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MÚSICA

El blues y el jazz buscan gestar un circuito que los consolide en Córdoba

La escasa difusión y la falta de apoyo por parte de las áreas de cultura de los gobiernos atentan contra estos estilos, que buscan afirmarse con una agenda local.

Small Jazz Band
LA BIG BAND. Con 36 años en la música, la Small Jazz Band llena el Libertador y toca en Nueva York y Nueva Orleans. | Small Jazz Band
Si bien existen espacios donde pueden disfrutarse shows en vivo de blues y jazz, lo cierto es que no existe en Córdoba una “ruta” afianzada de estos dos géneros musicales.

Comparada con otras grandes ciudades del mundo, como Madrid o Nueva York donde existen agendas con fechas y espacios fijos para escuchar este tipo de música, este dato resulta curioso, por tratarse de la segunda ciudad más importante del país y por contar con un flujo de turismo extranjero que, por lo general, se siente atraído por esos ritmos.

Hoy en Córdoba, lugares como Favela, L`ecole o Los 7 Locos contemplan este tipo de shows pero sin una agenda definida. “Nosotros tocamos en Favela cada 45 días y somos la única banda que toca ahí”, explica César Valdomir, de la César Valdomir & The Blue Midnight, banda que grabó un disco durante el ciclo que hacía en Constantino una vez por mes. Valdomir también cuenta que el año pasado en El Mentidero había blues todos los martes y en La Pulpería (Carlos Paz), una vez al mes.

Circuitos. “Al circuito lo va armando, por lo general, el mismo músico, tratando de cerrar shows; estos dos últimos años hubo una especie de auge, pero no hay un circuito fijo. La gente está, lo que falta es el circuito para que la gente se empiece a acercar al género”, se lamenta Valdomir. 

Por su parte, Francisco Castillo, de la Small Jazz Band, comparte la opinión en términos de lugares específicos: “Si el término implica un listado de lugares con fechas y horarios donde se pueda ir a escuchar blues y jazz, entonces debo decir que no hay y que sería importante que hubiera, porque hay muy buenos y muchos músicos que no están teniendo lugar ni en la órbita oficial ni dentro de los espacios privados”.

Pablo Storani (profesor y músico de La Arcaica Blues Rural) dice que hace tres años encontró una veta con el ciclo de Historia y Música, junto al periodista Mariano Saravia, y advierte que no hay una movida o lugares que puedan definirse como un circuito: “En el Reino Unido –Escocia, Liverpool, Edimburgo, donde tuve la suerte de estar– hay lugares donde vas, te subís al escenario y tenés 20 minutos para tocar en los bares. No pagás nada y pasás la gorra. Acá todo es muy amateur”.

Festivales. Si hay algo que han dejado en claro las últimas ediciones  del Festival Internacional de Jazz de Córdoba es que público es lo que sobra. Y de todas las edades. Ignacio García, director del Festival de Jazz, señala que por ese evento pasan entre 20 mil y 30 mil personas durante los seis días que dura. “En noviembre de este año, haremos la décima edición de un festival que en la última edición reunió a 10 artistas extranjeros y 30 locales”. Mientras tanto, La Encrucijada (en Cosquín) prepara un festival de blues para el mes de febrero.

Puntos débiles. Voces de ambos géneros coinciden en que la falta de promoción y difusión se torna un problema central a la hora de consolidar un circuito de estas características: “Hay un público para blues, que es estable, pero al no haber un circuito armado, la gente no se entera”, señala Valdomir. 

En sintonía, Castillo señala que el cuarteto se lleva el mayor porcentaje de publicidad y promoción: “Mientras en el mundo bajan los impuestos a lugares con ofertas culturales de este tipo para incentivarlos, acá los persiguen.Todo está redireccionado al cuarteto porque ahí está el dinero, amén de que ese género se ha llevado toneladas de músicos también”. 

Otro de los déficits tiene que ver con la falta de apoyo de las áreas de cultura de los gobiernos. “Creo que es fundamental el apoyo de los gobiernos, desde las áreas de cultura. No sé cómo, tal vez bajando los impuestos, por ejemplo, o con incentivos”, señala el músico de la Small Jazz Band.

Otro tema no menor tiene que ver con la falta de compromiso por parte de quienes manejan los espacios: “Uno toca en lugares donde se come y se bebe, entonces la artística debería tener la misma importancia que le dan a la carta; debería haber un interés más marcado por la música. Con acciones en conjunto se podría armar un circuito interesante; creo que es necesario”, finaliza Valdomir.