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CóRDOBA
EN PRIMERA PERSONA

“Es un momento difícil, el personal médico hoy está muy sobrecargado”

La enfermera Adriana Rojas cuenta cómo se trabaja en terapia intensiva con pacientes Covid-19. Las complicaciones que surgen a raíz de los contagios del personal de salud.

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POSITIVO Y AISLAMIENTO. Adriana trabajó hasta el lunes pasado. El martes comenzó con síntomas y al día siguiente le confirmaron que tenía coronavirus. No se explica cómo se contagió por las estrictas medidas que ella adopta cada día. | Cedoc Perfil

La entrevista con Adriana Rojas, una enfermera de 44 años que trabaja desde hace más de una década en la terapia intensiva de la Clínica Sucre, se realizó por teléfono. El martes pasado comenzó con fiebre y un intenso dolor de cabeza y cuerpo. Al día siguiente le informaron el resultado positivo de Covid-19.

El diálogo abundó en vivencias de una profesional que trabaja en unidades de terapia intensiva desde los 19 años. Y es elocuente del momento que atraviesa la pandemia en Córdoba y Argentina. Más que los números de contagios y fallecimientos debería ocuparnos la situación de los profesionales de la salud. ¿Qué efecto produce el contagio de médicos y enfermeros que son la primera línea para asistir a pacientes con cuadros complicados o críticos?

Adriana definió como un “caos” lo que sucedió el fin de semana pasado, antes de quedar aislada.

—¿Cómo estás?

—Ayer fue un día largo y duro. Hoy amanecí casi sin fiebre. Fue una semana complicada, estamos muy sobrecargados. Con el protocolo nuevo del COE para los servicios sanitarios no se hisopan grupos. Eso complicó todo. Tuvimos compañeros asintomáticos y se produjo la cadena de contagios. Somos 80 enfermeros, hasta ayer (por el martes pasado) había 21 infectados. Entre los médicos había cuatro positivos y quedaban en terapia unos cinco o seis en guardias activas. Ellos llegan a hacer guardias de 36 y hasta 48 horas. Nosotros hacemos turnos de ocho, pero cuando no hay personal son de 16. Yo había estado aislada por un contacto estrecho positivo. Volví a trabajar el 9 de septiembre. Hasta ese momento estábamos controlados. Presentaron síntomas algunos compañeros, no hisoparon a contactos es trechos. No nos hicieron un control general.

—¿Qué sucedió cuando la clínica cerró el 9 de julio?

—Ni bien supimos que había casos positivos, hisoparon a todos y los aislaron. Ahora eso no ocurre. El protocolo nuevo no permite hisopar a cualquiera, sino solo a los que tengan síntomas. Si da negativo, vuelven a trabajar. En el medio hubo gente asintomática que después dio positivo. El contagio se produjo en cadena.

—¿Esta nueva medida tiene que ver con la disponibilidad limitada de hisopos?

—Me parece que pasa más bien por la necesidad de sostener el número de personal. Me parece, no lo sé. Somos los de más riesgo, deberíamos estar permanentemente en control para evitar esto. Desde un comienzo planteé a nuestro supervisor que nos tendrían que hisopar periódicamente. El fin de semana fue un caos la guardia, los dos supervisores (uno general y otro de terapia intensiva) están infectados y aislados, había guardias mínimas, los chicos estaban muy sobrecargados.

—¿Para qué cantidad de pacientes?

—Hasta el último día que fui teníamos 12 pacientes, ocho de ellos con respirador. Está habilitado el sector de sospechosos con dos camas críticas con respirador. También hay una sala común Covid. La UTI está dividida en dos, una es para positivos y la otra para el resto de patologías.

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NUEVO PROTOCOLO. Cambió en agosto para el personal sanitario. Solo se realizan hisopados y se aísla a médicos y enfermeros.

Etapas desde el inicio de la pandemia

—¿Cómo se prepararon para esta ´guerra´?

—En marzo y abril fue tranquilo porque no tuvimos pacientes con Covid, sí sospechosos que a las 12 o 24 horas se confirmaron negativos. Estudiamos protocolos para ver cuál se adecuaba a nuestra institución. Hicimos ejercicios, prácticas, el tiempo que nos llevaba vestirnos.

—¿Cuánto tiempo?

—Unos 15 minutos. Lo primero que nos ponemos son los dos barbijos. El N95 y el quirúrgico. Después de cada elemento que nos ponemos nos higienizamos con alcohol antes de continuar con el resto. Es preferible insumir más tiempo para estar más seguros. También tenemos doble cofia, doble bata -una de tela hasta los pies y otra hidrorepelente descartable- y botas. Lo último que nos ponemos es la escafandra y doble guante. En los comienzos experimentamos falta de aire, mareos, cefalea por las máscaras.

