CORONAVIRUS
Coronavirus

El bien común llamado futuro

Esta pandemia nos planteó el desafío del trabajo en conjunto para poder afrontar lo que se viene. La tecnología es una de las herramientas para lograrlo.

Union manos fuerza equipo trabajo
Unión | ANEMONE123 / PIXABAY

Cuando miramos hacia adelante no vemos nada claro. El panorama es borroso e incierto. A veces, el no saber qué es lo que va a venir, nos puede causar temor. Sin embargo, esto es lo mejor que nos puede pasar cuando exploramos todas las configuraciones posibles que el futuro puede tener. Nos da la oportunidad de actuar en el presente para diseñar el camino como nosotros queremos y deseamos.

Ahora bien, la construcción del futuro requiere de la generación de consensos y del establecimiento de un sentido compartido acerca de qué mundo queremos vivir como individuos y como sociedad en los próximos años. 

Diseñar y estudiar diferentes imágenes del futuro nos permite vislumbrar potenciales hechos, eventos y/o transformaciones que puedan suceder en un horizonte temporal venidero. Si logramos adquirir una capacidad anticipatoria mediante un proceso dinámico de inteligencia colectiva que nos permita establecer un patrón de acción común sostenido en el tiempo y, sobre todo, ajeno a los intereses individuales, comenzaríamos a construir un futuro por el pueblo y para el pueblo, el de hoy y el de mañana.

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La construcción del futuro requiere de la generación de consensos y del establecimiento de un sentido compartido

Para ello, el individualismo que nos define como sociedad debe quedar apartado de estos debates. El egoísmo y la satisfacción de lo propio a costas de lo ajeno representan dos de las principales barreras para el desarrollo de este proceso.

La inteligencia colectiva es un proceso centralizado o descentralizado de creación de conocimiento protagonizado por un grupo de personas de diferentes disciplinas que, en su conjunto, a partir de intercambios y de un trabajo colaborativo, generan un producto concreto para reducir el nivel de incertidumbre y gestionar los riesgos en un proceso de toma decisiones sobre determinada cuestión o tópico.

Lo que hoy potencia su curso es la vasta e innovadora tecnología que disrumpe día a día con la normalidad establecida. Los avances tecnológicos permiten que los intercambios entre las personas se vean potenciados cada vez más en sus diferentes tipos y formas. Esta es un arma de doble filo: Por un lado, permite que la información viaje más rápido y las interacciones sean más eficientes, pero por otro, existe el riesgo de “infoxicarnos”, es decir intoxicarnos por la cantidad de información que por segundo nos llega a la mente y que nuestro cerebro tiene que procesar.

Para que todo tenga sentido, es de vital importancia que durante el trabajo colectivo de recolección, procesamiento y análisis de los distintos datos e informaciones, exista conciencia del aprendizaje que estos intercambios nos dejan. Este aprendizaje holístico es el que nos permite, a nivel individual y grupal volvernos más “inteligentes” al adquirir nuevas visiones, concepciones y significados desde otras disciplinas.

La dinámica colectiva de este proceso nos ayuda también a realizar un filtro sobre estos datos y concentrarnos en los más importantes y relevantes para tomar una decisión. Estudiar y comprender como los sesgos cognitivos juegan un papel preponderante en este proceso es central para lograr sortear las trabas que la mente nos pone.

Si a través de inteligencia colectiva logramos desarrollar capacidad anticipatoria y, como sociedad, exploramos el futuro en equipo  estaremos dando un enorme paso como país

Si a través de inteligencia colectiva logramos desarrollar capacidad anticipatoria y, como sociedad, exploramos el futuro en equipo para identificar los cambios emergentes y actuar en nuestro favor antes de que sucedan, estaremos dando un enorme paso como país para enfrentar lo que resta del impredecible siglo XXI.

Como siempre sostengo, si la lógica en este proceso no es transgeneracional y común, caeremos nuevamente en el error que hace décadas nos define como nación y nos hace girar en círculos: el cortoplacismo.

Podremos no ver nada si hoy levantamos la cabeza y miramos hacia adelante. Pero de lo que sí debemos ser conscientes, es de que existe una gran responsabilidad cuando hablamos del futuro, mucho más cuando tomamos decisiones sobre cuál debe ser el camino para alcanzarlo.

El terreno se encuentra fértil. La crisis del coronavirus actual rompió las estructuras actuales y dejó la hoja en blanco para que comencemos a escribirla. Para comenzar a hacerlo se requiere de una extrema moral y honestidad. ¿Las tenemos?