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LUCÍA RIBA

"Todas las lecturas son distintas si se tienen anteojos patriarcales o feministas"

La filósofa y teóloga presentó el libro ‘La (in)visibilización de la violencia contra las mujeres en la Biblia’, en el que realiza una hermenéutica sobre la interpretación de un texto del libro de Jueces.

Lucía Riba
LUCÍA RIBA. La autora publicó parte de su tesis, en la que realiza una hermenéutica de un relato bíblico, bajo perspectiva feminista y para visibilizar la violencia contra la mujer. | Fino Pizarro

El libro, editado por la Editorial de la Universidad Católica de Córdoba (en formato papel y eBook), busca “interpretar y confrontar, desde una mirada crítica feminista las interpretaciones de un texto terrorífico”, según palabras de la doctora en teología Nancy Bedford, quien desde Estados Unidos ofició como una de las presentadoras en un evento realizado de manera virtual.

'La (in)visibilización de la violencia contra las mujeres en la Biblia' es una parte de la tesis doctoral en Estudios de Género del Centro de Estudios Avanzados (UNC) de la filósofa y teóloga Lucía Riba y busca realizar una hermenéutica de la hermenéutica sobre el relato del crimen de la concubina del levita, que aparece en los capítulos 19 al 21 del libro de Jueces, en el Antiguo Testamento.

En resumen, el relato del crimen de la concubina del levita da cuenta de una mujer de Belén de Judá, cuyo marido es levita; ante el peligro de ser violado por un grupo agresivo de varones que golpean a la puerta de la casa donde se hospedan, ella es entregada a los hombres para salvar así el pellejo del levita. El grupo de hombres abusa de la mujer durante toda la noche y por la mañana, cuando el esposo abre la puerta para irse la encuentra moribunda -o muerta-. Se la lleva de regreso a su casa, la descuartiza en 12 partes y envía esas partes a cada una de las 12 tribus de Israel (lo que lleva a un conflicto armado en el que, una vez más, se ejerce violencia contra las mujeres: el asesinato de mujeres casadas y el rapto de doncellas).

Como señala Carlos Schickendantz, profesor universitario y teólogo argentino, en uno de los prólogos que tiene el libro, “la importancia de esta publicación es directamente proporcional a un hecho que da que pensar: la poca sensibilidad de los líderes de la Iglesia Católica por entender mejor los enormes desafíos que emergen de los movimientos de reconocimiento y de dignificación de las mujeres en el plano social y, en especial, eclesial. El sufrimiento hasta lo indecible y el asesinato de esa mujer anónima, sin nombre y sin tumba, que está en el corazón del texto bíblico que analiza este trabajo (...) me parece un homenaje a su memoria y su dolor y, a la vez, una forma de resistencia activa a las violencias semejantes del hoy”.

En diálogo con PERFIL CÓRDOBA, Lucía Riba (64) da cuenta del origen de este proyecto y los motivos que la llevaron a plasmarlo en un libro.


—¿Cuál fue la génesis de este libro?
—Soy teóloga desde mi formación de base y hace muchísimos años que doy clases de teología. En 1994 conocí lo que es la teología hecha por mujeres y me apasionó. Cuando hice el doctorado en el CEA (Centro de Estudios Avanzados), gracias al estilo transdisciplinario que tiene, pude desarrollar un tema de teología cruzado con cuestiones de género. Lo que está editado en este libro es un poco más de la mitad de mi tesis. El libro tiene 250 páginas: si se hubiese publicado toda la tesis, hubiera demandado unas 600 páginas.

—Cuando pensaste en esta tesis, ¿cuál era tu objetivo?
—Di clases de Biblia, sobre todo del Antiguo Testamento durante muchos años en dos profesorados. Ahí fue donde empecé a cruzar cuestiones de género y Biblia. Una vez, leyendo a una teóloga y biblista que admiro mucho, me encontré con este texto extremadamente cruel que está en el libro de los Jueces y decidí hacer la tesis con él.

