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CóRDOBA
MARIA TERESA ANDRUETTO

"Escribo para comprender algo que me inquieta y que no entiendo"

Fue la primera escritora del país en ganar el Premio Hans Christian Andersen (conocido como “el pequeño Nobel”). Ahora, fue nominada al Astrid Lindgren Memorial Award.

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ANDRUETTO. | Fino Pizarro
Debe ser una de las pocas personas que aún despacha cartas. Incluso, tiene una casilla de correo postal. “Voy al correo y veo largas colas de gente que hace trámites, pero ya no van a mandar cartas”, dice Andruetto con un dejo de nostalgia. En el medio de un paisaje soñado y rodeada de una calma que por momentos ensordece, la escritora abrió las puertas de su casa de Cabana a PERFIL CORDOBA para hablar de las nominaciones, la escritura, la lectura y la industria editorial en Córdoba.

—Primero, el Andersen y ahora, el ALMA, entre tantos otros, ¿Cómo te llevás con estas nominaciones?
—Estoy muy agradecida porque ya la nominación misma lo pone a uno ante nuevos editores. Antes, solo “Stefano” había sido traducido al alemán por una editorial suiza y una en gallego.
Yo tenía un lugar a nivel nacional y el premio de Guadalajara en 2009 me sacó a Latinoamérica. Luego, el Andersen me abrió a otras lenguas.

—Acabás de publicar "No a mucha gente le gusta esta tranquilidad", ¿cómo resumirías este compendio de relatos en los que pareciera que nunca pasa nada?
—En las vidas comunes pareciera que no pasa nada, pero siempre están pasando cosas. Y a mí me gusta mucho ese tono menor, ese entrar en los intersticios, no tanto en la cosa heroica o más de acción, sino en ese lugar donde uno puede mirar en la subjetividad del otro. Escribí estos cuentos bastante rápido para lo que son mis procesos de escritura; en dos años y pico se armó este conjunto. Digo se hizo porque apareció primero un cuento, luego otro, hasta que me pareció que había cierta unidad: algo de lo que no se dice, de lo que hubiera podido ser de otra manera, de lo que no se escuchó tiempo. También me parece que son cuentos en los que unos personajes miran hacia atrás porque ya tienen una cantidad importante de vida.

—¿Cuánto te lleva escribir un libro?
—No hay un tiempo igual para todo. No escribo todos los días en un horario sistemático y no tengo angustia cuando no escribo, puedo pasar meses sin escribir. En noviembre saldrá un libro de poemas (editorial Caballo Negro), pero desde 2008 que no publicaba poesía. A La mujer en cuestión la escribí en tres meses. Cacería son cuentos que escribí a lo largo de 20 años.
En el medio escribí otras cosas, pero la relación con la escritura es una relación muy deseosa, no la asimilo como trabajo. Escribo solo en mi casa y en mi escritorio, ni siquiera cuando viajo; y lo hago llamada por el interés por contar algo. Cuando estoy muy entusiasmada, sí me levanto a la mañana y me pongo en eso, pero no me impongo horarios. Hago muchas cosas que me sacan fuera: viajo, me veo mucho con amigos, con mis hijas, mi nieta, voy a escuelas. La escritura es un recreo que me tomo a veces y salen algunas cosas…

—Galeano decía que uno escribe para juntar sus pedazos y vos dijiste sobre Kodak que lo habías escrito para transitar un duelo… ¿se escribe para exorcizar dolores?
—Creo que es algo interno que pide ser dicho, primero para uno mismo y luego pa-ra los otros. Yo dije eso de Kodak, libro que escribí muy lentamente, porque en ese proceso viví tres muertes muy fuertes. Pero me gusta esa frase de Calvino que dice que no se escribe desde la herida sino desde la cicatriz. Y esta idea de que uno, en realidad, trabaja
con los dolores antiguos, pero en un proceso de felicidad, de crear produciendo algo que no estaba antes y haciéndolo a partir de la relación de uno con el mundo y viceversa. No creo que sea indispensable sufrir y tener una vida tortuosa para escribir. Yo, cuando he tenido más sufrimiento, no he estado escribiendo, he estado sufriendo, en todo caso. Cuando más puedo escribir es en cierta armonía conmigo, en la precaria armonía que se tiene al vivir. Me lleva a escribir el deseo de comprender algo que me inquieta y que no entiendo.

—¿Cómo estamos en Córdoba en materia editorial? ¿Y a nivel escritores? 
—Tanto en edición como en escritura, y otras formas artísticas, creo que estamos en un muy buen momento. Si hay mayor desarrollo editorial, hay mayor apertura para publicar narrativa. Aunque el sector debe estar acusando el impacto del último tiempo; pero ahí está, resistiendo, con muy buena calidad y creciendo en la distribución, que es siempre el punto más complejo. Además, Córdoba tiene excelentes escritores, poetas, narradores y ensayistas.



“Si un niño es lector, estamos creando un lector para el futuro”

En 1983, María Teresa Andruetto cofundó el Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (CEDILIJ). Desde entonces, su compromiso con la construcción de lectores se ha convertido en una de sus principales actividades en el ámbito literario. Con ediciones para niños y jóvenes cada vez más exquisitas y una industria editorial para adultos, que le presta cada vez más atención a este segmento, Andruetto señala que el libro como objeto sigue estando en un lugar privilegiado. Pero ¿cómo se construyen lectores críticos? “Si un niño es lector, estamos creando lectores para el futuro. Que un niño nazca en un contexto donde el libro está presente, aunque sus padres no sean intelectuales, ayuda mucho a formar pequeños lectores, después será el niño quien decidirá qué importancia tiene eso para él; pero llegará a la escuela con un capital lector”. Si ese niño no cuenta con ese capital, todo queda en manos de la escuela: “Creo que construir lectores es una cuestión de Estado, porque es justamente ahí donde ese niño no se construiría solo como lector, ya que pertenece a una familia donde el libro no está presente. La escuela es la gran ocasión para que entre a ese mundo. Lamentablemente, estamos en un momento muy feo -político y social- porque se han perdido en estos dos últimos años muchas cosas adquiridas en relación con los proyectos estatales lectores. En la década anterior, se compraron 90 millones de ejemplares de libros, que se distribuyeron en las escuelas públicas del país, y no se han vuelto a hacer esas compras”. Acompañados con un trabajo de formación de maestros lectores que aún continúa, Andruetto rescata que, incluso con momentos mejores y peores, en líneas generales la conciencia lectora de los maestros argentinos de la década del 80 hacia acá ha ido en crecimiento. “Yo voy mucho a las escuelas a pedido
de maestros o directores y lo hago por mis convicciones, ad honórem, aunque chequeando siempre que tengan un proyecto de lectura”. En Córdoba, el plan provincial no se ha caído, aunque recursos nacionales que antes llegaban ya no llegan. Con todo, Argentina tiene una formación de maestros lectores más alta que la del resto de los países de Latinoamérica, “salvo algunas zonas de Brasil”, detalla Andruetto.-