CULTURA
Libro / Reseña

Clásico de la semana: "Pedro Páramo", de Juan Rulfo

El tema de fondo que sostiene la aventura de "Pedro Páramo" es el mismo que el de "Don Segundo Sombra": la filiación en un marco rural.

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Juan Rulfo y su novela "Pedro Páramo", publicada en 1955. | Cedoc Perfil

Para los argentinos: el tema de fondo que sostiene la aventura de Pedro Páramo, obra publicada por Juan Rulfo en 1955, es el mismo que el de Don Segundo Sombra, publicada por Ricardo Güiraldes en 1926, bajo el secretariado de Roberto Arlt. En dos palabras, son historias vinculadas a los avatares de la filiación en un marco rural (bastión medieval de la modernidad), nada que no pueda solucionarse hoy con una prueba de ADN.

Para los extranjeros, en especial los irlandeses: Pedro Páramo es la versión telúrica y dramática de la comedia El fantasma de Canterville (1887), de Oscar Wilde.

El proceso de escritura de Pedro Páramo es lento. En 1947 ya estaba iniciado, según lo que el autor le cuenta a Clara Aparicio. Entonces, el título del libro era Una estrella junto a la luna. Luego fue Los murmullos, mucho más acorde al resultado final. Las dificultades del avance de obra también se revelan patentes -patentes por el momento en que suceden, ambiguas por las causas- cuando cesan con un hecho extraliterario.

En 1953, Rulfo recibe una beca del Centro Mexicano de Escritores y el compromiso material actúa como acelerador artístico hasta que, después de varios fragmentos adelantados en tres revistas, el libro se edita en 1955 con el nombre que le conocemos. 

Juan Rulfo: el arte que nace del enigma

La tentación de considerar por qué razón la dificultad, la escasez, en cierto sentido la impotencia literaria (Rulfo solo publicó dos libros en toda su vida) terminó dándole a Rulfo el sayo de Gran Escritor Mexicano es muy alta, por lo tanto es menos conveniente caer en ella que seguir encaminados hacia donde íbamos. 

El éxito de Rulfo consiste en primer lugar en hacerse esperar, como tantos escritores que en el hacerse esperar encuentran más satisfacciones sociales y materiales que en el acto íntimo de escribir. Definido el sistema de apariciones, la segunda causa de su éxito es darle a Pedro Páramo un registro de alta literatura (de literatura altisonante) bajo el barniz de la sencillez campestre, envolver en ese círculo la historia de la literatura mexicana y la historia de México y postular el pasado, por lo tanto el tiempo, como un espacio geográfico al que se puede regresar siempre que se deje hablar a los muertos.

Los diferentes niveles en los que transcurre la historia como en un concurso se posesiones, en especial cuando Juan Preciado (vaya nombre) funciona como caja de resonancia de las voces de su madre y su padre -donde la modalidad mitológica deriva en la “cosa freudiana”-, aportan a la novela un perfil de complejidad calculada que convive adecuadamente con el ruralismo.

De páramos y llanos

Si Rulfo monta una operación eficaz esa es la de traer ese ruralismo, que es al mismo tiempo un género y una lengua, a las plataformas de la modernidad literaria. Su triunfo es el del folclore joyceano. Como señalara César Aira, Rulfo lleva al más alto nivel “la ya por entonces declinante narrativa rural mexicana”, que rejuveneció más tarde -y superó con creces todos sus antecedentes- con la irrupción de Daniel Sada.

Una curiosidad para el final. Es famosa la última frase de Don Segundo Sombra: “Me fui, como quien se desangra”. La de Pedro Páramo es: “Y se fue desmoronando, como si fuera un montón de piedras”.