En esta semana se produjo un acontecimiento insólito en la ciudad: después de varios meses reapareció el intendente electo Martín Llaryora, al que muchos creían en viaje a Marte como integrante del contingente de colonos del planeta rojo que pretende enviar Elon Musk. Y bueno, con el futuro económico de sequía impiadosa que se anticipa para las arcas comunales, era lógico que el inminente titular del Ejecutivo Municipal prefiriese mantenerse en silencio durante el mayor tiempo posible. Hay quienes aseguran que a lo largo de todo este lapso, el sanfrancisqueño se comunicaba a través del lenguaje de señas hasta con sus colaboradores, para no tener que pronunciar palabra.
La rentrée de Llaryora tuvo lugar en el Cabildo Histórico el jueves, cuando se llevó a cabo la proclamación de las autoridades ciudadanas elegidas el pasado 12 de mayo. Allí, el dirigente peronista señaló que para equilibrar las cuentas habrá que hacer una “tarea titánica”, lo que dio lugar a especulaciones acerca de si estaría pensando en incorporar a su gabinete al Increíble Hulk o al Hombre Vegetal. También afirmó que su intención es recuperar “los servicios básicos”, lo que en algunos vecinos insufló esperanzas de que vuelva el Fútbol Para Todos. “La última vez que vi un partido en la tele hizo un gol el Picante Pereyra”, rememoró un puntero pejotista de barrio Alberdi.
Uno de los más entusiasmados con el retorno ante cámaras de Martín Llaryora fue el actual intendente, Ramón Mestre, quien seguramente quiere traspasar el mando antes de que las lluvias siembren las calles con baches más profundos que un aforismo de Paulo Coelho. Además, el titular de la UCR provincial quiere dedicarse a pleno a las cuitas partidarias, porque prepara un “castigo” ejemplar para los radicales que en las elecciones a gobernador fueron por afuera del partido. Fuentes confiables me contaron que les quitarían el derecho al uso de la boina blanca y que se les impondría un bozal legal para que no puedan citar nunca más las frases de Raúl Alfonsín.
Por supuesto, el tema del momento es el cambio de timón y cómo eso va a afectar la realidad cotidiana de miles de personas que, más allá de todo, siguen confiando en el mejor equipo de los últimos 50 años. O, al menos, eso es lo que creen los hinchas de River, que no se resignan a que se vaya el Muñeco Gallardo y venga otro DT. Sin duda, eso es lo que más preocupa a los argentinos, sobre todo si nos atenemos al menú mediático que, mientras Alberto Fernández andaba de viaje por México, se había quedado sin agenda nacional.
También hubo una derivación inesperada del conflicto social en Chile: se produjo un incremento del precio de las bananas, que son importadas de Ecuador y que, después de una travesía por mar, llegan desde el país trasandino por vía terrestre. “Que se encarezcan las bananas es una catástrofe para una región tan gorila”, me comentó un referente del Frente de Todos con cara de circunstancia. Lo bueno es que disminuirán los accidentes que protagonizan quienes pisan la cáscara de esa fruta, que deben ser llevados al Hospital de Urgencias y ocupan camas que se necesitan para requerimientos más urgentes.
Finalmente, hay que apuntar que se registró cierto ajetreo informativo en la ciudad por las instancias judiciales que atraviesan dos de los directivos del Surrbac, sobre todo porque la dirección que está tomando la causa parece conducir sin escalas a Bouwer. Durante los últimos días, en la defensa de los dirigentes gremiales se verificó el apartamiento de los letrados que los representaban, situación que le fue adjudicada a diversas razones no del todo claras. “Qué van a ser letrados si escriben Crese con ese en vez de con ce”, se despachó en Tribunales un abogado que, evidentemente, no podría redactar ni una carta a los Reyes Magos sin la ayuda del corrector automático.
