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NUEVA POLITICA MONETARIA

Dos escenarios explican cómo será vivir en la era de la “banda cambiaria”

Evitar una crisis financiera terminal es la prioridad, a costa de una recesión profunda que llegaría hasta marzo de 2019. La dupla dólar –inflación buscará un nuevo equilibrio en torno a 45-48.

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¿HAY COMPROMISO? Según el nuevo titular del BCRA, Guido Sandleris, Argentina “no asumió el compromiso de contener el dólar en $44”. Sólo de intervenir si supera ese techo. | CEDOC PERFIL

A partir de mañana, el Banco Central (BCRA) pondrá en marcha la estrategia de “bandas cambiarias con zonas de intervención”. Para el consenso de analistas, con esta estrategia el Gobierno nacional se juega su última carta para evitar una crisis sistémica terminal. En dos escenarios –de corto y mediano plazo– explicamos cómo impactará esta nueva política y cuáles son los objetivos que busca y los costos que conlleva.

1-Estabilidad financiera, prioridad uno. La nueva política monetaria/cambiaria y el renovado acuerdo con el FMI tienen dos objetivos centrales de corto plazo: eliminar la sombra del default y dominar al dólar; en conjunto significan poder transitar el último trimestre del año con estabilidad financiera. No hay mucho más para pedirle a estas estrategias, en lo inmediato.

¿Hay chances de conseguir la meta? La primera, seguramente. Con el nuevo acuerdo, los US$57.100 millones serán fondos de transferencia efectiva, ya no solamente "fondos precautorios" como era el stand by firmado inicialmente. Ahora, el Gobierno tiene todo el dinero para pagar vencimientos de deuda de este año y del 2019; ello incluye los bonos, las Letes y las Lebac, que están transitando un proceso de desarme efectivo.

Respecto del dólar, JP Morgan anticipó que la demanda de dólares “probablemente persista en niveles elevados, entre otras cosas por la incertidumbre política y la aceleración de la inflación”. Sólo cuando perfore el techo de los $44, el Central saldrá a intervenir con US$150 millones diarios. Aunque, “no hay un compromiso de impedir que el dólar supere los $44, simplemente saldríamos a vender hasta US$ 150 millones”, aclaró el nuevo titular del Central, Guido Sandleris, en la primera reunión que mantuvo con banqueros.

Para economistas como Germán Fermo (director del MBA de UCEMA) el dólar podría estabilizarse, hacia diciembre, en $45; mientras, Orlando Ferreres (consultora OJF) sostiene que el tipo de cambio de equilibrio será de 43,5% para esa fecha.  Estos cálculos toman en cuenta que la inflación anualizada, al mes de agosto, llegaba a 34,8% en el plano minorista y a 51%, en el mayorista. Aun cuando el BCRA intervenga para evitar una suba descontrolada, también evitará que el tipo de cambio se vuelva a retrasar en relación a los precios. De hecho, el propio Gobierno incluyó en el mecanismo un incremento mensual de la banda de 3% hasta diciembre, mientras la inflación no se desacelere. Si se cumple a rajatabla este sistema, llegaríamos a fin de año con el techo de la banda en $48.  

Pero, entonces, ¿quién le pondrá el ‘cascabel a la inflación’? y ¿de qué forma se evitará que el ahorrista siga huyendo al dólar? Sin eufemismos: la sequía abrupta de pesos. Esto es la estrategia llamada “emisión monetaria cero”, la cual implica que no se va imprimir moneda si no es contra respaldo de reservas. Ello ocurrirá desde mañana 1° de octubre y hasta el 30 de junio de 2019.

Menos dinero en circulación será menos consumo, por ende menores posibilidades de aumentar precios. Adicionalmente, las tasas se mantendrán altas, al menos en el corto plazo, y seguirán siendo atractivas para los ahorristas, lo que restará incentivos para que se desplacen hacia el dólar. Así las cosas, el trimestre se jugará sobre dos líneas de acción básicas: contracción monetaria y gestión del dólar al compás de la inflación. Toda esta ingeniería tiene costo: una dura recesión; y entraña también una promesa: el control de la inflación.

2-Crecimiento, en el segundo acto. Con la estrategia de las bandas cambiarias y el auxilio del FMI, el presidente Mauricio Macri apuesta a terminar su mandato evitando una crisis sin retorno, a costa de generar un shock importante sobre el nivel de actividad que puede significarle, sin embargo, perder la oportunidad de ejercer un segundo periodo. Es que gestionar una profunda recesión, que pega sobre el empleo y la pobreza, no es precisamente el mejor escenario para pelear una reelección. No obstante, tampoco tiene alternativas y es probable que su gobierno termine trascendiendo como la bisagra entre un modelo populista y otro de desarrollo, aún poco definido en su diseño.  

Por lo pronto, el nivel de actividad es el emergente que está demostrando el principal fracaso de la Administración Macri. Junio marcó el punto más profundo del valle recesivo con una caída del 6,7% interanual. Para julio, la situación comenzó a repuntar: bajó 2,7% en la comparación anual y mejoró 1,4% respecto de junio. De todos modos, para lo que resta del año no se esperan mejores resultados, porque ahora no se trata del “efecto sequía” sino del derrape abrupto del  consumo privado frente a la escalada de la inflación. Según Indec, en julio cayó más del 6% en los sectores minoristas y mayoristas; también se observó  una baja de 5,1% en la industria manufacturera. El 2018 terminaría con una caída general de la actividad del 2,4%.

Para el doctor Orlando Ferreres, el primer trimestre del 2019 aún será negativo, con un fuerte arrastre de lo que dejará el 2018 y el segundo marcará un punto de inflexión. Todas las fichas están puestas en los resultados de la cosecha. “Al momento de votar, la Argentina va a estar creciendo un 5%”, vaticina Ferreres, quien advierte de todos modos que el promedio del año va a ser del 1,8% en 2019.

Como no se vislumbra crecimiento hasta bien entrado el año próximo, la gran incógnita  que los analistas -políticos, especialmente- buscan desentrañar es cuánto margen de aguante tendrán en todos estos meses la clase media, media-baja y los sectores más vulnerables de la sociedad. Según un informe de la Fundación Capital, dirigida por Martín Redrado, 2018 terminaría con una pérdida del poder de compra salarial promedio en torno al 6%; el salario real quedará por debajo del nivel de 2009. Este dato, sin duda, anticipa una reapertura de paritarias en los próximos meses.

De acuerdo a la secuencia diseñada por el Gobierno junto a los técnicos del FMI, si en los próximos tres meses el mecanismo de bandas sumado a la contracción monetaria funciona, los precios deberían empezar a bajar a partir de enero, con una consecuente baja del dólar. Habiendo aún tasas altas deberían entrar capitales -especulativos, inicialmente- interesados en ese rendimiento, lo que devolverá cierto oxígeno a la economía. Recuperada la estabilidad de modo consistente y la confianza de largo plazo en el rumbo, será imperiosa la paulatina reducción de tasas y la entrada de inversiones productivas.

Como se ve, el reto para las empresas (en particular para las MiPymes) será enorme porque tienen que transitar no menos de seis meses con recesión, inflación, sin crédito, con un mercado interno deprimido y una presión impositiva que sigue en niveles récord.