—¿Por qué elegiste este relato específicamente?
—No pude dejar de volver al texto muchísimas veces. Me he preguntado muchas veces por qué este texto, que además tiene una actualidad tan impresionante porque habla del tema de violaciones masivas, en manada. Fue esa actualidad la que me llevó a revisarlo. Y cuando empecé a estudiar en el doctorado de género me di con más herramientas para poder trabajarlo.

—¿Cuál es el aporte más importante del libro?
—Creo que es el de hacer una lectura o una hermenéutica sobre otras lecturas ya hechas sobre ese texto.

—¿Hay muchas lecturas?
—Sí. Pero yo no hice una nueva exégesis del texto. No fui a analizar el texto en sí, sino que lo que hice fue una hermenéutica de la hermenéutica: interpretar las interpretaciones que se hicieron sobre este texto bíblico. Tomé muchos estudios sobre este texto, a veces comentarios muy pequeños y otros estudios muy largos y analicé lo que significaba leerlo si se hacía desde una perspectiva patriarcal -con la cual se lo leyó durante siglos- o hacerlo desde una perspectiva feminista, o por lo menos abierta al género.

—¿Y con qué te encontraste?
—Con que los textos se leen totalmente distintos si tenés unos anteojos patriarcales o si tenés unos anteojos feministas. Las lecturas son abismalmente distintas y hasta opuestas. Aunque hay cambios significativos, la teología ha sido -y sigue siendo- un ámbito específicamente masculino. Y no solamente masculino sino de varones célibes. Y en esas lecturas habituales, que son lecturas hegemónicas, ni siquiera se dan cuenta de que existe el texto porque ha sido invisibilizado durante siglos.

—¿De qué manera?
—Por ejemplo, un libro de los más actuales que se llama ‘La violencia en la Biblia’ y habla del libro de los Jueces, en las más de cien páginas, ni siquiera menciona este relato del levita. Sí se mencionan temas como las guerras, donde los varones pueden ser más o menos crueles entre ellos, pero no nombran las consecuencias de la guerra en las mujeres, como las violaciones por ejemplo, que no aparecen. Entonces, lo que fui haciendo en mi libro fue una lectura en contrapunto. Las traducciones han sido otro tema también porque el texto está en hebreo original y cambia absolutamente el sentido del texto si se usa una traducción al inglés o al español.

—¿Por ejemplo?
—En el texto una traducción señala que ella le fue infiel y volvió a la casa de su padre y en la otra dice que ella se enojó con él y volvió a la casa de su padre. Otra, dice que él cargó a su esposa y la llevó a su casa para descuartizarla contra la versión de que él tomó el cadáver y se lo llevó. Las diferencias son abismalmente distintas. Otra cosa es la importancia que se le da a los personajes y cómo se trabajan. Ambos son anónimos pero hay una asimetría total entre el levita, que es una persona consagrada y tiene un siervo, y la mujer, que por solo ser mujer ya está en segundo plano y no se le da la palabra en todo el texto, en cambio el siervo sí habla en un momento.

—¿Elaboraste en el libro alguna conclusión?
—Hay como inicios de respuestas pero son más bien (in)conclusiones. Quedan muchas cuestiones abiertas, no es un tema agotado. Han sido muchas las mujeres con las cuales he dialogado, personalmente o a través de sus obras, y lo he hecho esperanzada de haber visibilizado el problema del femicidio, que en la actualidad sigue teniendo números altísimos y no logramos bajarlos. Y en esto de los inicios de respuestas, el tema de la memoria me parece fundamental. Si he trabajado este texto, a pesar que hay muchos otros tan lindos, es para poder decir nunca más. La crueldad de estos textos nos muestra hasta dónde puede ser capaz el ser humano de llegar con estas atrocidades. Creo que otro mundo es posible y por eso vale la pena visibilizar estas problemáticas.