“Dibujar es romper el miedo y el silencio”, dice Alonso desde una de las primeras páginas de ‘Cuadernos de Anatomía de Carlos Alonso’, libro editado por Eduvim (Editorial Universitaria de Villa María), que ya se encuentra en todas las librerías del país.
A sus palabras, le siguen otras, las de Carlos Presman, quien le puso textos a los más de 30 dibujos del maestro radicado en Unquillo: “A lo largo de la pandemia murieron unos 5,5 millones de personas. En igual período murieron 7.000.000 de hambre”.
Esta antesala es el eje de una edición que a través de 160 páginas acompaña al lector entre las distintas partes que conforman el cuerpo humano.
Así, cara, nariz, ojo, boca, oreja, mano, pie, piel, tórax, corazón, pulmón, abdomen, genitales y cerebro, son la excusa perfecta para poner de relieve una idea medular: el cuerpo como síntesis de las historias y de las ideas que atraviesan a la humanidad.
“Me parecía importante el valor de romper el silencio con el arte. Los cuadros de Alonso tienen una connotación de denuncia, son políticos y son además conmovedores en el dolor o en el placer. Por otro lado, la importancia de poner la mirada en determinado lugar y responder a la pregunta acerca de cuál es la agenda social o cultural.
En ese momento era poner la mirada en la pandemia (o en la enfermedad) y también en el hambre, que es la enfermedad más prevalente o que más muertes ocasiona y que no forma parte de la agenda del poder”, empieza diciendo Presman, autor de libros como ‘Letra de médico’ y ‘Vivir 100 años’.
La idea primigenia de este libro se remonta al 2011, año en el que llegó a manos de Presman ‘El cuaderno de Bento’, de John Berger, que le recordó de manera inmediata a su amigo artista. Una vez leído el libro, se lo regaló y semanas más tarde la semilla sembrada germinó: Alonso lo invitó a hacer un libro con el mismo tono que había encontrado en el ejemplar de Berger, sólo que esta vez los cuadros serían suyos y los textos del médico y escritor.
Sin embargo, tres años tuvieron que pasar para que Presman accediera al pedido del pintor. “Yo me asusté y le dije que no, que no me animaba. El libro de Berger imagina un escenario de encuentro entre Rembrandt y Baruch Spinoza, a quien apodaban Bento. Y hay una leyenda que dice que Spinoza encontraba una limitación en el lenguaje para expresar sus ideas y dibujaba. Ese cuaderno nunca se encontró y es a partir de ahí que Berger imagina ese escenario, pero además escribe en el libro lo que le pasa en la cabeza al artista cuando crea una imagen”, relata el médico en diálogo con PERFIL CÓRDOBA.
Una vez vencido el miedo, lo que siguió fueron otros tres años de encuentros semanales en un atelier de Unquillo, en los que pintor y escritor le dieron forma a ‘Cuadernos de Anatomía de Carlos Alonso’. Un tiempo en el que ambos fueron buscando el tono, la musicalidad de los textos y la simbiosis con los dibujos del maestro.
“De esto hace más de 10 años ya. Yo iba una vez por mes, de manera muy regular. Pensamos en tomar el cuerpo humano y a partir de ahí fuimos trabajando órgano por órgano, hasta el cerebro, el órgano imposible. Y después, el cuerpo entero. Yo nunca vi qué cuadros elegía él, charlábamos, yo le contaba alguna anécdota y él me contaba cosas suyas o de su historia como artista, había como una biografía de él implícita”, rememora Presman.
Después de un impasse por cuestiones editoriales, la pandemia logró que el proyecto reflotara. “Pero la editorial Planeta, con quien habíamos venido trabajando, no veía viable comercialmente el libro en ese momento, así que terminamos editándolo con Eduvim”, sostiene Presman.
De la imagen al texto. El desafío para ambos estaba claro: ponerle dibujos y palabras al cuerpo humano. Así se plasmaron en el libro 36 dibujos de Carlos Alonso, fotografiados por Susana Pérez. “Esa fue una condición suya: sus cuadros podrían reproducirse solamente si el trabajo lo hacía ella. Ella fue quien documentó todos los cuadros”.
Por otro lado, los textos a cargo de Presman fueron surgiendo a partir de charlas con el pintor. “Yo charlaba con él y aparecía una historia. Luego la escribía y se la leía. En realidad, era mucho más diálogo, yo no veía muchos cuadros de él. Y él, a partir de los textos buscaba entre sus obras. Porque no es que vos hablás de manos y aparece una mano, no es un libro de anatomía biológica, es un libro de anatomía biográfica y social”.
—¿Qué te dejaron todos esos encuentros con Alonso?
—Hay mucha diferencia de edad y mucha asimetría en la dimensión cultural. Yo he tenido el privilegio de haber estado durante tres años reuniéndome con él y hablando de arte. Eso fue un privilegio para mí, una satisfacción enorme. Cada vez que volvía de su casa, volvía deslumbrado de cómo puede leerse la sociedad y el mundo desde el arte. Yo no tengo esos ojos.
PRESMAN POR ALONSO. Médico y escritor se conocieron a través del artista Pedro Pont Vergés. A partir de allí fue creciendo una fuerte amistad.
Una docena de presentaciones
A la presentación realizada en febrero pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de Unquillo (Macu), le siguen una docena de presentaciones por distintas localidades, como Oncativo, Mendiolaza, San Francisco y Cosquín.
Presman explica el fenómeno: “Creo que ha cambiado la cultura del libro. Hoy el consumo cultural está mucho más fraccionado, así como está fraccionada la sociedad. No creo que haya hoy tanta gente que lee libros, sobre todo uno tan atípico como éste, que tiene cuadros y textos. Entonces, las presentaciones no tienen la masividad que tenían hace años. Creo que la pandemia hizo lo suyo. Y también la crisis de la industria editorial”, advierte.