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CóRDOBA
RUMBO A LAS PASO

Schiaretti resiste el embate de Larreta para bajar su candidatura presidencial

El jefe de Gobierno porteño trata de convencer al gobernador para que baje su candidatura presidencial y, de ser necesario, que presente una lista corta que contenga sólo candidatos al Congreso. El titular del Centro Cívico se niega sistemáticamente e insiste con su candidatura porque está seguro de que logrará dos diputados nacionales. En las últimas horas se reunió con sus hombres de confianza y remarcó que no modificará la postura.

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SIN ACUERDO. Rodríguez Larreta cree que con Schiaretti en cancha sus chances de ganarle a Bullrich en Córdoba disminuyen. | CEDOC Perfil

-Gringo, estaría muy bueno que bajes tu lista.
-No puedo Horacio, no puedo.
-Gringo, bajá tu lista.
-No puedo Horacio. Carlos Gutiérrez tiene que ser diputado nacional.
-Bueno, bajá tu candidatura presidencial y presentá una lista corta.
-No, es imposible una lista corta sin respaldo.
-Nosotros podemos ayudarte.
-No.

De esa manera –palabras más, palabras menos– fue el primer diálogo de los varios que mantuvieron en los últimos días el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el gobernador Juan Schiaretti. Desde el entorno de ambos candidatos sospechan que continuarán en las próximas horas.

Larreta tiene una obsesión con Córdoba, porque sabe que sin Schiaretti en la cancha tiene amplias posibilidades de ganarle la interna de Juntos por el Cambio a Patricia Bullrich. Sus amigos y compañeros de ruta dicen que “los votos de Córdoba serán fundamentales el 13 de agosto”. Y está más que claro que sin ese caudal electoral la expresidenta del PRO sacaría una ventaja irremontable para el alcalde porteño.

Está claro también que el voto a Schiaretti proviene no sólo del peronismo sino del votante de centroderecha o liberal, que también suele elegir al PRO o, en definitiva, a Juntos por el Cambio.

Hace algunas horas, el jefe del peronismo cordobés volvió a reunir a su tropa de mayor confianza –un puñado de personas– y reiteró una vez más que su candidatura no se negocia y que por lo tanto “no se baja”.

“Juan resiste el embate de Larreta”, dicen peronistas de la vieja guardia. “Por ahora, Schiaretti aguanta”, comentan voceros cordobeses de Rodríguez Larreta.

La apuesta del cordobés es sacar más de 25 puntos en Córdoba, cinco puntos en la provincia de Buenos Aires y reunir un porcentaje digno en Santa Fe y Mendoza. De esa forma, conseguiría colocar dos diputados en la Cámara baja del Congreso nacional. La cantidad de votos en tierra bonaerense la fundan en el predicamento de Florencio Randazzo, su candidato a vicepresidente.

Esta pulseada entre Schiaretti y Larreta tiene dos mojones en el corto plazo: el 23 de julio, día de la elección del intendente de la ciudad de Córdoba, y el 13 de agosto, día de las PASO.

Conocedores del peronismo de Córdoba subrayan que seguramente el jefe del Ejecutivo provincial no dará un paso antes de los comicios para renovar las autoridades municipales. “Si está dispuesto a deponer su nominación presidencial lo podría hacer unos días antes de las PASO, pero hasta el momento sigue firme en su actitud de no bajar la lista”, dijo un operador del gobernador que seguramente tendrá un rol preponderante en la próxima Legislatura Unicameral.

De capital importancia. El mandatario provincial considera, además, que ganar con claridad la intendencia de Córdoba es fundamental para seguir sosteniendo sus aspiraciones presidenciales. Por eso, en el lanzamiento del candidato del peronismo al Palacio 6 de Julio, Daniel Passerini, su discurso fue casi una arenga a la militancia.

El todavía intendente y seguro gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, también pronunció un discurso contundente y enérgico en el que disparó munición gruesa contra el retador radical, Rodrigo de Loredo, que lidera la boleta de Juntos por el Cambio.

El peronismo ya organizó su estrategia con una novedad: gastará mucha energía en los barrios más populosos, en los que Llaryora obtuvo sus mejores números. Esto parece una contradicción, pero los arquitectos de la campaña de Passerini lo explican de la siguiente manera: “Si bien en los sectores más postergados ganamos muy bien, allí se registraron los índices de ausencia más grandes, por eso tenemos que reforzar nuestra acción allí, visitar a la gente y decirle que es muy importante que vaya a votar”.

Esos responsables de la campaña local conocen perfectamente que el poderío de De Loredo se asienta en las capas medias y altas de la sociedad, que habitan sobre todo el sector norte de la ciudad. Darán pelea, dicen en el bunker de Juntos Hacemos por Córdoba, pero enfocarán sus cañones a otro lado.

En ese sentido, existe una coincidencia total entre Schiaretti y Llaryora. Los dos trabajarán intensamente para apoyar a Passerini, quien cuando se definieron las candidaturas locales arrancó de atrás, pero ya superó a De Loredo, según juran y perjuran los justicialistas. Cuentan que los siete puntos que le sacó Llaryora a Juez en Capital en la elección del 25 de junio “se replicarán en los comicios del 23 de julio”.  Una afirmación por demás optimista ya que se trata de unos 40.000 votos que el opositor está en condiciones de descontar, según lo remarca la mayoría de los estudios cualitativos sobre los comicios de esta ciudad.

Paños fríos. Mientras la campaña municipal se calienta, Schiaretti y Llaryora intentan que se olvide la pelea de la noche de la elección provincial, cuando el gobernador y el candidato no coincidieron sobre quién tenía que subir al escenario.

“En realidad, el problema no fue Randazzo, como se dijo en un primer momento; el problema fue el jefe de la campaña de Schiaretti, Diego Bossio, que estuvo muy identificado con La Cámpora y el kirchnerismo y eso hubiera perjudicado a Martín (Llaryora). Aquí cabe eso de que la mujer del César debe ser y parecer”, razonó uno de los laderos del actual intendente de Capital.

Desde el entorno del gobernador le ponen paños fríos al tema y tratan de no hablar del contenido del mensaje de Llaryora esa noche cuando habló del kilómetro cero y de una generación que se retiraba.  De eso no se habla, pero acusó el impacto. No hay dudas.