El fútbol se ha convertido en un entramado de intereses complejos y de pasiones cada más vez más exacerbadas, donde el drama y la gloria parecen jugar cada 90 minutos una final sin margen para el empate. En ese contexto tan vertiginoso y exitista, en el que un segundo puesto es señalado casi como un fracaso y una jugada desafortunada puede convertir a un héroe en villano, Andrea Fernández se anima a gambetear paradigmas y entra a la cancha hablando de “amor” y de “servicio”.
La coach paraguaya, que esta semana encabezó en Córdoba una actividad organizada por “Talento Sports”, acredita 11 años de experiencia en el mundo del fútbol, un ámbito que –según refiere– le permitió alinear vocación y pasión. “Siempre entendí al coaching como amor y servicio y, mientras la mayoría de mis colegas se iban a las empresas, tuve la inquietud de buscar un nicho donde el mundo emocional estuviera olvidado y faltara esa mirada compasiva, para generar un impacto”, señala.
Fernández fue parte del cuerpo técnico de Boca Juniors durante la gestión del DT Rodolfo Arruabarrena (2014-2016) y en Argentina también trabajó en Racing Club, San Lorenzo, Tigre, Estudiantes de La Plata, Temperley y Tristán Suárez. El club paraguayo Sol de América y los mejicanos Querétaro y Morelia completan su extensa y calificada foja de servicios.
“Es una metodología que se utiliza en el mundo hace muchísimos años y que sirve para que cada uno encuentre su mejor versión”, explica la profesional sobre los alcances del coaching, disciplina en la que reconoce como referentes al estadounidense Timothy Gallwey y al chileno Julio Olalla. “Se trata de pasar de un Punto A a un Punto B, de alcanzar metas y objetivos. Entre estos y la realidad hay una brecha actitudinal que hay que achicar trabajando la mente y el cuerpo”, dice.
“Nada es casualidad. El lugar donde estamos es el lugar que elegimos cada día”, sostiene. Y para reafirmar sus dichos cita el caso de un futbolista cordobés: “Carlos ‘Chino’ Luna fue goleador con nosotros en Tigre y siempre me dice en broma que hizo más goles en esos seis meses que en los seis años posteriores”. También alude a un actual jugador de Belgrano: “Miguel Martínez, cuando estaba en Querétaro, terminó siendo el mejor capitán del fútbol mejicano, y el equipo pasó de pelear el descenso a jugar la final del campeonato”.
Creencias y sueños
“Cuando cambiamos enojo por disfrute, sacamos el ego del vestuario y somos capaces de compartir historias que nos llenan el alma y de admirar al otro, el cuerpo y la mente se mueven distinto”, dice Fernández, quien destaca “la confidencialidad” como un valor fundamental de su labor. “En el mundo del coaching el principio número uno es que el otro es un legítimo otro y el punto número dos es la confidencialidad. Hoy puedo ser la coach de un presidente de un club importante, del gobernador de Córdoba, del ministro de Educación o de un empresario, y nadie lo sabe”, puntualiza.
Aunque no es habitual la presencia de mujeres en los cuerpos técnicos, Fernández relativiza la idea del fútbol como un ámbito machista. “Son creencias, como que las mujeres no somos buenas conduciendo o los hombres no son buenos criando hijos. Si hubiera tomado esa creencia como propia lo más probable es que no hubiera surgido en el fútbol. Sí puedo decir que soy una mujer bendecida porque en los clubes que estuve me sentí querida, respetada y escuchada”, refiere.
-En el último Mundial se debatió mucho sobre la falta de un sostén emocional en la selección argentina. ¿Tomás como un desprecio que hayan contratado al llamado “Brujo Manuel”?
-No tuve el gusto de conocerlo a Manuel y no tengo ni idea de lo que están eligiendo, pero creo mucho en lo que hago y puedo respaldarlo con resultados. Hay una frase que me encanta: ‘no soy lo que digo, soy lo que hago’; y en el fútbol soy lo que hice estos 11 años. Sé que voy a ser la coach de la selección de Argentina, o la de Paraguay, pero también sé que hay tiempos que no son los míos. Me estoy preparando para cuando llegue ese momento.
El divo y el genio
En Querétaro de México, Andrea Fernández coincidió con el brasileño Ronaldinho en 2014. “Trabajar con él fue una experiencia preciosa. Es un divo, un divino. Me dio la oportunidad de sacar mi mejor versión y hoy poder entender que el coach no es sólo para los pobres, o para los que no logran el éxito, no son capaces o están mal”, señala.
“La primera vez que lo vi le dije ‘tal vez creas que no necesitas nada, pero quiero que vengas con nosotros porque te necesitamos’ y ahí empezó a involucrarse. “Soy feliz porque me tratás como uno más’, me decía. Es una gran persona y un gran futbolista”, puntualiza.
-Hablando de figuras, Messi es un jugador que en términos futbolísticos no tiene en la selección la misma contención que en Barcelona. ¿Ese mismo fenómeno lo advertís en lo afectivo?
-Yo te puedo decir que para mí Messi es el mejor futbolista del mundo. Él no es lo que vos estás diciendo, no es lo que yo digo, no es lo que dice el pueblo. Messi es lo que él hace: es un genio.