El riesgo como proceso social
Cada vez se producen más fenómenos extremos que provocan desastres de todo tipo.
Los desastres son una realidad que se está presentando con mayor frecuencia y contundencia, y cuyas secuelas se están haciendo sentir. Sus consecuencias han aumentado exponencialmente, generando grandes pérdidas y diversos efectos en la vida de una población y en el desarrollo alcanzado por los países.
El riesgo de desastres se ha convertido en una creciente preocupación mundial, ya que entre finales del siglo XX y principios del siglo XXI aproximadamente más de 200 millones de personas por año se vieron afectadas por alguno. A lo que habrá que sumar el incalculable número de personas que directa o indirectamente fueron o serán víctimas del Covid-19.
En este capítulo se formulan cuestiones conceptuales con el fin de explicitar la manera en que se abordan los conceptos centrales para trabajar desde el enfoque del riesgo de desastres. Es decir, se ponen en juego los lineamientos teóricos clave para el desarrollo de la obra y se realiza una revisión de la literatura pertinente, especialmente aquella proveniente de estudios sobre riesgos y sobre la gestión de riesgos de desastres.
No existen conceptos aislados, sino que los mismos cobran sentido y significado en un contexto de producción; eso lleva a una determinada forma de interpretar la realidad.
El ex secretario de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, sostenía que “construir una cultura de prevención no es fácil. Mientras los costes de la prevención deben pagarse en el presente, sus beneficios se encuentran en un futuro distante. Más aún, los beneficios no son tangibles, se trata de los desastres que no ocurrieron”.
Primero debemos conocer el riesgo. El sociólogo alemán Ulrich Beck sostiene que frente a la existencia del riesgo solo son posibles tres reacciones excluyentes: negación, apatía o transformación. Se debe considerar que los riesgos se presentan en un estado de “permanente virtualidad” y que solo se pueden actualizar en la medida que se puedan anticipar.
Para anticipar el riesgo y entender su complejidad, es necesario comprender de qué se trata. El riesgo debe ser interpelado no solo como categoría descriptiva sino también teórica, procurando dar sentido a resultados no esperados en la actual sociedad y que se convierten en significativos.
El riesgo debe entenderse como un proceso multidimensional, por lo que en el campo del riesgo y de los desastres se necesita de la conjunción de múltiples miradas que permitan “interpretar las relaciones complejas entre sociedad y desastres”, y aquellas causas que provocan los riesgos.
Alrededor de su concepto existen múltiples significados. Desde el sentido común se denomina riesgo a las situaciones y acontecimientos cuyos resultados es probable que sucedan; mientras que desde un punto de vista científico el riesgo es una categoría social y su construcción involucra la manera de organización de la sociedad, por lo que “la noción de riesgo se relaciona con la probabilidad de resultados imprevistos o consecuencias poco anticipables, que se derivan de decisiones, omisiones o acciones de grupos sociales”. Para la especialista en problemáticas del riesgo ambiental Claudia Natenzon, cuando se habla de riesgo se alude “a un proceso social de múltiples determinaciones”.
En definitiva, el riesgo es una probabilidad. La Estrategia Internacional de Reducción de Riesgos de Desastres (EIRD) define al riesgo como la probabilidad de consecuencias perjudiciales o pérdidas esperadas (muertes, lesiones, propiedad, medios de subsidencia, interrupción de actividad económica o deterioro ambiente) resultado de interacciones entre amenazas naturales o antropogénicas y condiciones de vulnerabilidad.
La definición de riesgo a partir de la fórmula amenaza x vulnerabilidad constituye uno de los acuerdos más importantes para la comunicación interdisciplinaria en este campo. Hablar de riesgo significa precisar amenazas y vulnerabilidades, categorías que lo integran y lo definen como un proceso construido socialmente. Aquí entra en juego la percepción que la población tiene de los riesgos. A partir de ella se define la manera en que los mismos van a ser abordados.
El riesgo es la interacción entre una amenaza y una cantidad de factores vulnerables a ella, en donde la capacidad de respuesta individual, organizacional y/o colectiva permitirá resistir al impacto de la amenaza desencadenada.
La naturalización de los riesgos por parte de los habitantes es lo que produce que los gobiernos no incorporen hipótesis de riesgo en sus agendas de actuación; esto hace que los mismos se acrecienten pues no se prevén acciones para reducirlas o, al menos, mitigar sus consecuencias.
El futuro como riesgo: ¿de qué se trata? Niklas Luhmann, otro reconocido sociólogo alemán, sostiene que los orígenes de la palabra riesgo son desconocidos, aunque tal vez sea de procedencia árabe. Esto lo lleva a preguntarse qué designa esta palabra. Para responder la pregunta aborda la dicotomía existente entre las categorías riesgo/seguridad y riesgo/peligro ante la idea de que “la puerta hacia el paraíso se cierra con la presencia del término riesgo”.
