Etimológicamente, la palabra “crimen” no nombra un tipo de acción sino un juicio, un discernimiento, una mirada que juzga. Pienso que esta indicación puede ser útil para pensar qué ocurre con ciertos actos en esta cuarentena.
En las últimas semanas, se popularizó la expresión “romper la cuarentena” (también se dice “violar la cuarentena”). La dicen personas que quieren tener una cita, esas que hoy tienen un poco menos de miedo al virus y, por lo tanto, temen más a la soledad o a la depresión que al contagio; pero también padres y madres que reúnen a sus hijos a jugar algunas horas o amigos que se han juntado a comer un asado. Ya hay diversas notas periodísticas que documentan estas transgresiones.
Transgresiones. Sin embargo, ¿se trata de transgresiones? En todo caso, lo que a mí me interesa es pensar por qué se comenzaron a utilizar las expresiones mencionadas. Por un lado, creo que hay una diferencia entre las acciones realizadas y el espectro de significado de esos términos, ya que “romper” implica una acción violenta y “violar” tiene una acepción sexual ineludible. ¿Qué es lo violento y sexual en quienes se encuentran para una cita, un asado, una reunión entre niños? En todo caso, el vocabulario de la transgresión sirve para dar cuenta del tipo de norma a la que se pretende desafiar, como si con el tiempo hubiera cambiado el modo de entender qué significa la consigna “Quedate en casa”.
Un grupo de personas marcha en Plaza de Mayo contra la cuarentena
Recuerdo la situación de quien, en el inicio de la cuarentena, me pregunto qué debía hacer en caso de tener un accidente doméstico, ¿está permitido ir a una guardia? Este ejemplo es uno, entre varios, para entender que la indicación de aislamiento preventivo se entendió como encierro irrestricto. Ahora bien, ¿qué indicación es aquella a la que no se puede responder con el sentido común? ¿Cómo alguien no podría ir a salvar su vida a una guardia por temor a perder la vida con el contagio de coronavirus? ¿Cómo no notar la paradoja de que la vida puede perderse tratando de salvarla? En efecto, creo que el centro de la cuestión pasa por advertir que una norma es tal solo cuando puede tener valor de ley; y una ley es tal cuando está en relación con otras leyes que la limitan y le plantean condiciones; o incluso cuando puede ser interpretada, porque si no una norma no es una ley y es apenas una orden, una orden sin ningún valor subjetivo, un enunciado vacío, un mandato de esos que los psicoanalistas atribuimos al superyó.
Imagino que a muchos no les gustará escuchar la jerga psicoanalítica en este punto; que las cuestiones de salud, sobre todo cuando se trata de vida o muerte, no tienen que dejarse contaminar por devaneos “psi”; los entiendo, pero quisiera solamente hacer una breve observación, en relación a lo que dije anteriormente sobre la transgresión: que hoy en día se haya instalado el vocabulario de la transgresión, con el sentido violento y sexual antedicho, ¿no habla de que es preciso revisar el modo en que se asumió el sentido de la cuarentena en base a un sujeto homogéneo? Tal vez sea momento de pasar de “la cuarentena” a “las cuarentenas”, para ubicar diversos modos subjetivos de vivir la cuarentena, ya no sólo en base a excepciones, sino a diversidades. Porque el problema de que se instale este sentido transgresivo (que es otra cara de la excepción), es que no permite tener presente que la cuarentena es también para cuidar a los otros.
Casos insólitos de detenidos en controles por violar la cuarentena
Quizá sea hora de que empecemos a tener debates públicos (y no solo opiniones o mandatos) sobre qué significa proteger una vida, especialmente en este momento de la cuarentena, cuando la norma de aislamiento empieza a demostrar su carácter ciego y necesidad de interpretación para que sea una ley en sentido fuerte, esto es, que permita que alguien pueda elegirla para devenir sujeto (y no vivirla como una mera limitación individual), porque cuando esto no pasa, después del temor vienen las transgresiones que, en los casos mencionados, toman un sentido “criminal”, con un juicio hecho –por la opinión pública– sin que haya habido deliberación suficiente, posibilidad de defensa, argumentos acerca de lo que es una vida vivible.
Hoy en día necesitamos la continuidad de la cuarentena. Estos nuevos hábitos, más que transgresiones son un síntoma que requiere análisis antes que juicio, el retorno de algo que no estamos pudiendo pensar y que es urgente, para que la cuarentena no pierda su dignidad. Sin incluir la perspectiva “psi” –que muchos rechazan– dudo que pueda hacerse.
*Psicoanalista