Muestra su DNI con su identidad, Juan Carlos Oyola, y con el orgullo de quien consiguió el mayor premio de su vida. El documento que certifica quién es y cuándo nació, le llegó a su casa en barrio Müller el 4 de mayo. Hasta ese momento su existencia fue búsqueda y privación de todo tipo de derechos.
Sabía que su madre, Juana Marta Oyola, lo había dado a luz en la Maternidad Provincial de San Vicente, un 11 de mayo pero no de qué año. Ella falleció hace tres décadas y su padre había abandonado la familia; por eso lleva el apellido materno.
Sabía que había concurrido a la escuela de Villa Esquiú –hizo solo primero y segundo grado – por inquietud de una vecina que lo llevó al establecimiento. No sabe leer y lo único que aprendió a escribir es su nombre, para firmar.
Esos eran los únicos datos a lo largo de los años. Y con esa escasísima información siempre buscó.
Indagó en los registros de la Maternidad pero no encontró asentada la asistencia a Juana Marta para un parto.
Acudió al Hogar Padre Lamónaca, donde residió la mujer en sus últimos años de vida, y tampoco consiguió nada. Se fue hasta la escuela, pero no había señas de su paso por las aulas.
Con los años, conoció a su pareja con quien tuvieron 14 hijos. Nunca pudo reconocerlos por carecer de DNI. Todos llevan el apellido de la madre.
En Villa Esquiú, junto a ella, se dedicó a cultivar una quinta de dos hectáreas. También trabajó dos décadas como changarín en el Mercado de Abasto, donde ingresaba a las 3 de la madrugada. Gracias a los guardias y policías, podía acceder sin presentar el documento.
Nunca tuvo un recibo de sueldo, tampoco aportes previsionales ni obra social. Es una incógnita si podrá, y cómo, acceder algún día a su jubilación, a pesar de que trabajó durante casi toda su vida.
Desde hace unos años es cuidacoches en barrio General Paz, donde –según cuenta– tiene algunos clientes mensualizados. Su jornada laboral comienza a las 9 y se extiende hasta las 18, todos los días.
Seis décadas como NN. A fines del 2020, un abogado del Centro de Acceso a la Justicia (CAJ), que depende del Ministerio de Justicia de la Nación, fue a visitar a la familia para acercar material a los nietos de Juan Carlos. Su pareja le sugirió que le comentara que no tenía DNI. “No es problema –le respondió el funcionario– en dos días lo tramitamos”. Lo que desconocía el letrado es que Juan Carlos no existía para el Estado y vivía en un limbo identitario.
PERFIL CÓRDOBA lo entrevistó el martes pasado, en el estudio jurídico que le permitió acceder a la Justicia y obtener su documento de identidad.
Ese día, el paro del transporte urbano lo dejó sin posibilidades de trasladarse en colectivo. Sin embargo, Juan Carlos caminó desde Müller, durante una hora y media, para llegar puntual a la cita, en el centro de la ciudad.
—¿Qué sintió el día en que recibió el DNI?
—¡Qué alegría! Lo primero que hice fue comer un asado.
—¿Qué cosas no pudo hacer a lo largo de su vida, por no tener documento?
—Quería ponerle mi apellido a mis hijos y no podía. No podía comprar cosas en cuotas, como una cocina. Tampoco nada que pudiera estar a mi nombre. Me llamaron muchas veces para darme trabajo pero como no tenía documento, no pude entrar. Me recomendaron para trabajar como custodia, porque siempre tuve buena conducta, pero me rechazaron por no tener el DNI. Nunca voté, no podía ir a los bailes. Antes podía viajar a La Rioja (donde tiene parte de su familia materna), pero con la pandemia no pude ir más porque piden documento, ni siquiera ir a Alicia, que está en Córdoba. Gracias a que me acompañaba mi esposa los médicos me atendían en el hospital.
—¿Tampoco pudo acceder a ningún plan social?
—No.
—¿Alguna vez lo detuvo la Policía por no tener documento?
—¿Usted sabe que no? (junta sus manos como señal de ruego y suerte). No la pasé fácil. Cuando la Policía me paraba yo les decía que no tenía documento. Nunca hice nada malo. Nunca estuve preso.
—¿Cómo fueron todos estos años?
—Nunca dejé de buscar. Había días en los que no dormía. Busqué a los vecinos que tuvimos cuando era chico y cuando llegué a ellos, la señora había fallecido. Lo mismo seguí.
—¿Y ahora?
—Me voy a poder casar (asoma una gran sonrisa en su rostro) y reconocer a todos mis hijos.
UN CASO DESAFIANTE E INÉDITO PARA LA JUSTICIA
En el expediente que terminó con la emisión del acta de nacimiento de Juan Carlos Oyola, para iniciar el trámite administrativo de su DNI, desde el primer paso fue un desafío. Los abogados se presentaron en el Juzgado Civil y Comercial de 17ª Nominación y solicitaron litigar sin gastos entre fines de 2020 e inicios de 2021.
La empleada que los atendió les pidió el DNI de Juan Carlos, para certificar el poder que les daba a los letrados que lo representaban. Era justamente el objetivo de la acción judicial que emprendían: obtener el DNI. Fue el primer obstáculo que se debió sortear.
El reconocimiento de su identidad comenzó con el Certificado de Preidentificación (CPI) que le dio el Registro Nacional de las Personas (Renaper).
Fue el primer documento oficial que tuvo Juan Carlos. Ese papel le permitió, por ejemplo, recibir la vacuna contra el Covid-19.
El trámite incluyó una recorrida por los hospitales con maternidad para verificar si se podía hallar el acta de nacimiento de Juan Carlos. Se libró oficio a la Maternidad Provincial. Pero los registros no arrojaron información. Declararon testigos, entre ellos Lidia, pareja de Juan Carlos, quien relató sobre la búsqueda de años.
La jueza convocó a un médico forense para determinar la edad aproximada.
Al cabo de un año y medio, la jueza Verónica Carla Beltramone firmó la resolución que ordenó la emisión del acta de nacimiento y la inscripción de Juan Carlos Oyola como ciudadano argentino, nacido en Córdoba el 11 de mayo de 1960.
¿CUÁNTOS ´JUAN CARLOS´ HABRÁ?
Lo inédito de esta historia es que una persona haya vivido seis décadas en una de las principales zonas urbanas del país, careciendo de un documento que certifique su identidad.
El tema de falta de inscripción de nacimientos es una problemática asociada principalmente a las zonas rurales y a la primera infancia. En efecto, los CPI que se entregan en el marco del programa Accionar Identidad, del Ministerio del Interior. tienen como objetivo regularizar la situación de niños y niñas para que accedan a derechos como la Asignación Universal por Hijo o la Tarjeta Alimentar. Son inscripciones tardías, pero en la mayoría de esas situaciones las familias cuentan con las partidas de nacimiento.
El caso que presentamos en esta nota es casi increíble, porque a lo largo de su vida Juan Carlos atravesó, seguramente, millares de situaciones donde pudo haberse detectado su carencia. Sin embargo, el Estado que concentra la mayor cantidad de datos de las personas, no llegó hasta él para darle una solución.
La encontró pero a través de una vía judicial, la única que podía habilitarle su derecho de contar con el documento de identidad. Y a la Justicia llegó por una cadena de buenos oficios de un funcionario nacional y de abogados que asumieron su lucha como propia.