: “Carlos, yo también tengo diferencias con mi mujer y hace 20 años que estoy casado con ella...”, le dijo. Y con eso, ¡¡Bilardo se tranquilizó!! ¿No es increíble? ¡Eso sí es humor absurdo y no lo de Groucho, compatriotas!
Puro sainete nacional.