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CóRDOBA
EL HUMOR AL PODER

(Ex)poné a Francella

1-11-2020-Logo Perfil
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“Parece que soy el único gil que no se sacó una foto con Francella”, me comentó acongojado un funcionario provincial que justo ese día se había quedado en su casa por ser contacto estrecho de un contagiado. El martes pasado, cuando el actor empezó a rodar las escenas de la película “Granizo” en el centro de la ciudad, desfilaron por el lugar empleados municipales de planta permanente, contratados, artículo 8 y hasta algunos ñoquis que no se reportaban desde los tiempos de la gestión de Ramón Mestre (padre). Tantos autógrafos y selfies le pidieron, que luego habría tenido que ser medicado por síntomas de tendinitis y tortícolis.

Pese al frío implacable de la jornada, el ídolo del cine y la televisión se mantuvo sonriente todo el tiempo, lo que llevó a algunos insidiosos a pensar si no le habrían calmado los dolores mediante la unción con aceite de cannabis. Precisamente, al otro día la Legislatura cordobesa votó a favor de adherir a la legislación nacional que autoriza el uso medicinal de la marihuana, lo que irritó a quienes bregan desde hace tiempo para que se tome una medida similar con el aloe vera, la cola de quirquincho y la ruda macho. Desde el bloque de Encuentro Vecinal señalaron que lo del cannabis era “una cortina de humo”.

Cuentan que, al recorrer las calles de la ciudad, Francella no entendía qué eran esos muñecos de nieve que llevaban arriba de los colectivos, hasta que alguien le explicó que por protocolo los ómnibus debían viajar con las ventanillas abiertas y que la ola polar congelaba a los pasajeros más rápido de lo que lo haría un freezer. “El otro día apareció una pareja de pingüinos adentro de un 81. Lo curioso es que tocaron el timbre y se bajaron sobre la Ricchieri a la altura del 3.000”, me contó un inspector adicto a las teorías conspirativas y, por supuesto, hincha fanático del cada vez más sufrido Pirata de Alberdi.

A juzgar por las últimas fotos posteadas en redes sociales, las que están definitivamente congeladas hasta nuevo aviso son las negociaciones para que Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos vayan juntos en las próximas elecciones. Si ni siquiera se comparten los tuits, que compartan una boleta sería tan factible como que Bolsonaro se abrace con Lula. Pero claro, en política todo es posible, como decía ese dirigente que arrancó como militante de la juventud comunista, que después se alineó con Menem, con De la Rúa, con Néstor Kirchner, con Cristina, con Macri y con Alberto, y que ahora trabaja como triple agente para Joe Biden, Xi Jinping y Vladimir Putin.

En ese juego de amores fugaces y desamores perpetuos, genera inquietud la posibilidad de que las PASO corran la misma suerte que ciertos policiales europeos: mucho suspenso y poca acción. El ministro del Interior, Wado de Pedro, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, se reunieron con los titulares de los bloques en el Congreso para resolver la postergación por un mes de las primarias y de los comicios generales. Si bien algunos opositores se quejaron de que querían “embarrar la cancha”, desde el oficialismo desmintieron que se hubiesen regado las bancas y ofrecieron a los legisladores denunciantes que cambiaran sus botines por otros con tapones de aluminio.

La sorpresa de la semana, para qué negarlo, fue que el Fondo Monetario pusiera a disposición de Argentina U$S 4.350 millones, que serían depositados en agosto en concepto de Derechos Especiales de Giro, sin la obligación de devolverlos ni de pagar intereses. Así como el senador Oscar Parrili pidió usar ese dinero para activar la economía, hubo otros que sugirieron utilizarlo para construir un paraguas gigante de amianto que nos proteja de la caída del cohete chino fuera de control. Hugo Moyano y Andrés Fassi habrían propuesto que ese monto se destine a repatriar planteles deportivos argentinos en el exterior, en tanto que Marcelo Tinelli gestionaría que se paguen de allí los cachets de invitados de lujo a su Academia (como la Tigresa de Oriente, el Chapo Guzmán o Adam Sandler), aduciendo que así la gente se quedaría pegada al televisor y no saldría a la calle.

(*) Sommelier de la política