En el par riesgo/seguridad, la categoría riesgo es determinada en oposición a la noción de seguridad. Los especialistas sostienen que la seguridad absoluta es imposible, ya que siempre puede suceder algo inesperado. Así se utiliza el riesgo para calcular el nivel de seguridad al que se pueda acceder; es decir que el riesgo es utilizado como una unidad de medida.
En la disyuntiva riesgo/peligro se “presupone la existencia de incertidumbre respecto a un daño futuro”. Aquí el peso de ambos conceptos es asimétrico: el peligro cobra importancia solamente frente a una situación de riesgo. El concepto de contingencia se hace relevante en esta dualidad, ya que la decisión tiene su relevancia solo en caso de riesgo, porque la sociedad moderna coteja los peligros en relación con él y se los apodera en tanto riesgo.
Aquí aparece un nuevo elemento de análisis para este autor: la prevención, es decir, la necesidad de prepararse frente a daños futuros. Prevención que media entre la decisión y el riesgo. La teoría de Luhmann, en la que se circunscribe la idea de riesgo, es la de la diferenciación funcional de la sociedad como producto del proceso de modernización, que es descripta como un progresivo proceso de diferenciación sistémica y de pluralización.
Desde una lógica luhmanniana, la función del riesgo consiste en aproximarnos al futuro, tratando de disminuir la incertidumbre presente que se genera frente a la probable ocurrencia de daños. En este sentido, que los gobiernos asuman sus riesgos significa que han comprendido que se pueden realizar acciones frente a la posibilidad de un desastre y manejar aquello que se considera incierto o desconocido.
Para Luhmann la política se encuentra expuesta tanto a las sobreestimaciones como a las subestimaciones de los riesgos, lo que pone en marcha la politización de temas en las agendas de gobierno. Agrega que también está expuesta a las distorsiones que se dan al considerar el riesgo como algo controlable o como algo no controlable.
En definitiva, los desastres ocurren cuando no se conoce o no se actúa adecuadamente ante los riesgos a los que estamos expuestos. Desde esta mirada, el riesgo es un aspecto de las decisiones, las que pueden tomarse solo en el presente. Siendo el riesgo, desde esta perspectiva, quien vincula el pasado y el futuro, “corresponde al riesgo del riesgo el que la valoración varíe en el tiempo”.
Sociedad del riesgo: vivir con incertidumbres. Beck sostiene que vivimos en la sociedad del riesgo, que se origina allí “donde los sistemas de normas sociales fracasan en relación con la seguridad prometida ante los peligros desatados por la toma de decisiones”. Peligros que “desbordan los fundamentos de las representaciones sociales respecto a la seguridad”.
La teoría de la sociedad del riesgo surge a partir del reconocimiento de que la modernización sumió a la sociedad en un deterioro. Es en esta sociedad de riesgos actual, caracterizada por la penetración de las industrias química, atómica y genética, donde los parámetros de seguridad se han tornado inciertos.
La sociedad del riesgo “designa una fase de desarrollo de la sociedad moderna en la que a través de la dinámica de cambio [de] la producción de riesgos políticos, ecológicos e individuales escapa, cada vez en mayor proporción, a las instituciones de control y protección de la mentada sociedad industrial”.
Los peligros de la sociedad del riesgo, en el actual contexto, exigen que sean resueltos desde el ámbito político, ya que sus impactos necesitan de la regulación política: “A la política se le exige la responsabilidad de crear las condiciones que nos permitan hacer frente como sociedad a tales condiciones”.
Esta sociedad del riesgo, que se origina a causa del imperio de los determinantes de la sociedad industrial, provoca numerosas consecuencias que tienen como resultado la aparición de lo contingente y de lo ambiguo.
La noción de sociedad del riesgo se torna más visible en un mundo determinado por el quiebre de la distinción entre naturaleza y cultura. En una sociedad en la que se generan múltiples riesgos, Beck se pregunta cuál es el papel de la política, a lo que responde que “se (le) asigna a la política la tarea de legitimar democráticamente decisiones que no tomó y que desconoce” , a su vez se responsabiliza al sistema político de decisiones que no tomó y de consecuencias y amenazas de las que poco o nada sabe.
Beck, desde su teoría de la sociedad del riesgo, afirma que los riesgos aumentan con las decisiones que se toman, pero “quien proyecta el mundo como riesgo (…) se muestra incapacitado para la acción”.
En síntesis: ante esta sociedad del riesgo, el riesgo cero no existe.