—¿Cómo cambió todo cuando recibieron los primeros pacientes positivos?

—En junio empezamos a tener positivos confirmados. Fueron dos pacientes que estuvieron casi un mes por no revertir el cuadro. Mientras, seguíamos con casos sospechosos y el trabajo normal de cualquier terapia que estaba siempre llena. Este invierno tuvimos muchísimos ACV y neumonías severas. Eso nos complicó.

—¿Y qué sucedió cuando se contagió el personal sanitario?

—La mayor cantidad de contagios se dio ahora. Sabemos que estamos expuestos, en riesgo. Yo (lo dice con énfasis) no imaginé que nos íbamos a infectar.

—¿No lo imaginaste?

—No, porque estamos todo el tiempo con medidas de protección. Tendrían que haber sido más minuciosos los controles. Esto no es una transmisión por contacto estrecho, quizás el virus está circulando en el ambiente, no encuentro otra explicación. Desayunamos solos, nos encerramos, desinfectamos, cada cual retoma su actividad, no estamos cerca y menos sin medidas de protección. Está todo dividido. Hay un vestuario donde dejamos la ropa de calle, un pasillo intermedio donde tenemos un perchero con las batas de cada uno. Después está el baño, son todas áreas limpias.

—¿En algún momento experimentaste miedo?

—No. Le digo a mis hijos: no hay que tener miedo. Hay que cuidarse. Siento impotencia. Vos estás para cuidar al resto y si no podés, da un poco de bronca. Uno sabe desde el primer día que está expuesto a todo.

—¿Cuántos pacientes viste fallecer?

—De Covid, tres. Llegaron muy mal. No eran conscientes, estaban muy graves. Tuvimos el resultado positivo después que murieron. Pacientes comunes, un montón.

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FRENTE DE BATALLA. Vestirse les insume 15 minutos o más. “En los comienzos experimentamos falta de aire, mareos, cefalea por las máscaras”, relata Adriana Rojas, enfermera de la Clínica Sucre desde hace 12 años.

PERFIL

Adriana Rojas es jujeña. Vino a Córdoba a los 17 años. Comenzó estudiando Abogacía pero la verdadera vocación como enfermera le nació a raíz de su hermano que por aquellos años estudiaba Medicina. Él es neonatólogo en Neuquén. Tuvo claro que la suya no era la misma vocación de su hermano. Se anotó en el curso de Auxiliar de Enfermería. Es egresada de la Escuela de la UNC. Actualmente integra el Comité de Investigación de esa unidad académica y cursa la especialización en Administración y Gestión en Enfermería.

 

NUEVO PROTOCOLO

El 28 de agosto, el COE y el Ministerio de Salud instrumentaron un nuevo protocolo para el personal sanitario. Textualmente dice respecto de las “situaciones a considerar”:

◆ Contacto con caso posible, probable o confirmado de COVID-19 con uso adecuado del EPP (equipos de protección personal): Podrá continuar con la actividad asistencial normal y se realizará auto-vigilancia de aparición de síntomas

◆ Contacto con caso posible, probable o confirmado de COVID-19 sin EPP: - Si se valora como una exposición de alto y mediano riesgo, se retirará al profesional de la actividad asistencial y se le realizará PCR. -En caso de que la PCR sea negativa debe permanecer en aislamiento por 14 días con vigilancia activa de los síntomas y realizar nuevamente la PCR para su alta.

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SUCRE. El caso de la clínica sirve como ejemplo de otras experiencias similares en el sistema de salud que se encuentra “estresado”, según la caracterización de las autoridades de salud.

DELEGADO PIDE EL CIERRE DE LA CLINICA SUCRE

Diego Rodríguez, representante gremial del personal de la Clínica Sucre, denunció a mediados de la semana pasada que existe un brote de contagio de coronavirus en el nosocomio y pidió el cierre para evitar la propagación de la enfermedad.

En diálogo con Radio Suquía, dijo que las autoridades de la clínica “ocultan” la información sobre la situación que están atravesando. “Tenemos cuatro secretarias, unos 15 enfermeros. Estamos en la lucha para que se vuelva a cerrar”, afirmó en representación de sus compañeros. También refirió los inconvenientes que podrían atravesar las autoridades para el traslado de los pacientes porque en la anterior oportunidad quedaron deudas con los sanatorios donde fueron derivados los internados.

La Clínica Sucre debió cerrar durante tres semanas, desde el 10 de julio pasado, por un brote que afectó al personal. En aquella oportunidad se confirmaron nueve médicos con coronavirus. Por esa situación, las autoridades sanitarias ordenaron el traslado de todos los pacientes a otras instituciones. Se testeó a todo el personal y también a los internados por otras patologías. En este caso piden una medida similar. Clínica Sucre es prestadora de Pami.