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OPINIÓN

Los desafíos directivos ante un nuevo contexto de incertidumbre

Frente a un escenario de incertidumbre es crucial que los directivos de las diversas organizaciones tanto públicas como privadas sean capaces de definir estrategias de largo plazo y mecanismos para mantener el equilibrio organizacional.

10-2-2024-Capacitación
. | CEDOC PERFIL

Pasaron ya más de dos meses desde que Javier Milei asumió la presidencia y posiblemente una de las palabras que más repiten empresarios y dirigentes de todos los sectores es “incertidumbre”. El 2024 se presenta lleno de interrogantes y desafíos para las organizaciones, tanto en el ámbito gubernamental como en el privado y en el tercer sector. Y si bien siempre se pueden identificar posibilidades de crecimiento, todas las organizaciones deben asumir que enfrentarán complejas situaciones vinculadas a los cambios políticos, los vaivenes macroeconómicos, la competencia y los impactos tecnológicos, entre otros factores.

En materia de política y economía será central comprender los movimientos locales y globales para evaluar su impacto en todas las actividades y niveles. Mientras el nuevo Gobierno apunta a dar alguna certidumbre sobre las nuevas condiciones para el mercado mediante su propuesta de legislación -la ley Ómnibus volvió la semana pasada a foja cero-, las organizaciones deben desarrollar una actitud proactiva sobre los próximos escenarios.

Deben evaluar rápidamente los efectos directos e indirectos que una futura legislación pueda tener sobre el sector industrial y sobre ellas y desarrollar estrategias anticipándose a los ajustes previstos: cambios tributarios, excepciones, desregulaciones, etc. Entonces, es posible que las empresas requieran revisiones de sus cadenas de suministro, su cadena de valor, el diseño de sus operaciones y especialmente de su gestión financiera.

En segundo lugar, deben realizar definiciones estratégicas contemplando las características y ciclos específicos de su negocio, con planes que se ajusten a los requerimientos de flexibilidad y adaptabilidad respondiendo a los cambios del entorno y escenarios futuros. Es crucial que los directivos de las diversas organizaciones tanto públicas como privadas que conforman el entramado productivo sean capaces de definir estrategias de largo plazo y los mecanismos para mantener el equilibrio organizacional en ese camino.

Preservar el capital humano
En este sentido, otro aspecto central frente a un futuro incierto es asegurar el desarrollo del capital humano de la organización. En un escenario de crisis es clave entender que los talentos constituyen uno de los principales activos de una organización y están en permanente riesgo.

Existe una fuerte competencia por atraer y mantener los mejores talentos en el mercado. En muchos casos, las organizaciones ofrecen posibilidades de crecimiento y formación de sus recursos, con programas de capacitación y desarrollo alineados a las definiciones estratégicas.

Otras apoyan la formación de sus cuadros directivos y de gestión de manera externa. Lo hacen en colaboración con instituciones educativas reconocidas e impulsan la participación de sus talentos en propuestas académicas de gran valor como puede ser una Maestría en Dirección Gestión de las Organizaciones (MBA)

El desarrollo de capacidades y conocimientos de los recursos le permite definir a la organización dos cosas: la primera, acciones centradas en el capital humano, mediante programas de formación y, la segunda, beneficios atractivos que aborden los desafíos de la contracción económica, inflación o recesión sin sacrificar la motivación y el compromiso de los colaboradores. 

Nuevas tendencias, innovación y liderazgo  
Por otro lado, otra tendencia importante para las organizaciones es estar atentas y adaptar, modificar o generar nuevas propuestas o modelos de negocios que respondan a las tendencias actuales: transformación digital, sostenibilidad, economía circular y las nuevas tecnologías, entre otras.

Cada una requiere la incorporación de nuevas metodologías de gestión y dirección para lograr resultados positivos de triple impacto.

En este marco cambiante y de incertidumbre, todos los niveles directivos deben adoptar un liderazgo estratégico que permita la implantación de un ambiente laboral colaborativo, con comunicación transparente y abierta, fomentando los procesos de innovación y cambio, atendiendo al balance entre la vida personal y laboral de sus integrantes.

En síntesis, serán clave la innovación y la implementación de nuevos métodos para la dirección y gestión del negocio, en la formación y desarrollo del capital humano, y en la mejora de la cadena de valor o en procesos de reingeniería de negocios.

En cuanto a las necesidades de los clientes es fundamental detectarlas y comprenderlas utilizando indicadores. La comunicación constante y el estudio de tendencias a partir del análisis de datos, son centrales para diseñar y proponer productos y servicios que cubran y superen sus expectativas.

Se deben definir canales y modalidades para desarrollar y mantener las relaciones con el o los mercados objetivo, facilitando las interacciones, la retención y el desarrollo para obtener una ventaja competitiva sostenible.

Es importante comprender que, en este escenario, establecer acuerdos, alianzas o estrategias de colaboración entre organizaciones, permitirá asumir desafíos de gran envergadura. Sin ellas será muy difícil obtener los resultados deseados.

Cultura abierta
Por último, para enfrentar este año y los siguientes, será central generar en la organización una cultura abierta a las nuevas ideas, que favorezca la creatividad y la innovación, con una mayor tolerancia al riesgo para asumir los cambios necesarios y una gestión basada en la exploración y en la explotación para obtener organizaciones resilientes y duraderas.

¿Cómo adquirir las capacidades para enfrentar estos desafíos? La formación continua es un requisito para el crecimiento personal y organizacional, permite obtener una visión sistémica e integral de las problemáticas e incorporar de conocimientos, herramientas y técnicas para abordarlas en forma efectiva.

Las decisiones de reestructuración de las organizaciones ante esta situación de incertidumbre, que se mantendrá algunos meses, es un proceso crucial para adaptarse y asegurar la sostenibilidad a largo plazo. Por lo cual es importante complementar con la definición de planes de contingencia y estrategias que incorporen y fortalezcan la resiliencia de la organización para enfrentar posibles situaciones adversas.

(*) Directora de la Maestría en Dirección y Gestión de Organizaciones en Universidad Blas Pascal