—¿Hay más inseguridad desde la cuarentena?
—Más que desde la cuarentena, tengo la sensación que la situación había comenzado antes. Si bien puede no ser objetiva mi opinión, en parte porque nos entraron a robar y también robaron a entidades que ofrecen ayuda en los barrios, me da la sensación de que se ha acrecentado mucho, ha habido un aumento de los robos. Claro que eso va a la par de la “inseguridad alimentaria”, que también es grave.
—¿Cuál es la causa principal?
—No sabría decirte: el aumento de la pobreza es lo primero que se desprende, pero me parece que es mucho más profundo. Eso se percibe en la cantidad de gente que necesita ayuda, y es algo que vemos no solo con la gente del barrio, sino también con gente de clase media y media baja, que vienen a pedir ayuda, ya sea comida o ropa.
—¿Cómo trabajan el tema de la inseguridad?
—Tenemos definidas áreas de trabajo: terapéuticas y preventivas, que incluye actividades recreativas y deportivas, que ahora están más limitadas. Pero lo básico es que nos enfocamos en el acompañamiento a los chicos tratando de hacer cosas: ahora estamos buscando armar una cooperativa para el mantenimiento de espacios verdes. Trabajamos más en el hacer que en el decir. Yo les puedo dar un discurso a los chicos sobre lo que tienen que hacer y también de los derechos que tienen: si salís a chorear el daño no solamente te lo estás haciendo vos sino a la comunidad, pero básicamente lo que hay que hacerles entender es que no les conviene a ellos.
—¿Tienen buena relación con el gobierno, el ministerio de Seguridad?
—Sí, tenemos buena relación sin dejar de ser críticos, más allá de que no nos creemos dueños de la verdad. La verdad es que nos dan mucha bolilla. Pero al mismo tiempo tratamos de mantener cierta distancia, porque no queremos quedar pegados a decisiones que nosotros no tenemos que tomar, porque no somos el Estado. Reconocemos lo bueno y puedo decir que tenemos una buena relación tanto con el ministro (Alfonso) Mosquera, como con los comisarios del barrio, que de vez en cuando se acercan a preguntar qué necesitan los chicos. Pero reitero, que el problema es más profundo.
—¿A qué se refiere?
—Podemos tener buena relación con las autoridades y decirles a los chicos que se perjudican ellos y la comunidad si salen a robar, pero lo cierto es que si un chango desde los seis años está en la calle, rebuscándoselas pidiendo una moneda, no deberíamos sorprendernos si ese chico, a los 18 años, cae en el delito. No justifico nada. Simplemente estoy poniendo en contexto una situación que puede extenderse durante años. Si no conocemos las causas, es difícil entender después.
—¿Qué se deterioró, aún más, durante la cuarentena?
— La cuarentena ha generado un empobrecimiento más grave, no solo en nuestros sectores, sino también en los sectores medios y medios bajos. Acá se ven afectadas las pymes, que son quienes les dan empleo a nuestra gente: desde las empleadas domésticas hasta el albañil. Y también se han visto situaciones indeseables, desde la persona que le pegó a un guardia al comienzo de la cuarentena, hasta lo que pasa acá en el barrio: mientras los viejitos están guardados en la casa cuidando su salud y no pueden salir a ganarse el mango, al frente se arman campeonatos de fútbol interbarriales por plata. No corresponde y eso no va, pero es algo con lo que tenemos que lidiar.